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Los mexicas en París
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norme emoción me causó ver, hace unas semanas, al circular a un lado del río Sena, en París, muy cerca de la Torre Eiffel, en la fachada de un edificio espectacular, imágenes de gran tamaño a todo color de diversas esculturas prehispánicas y un gran anuncio de la exposición Mexica: ofrendas y dioses del Templo Mayor.

El sitio es el Museo del muelle Branly-Jacques Chirac (en francés, Musée du quai Branly-Jacques Chirac), quien fue presidente de Francia y ordenó en 1998 construir un recinto que reuniera información sobre el arte primitivo, distribuido hasta ese momento entre los museos del Hombre y el Nacional de Artes de África y Oceanía. Se convocó a un concurso internacional de anteproyectos, en el que resultó seleccionada la propuesta del famoso arquitecto Jean Nouvel.

Es un lugar privilegiado de la capital francesa, donde el reglamento urbano es muy estricto en cuanto a alturas máximas a construir y áreas verdes a crear. La zona, con un carácter cultural arraigado, se encuentra frente al Palacio de Tokio, el renovado Museo del Hombre, la Ciudad de la Arquitectura y del Patrimonio y el Museo de Arte Moderno de París, en la otra orilla del río.

Nouvel explica que se trata de un edificio encaramado sobre pilotes; todo es curvo, fluido, transparente, misterioso y sobre todo, cálido. La realización del proyecto era muy complicada, pero el arquitecto consiguió desarrollarlo de manera inteligente y brillante.

La estructura del inmueble, parte de la cual se apoya sobre pilotes, no supera 21 metros de altura. Éstos sostienen una cubierta metálica de 220 metros de largo en forma de cuña sobre la que se asientan 30 coloridos cajones que sobresalen en la fachada y que en su interior son utilizados como espacios de exposición.

El jardín, de 18 mil metros cuadrados, tiene una impresionante variedad de especies vegetales; fue diseñado por el arquitecto y paisajista Gilles Clément. Este sitio excepcional alberga la muestra que lleva al visitante al corazón de la civilización mexica.

La exposición se logró montar con la colaboración entre Francia y México, en la que se presenta una colección de 590 piezas que muestran el pensamiento cosmogónico mexica. Objetos extraordinarios, como el famoso Quetzalcóatl, la figura tamaño natural de Mictlantehcutli –dios de la muerte– y la impresionante olla Tláloc revelan la habilidad de los orfebres tenochcas en la elaboración de ofrendas dedicadas a sus divinidades.

Es el resultado del proyecto arqueológico Templo Mayor –fundado en 1978 por Eduardo Matos Moctezuma y retomado por Leonardo López Luján en 1996–, en el que se rescataron los tesoros que los mexicas enterraron en Tenochtitlan durante los siglos XV y XVI.

Explica López Luján que se busca mostrar cómo la dualidad (noche-día, por ejemplo) es ”una verdadera obsesión” para el que fue uno de los imperios más importantes de Mesoamérica. Esto se aprecia con claridad en la figura de Cipactli, un ser mitológico mitad cocodrilo y mitad pez que encarna esa dualidad.

Un interesante video al comienzo de la exposición explica la formación de las distintas culturas que poblaron el territorio hasta la llegada de los mexicas y se aclara que éstos no eran lo mismo que los aztecas, de quienes se habían emancipado para establecerse en el Golfo de México entre el siglo XIII y 1521 y crear su propia urbe.

Se señala el impacto catastrófico que tuvo la llegada de los españoles, no sólo sobre la demografía con el brote de epidemias, sino gran parte de los rituales que consideraron satanizados.

A pesar de todo, la civilización mexica buscó la manera de mantener su tradición, por ejemplo, por las restricciones impuestas por los españoles, entre ellas, en lugar de representar figuras antropomorfas de cultivos con papel de fibras vegetales amate –prohibido por los colonizadores por hacer competencia al traído de España– se sirvieron de materiales alternativos.

De acuerdo con López Luján, esa metodología fue, junto con la transmisión intergeneracional, lo que ha permitido la continuidad de las tradiciones, tan arraigada en la identidad mexicana y que se refleja en la actualidad en las prácticas de los grupos indígenas.

Se destaca cómo la investigación arqueológica continúa rescatando, tras 46 años de actividad ininterrumpida, objetos de interés que son una fuente inagotable de información sobre la rica y compleja sociedad mexica.

Sin duda, esta fascinante exposición que ha deslumbrado a los parisinos va a ser un atractivo destacado para los extranjeros que van a asistir a las olimpiadas de París.