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Muestra Bellas Artes lo que quedó del mural de Diego Rivera en el Centro Rockefeller, en NY

Se exhiben fotos, publicaciones de época, bocetos y contratos de El hombre en la encrucijada... // Celebra 90 años de la adaptación que pintó en el palacio de la CDMX

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El hombre controlador del universo, mural de Diego Rivera, inaugurado en el Palacio de Bellas Artes el 29 de noviembre de 1934.Foto María Luisa Severiano
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Boceto para El hombre en la encrucijada y mirando con incertidumbre (1932)Foto María Luisa Severiano
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En una foto captada por Juan Guzmán, se ve al artista durante un descanso en la elaboración de Pesadilla de guerra, sueño de paz o Firmas por la paz (1952), extraviado. De fondo se observa El hombre controlador... Ambas imágenes, se incluyen en la exposición.Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de julio de 2024, p. 3

Sólo quedan documentos del mural que pintó Diego Rivera en el Centro Rockefeller, en Nueva York, primero, censurado al incluir el rostro de Vladimir Lenin, y después, destruido. Son 33 bocetos, fotografías, contratos y publicaciones de época, que conforman la muestra Diego Rivera: Nueva vida a un mural destruido 1933/1934, que se presenta en el Museo del Palacio de Bellas Artes (MPBA), a propósito de los 90 años del recinto.

Con esta exposición, se celebran también nueve décadas de El hombre controlador del universo, mural que pintó Rivera en el segundo piso del museo, una adaptación de la obra malograda que fue inaugurada el 29 de noviembre de 1934.

Esta muestra sintetiza la historia detrás de esa obra con la intención de profundizar y entenderla desde otras aproximaciones históricas, dijo Miguel Álvarez, curador asociado del recinto. Se divide en dos momentos de la vida del muralista: primero, su visita a Rusia, en 1927 y 1928, con motivo del décimo aniversario de la revolución de ese país, tiempo en que Rivera se posicionó política e ideológicamente, y creó una estética a partir de la sociedad moscovita que conoció.

El segundo momento aborda la experiencia del pintor en Nueva York; es decir, los antecedentes a la ejecución del mural, cuya temática era El hombre en la encrucijada y mirando con incertidumbre, pero con la esperanza de un nuevo rumbo que lleve a un futuro mejor. Entre otras joyas, se incluye una fotografía captada por Lucienne Bloch, uno de sus asistentes, de la última versión del boceto en que Rivera se basó para recrear y adaptar el mural en México. Bloch cuenta en su diario que cuando el muralista pintó la efigie de Lenin, su esposa, Frida Kahlo, quien lo acompañaba, le pidió lanzarse con su cámara y registrar todo, porque aquí algo va a pasar.

Sobre la estancia de Rivera en Rusia, el curador señaló que el artista fue invitado por el Comisariado del Pueblo de Educación, Anatoli Lunacharski, a dar pláticas; incluso, firmó un contrato para pintar murales en varios recintos, por ejemplo, el Club del Ejército Rojo, que comandaba León Trotsky. Con ese fin, Rivera recibió fotografías de la sociedad moscovita para usar de referencia en los murales.

Se exhiben varias de estas imágenes, que no son originales, sino reproducciones impresas en vidrio por el fotógrafo mexicano Guillermo Zamora, que se recuperaron a partir de una investigación de Mariano Meza. Se incluyen acuarelas hechas por Rivera, como 1° de Mayo en Moscú y Caballera roja, en forma de reprografías; es decir, reproducciones con fotografía, elaboradas en 1928 por Tina Modotti, quien fue modelo de Rivera y le ayudó a pintar un mural en la Universidad Autónoma Chapingo.

Gracias a una investigación de Álvaro Vázquez Mantecón, se presentan documentos fílmicos, como la película Octubre, de Eisenstein, en los que se recupera el espectro de la cultura visual de Rivera. Del acervo sonoro de la Fonoteca Nacional se rescataron 40 minutos de grabaciones del muralista que fueron acomodados de acuerdo con las temáticas. Por ejemplo, su visita a Rusia, en 1927; las causas por las que pensaba que sus mecenas habían destruido el mural del Centro Rockefeller; para qué sirve el arte, y el papel de los artistas y las instituciones. Estos audios despliegan la personalidad compleja y complicada de Rivera, aseguró Álvarez.

 

Sabían con quien se metían

En la segunda sección, Nueva York: Centro Rockefeller (1933), vandalización de un mural, se exhiben los primeros estudios que realizó Rivera para el proyecto. El curador hizo hincapié en la buena relación que el artista mantenía con Abby Aldrich, madre de Nelson Rockefeller, y coleccionista de su obra.

Para Álvarez, los contratistas del edificio y el mismo Nelson sabían muy bien con quien se metían: un artista que luchaba por las ideales de la revolución. Incluso, hay un fresco en el edificio de la Secretaría de Educación Pública en el que se ve a varios magnates cenando, entre ellos, Rockefeller.

Diego Rivera recreó, en efecto, el mural destruido para el Palacio de Bellas Artes, primero, porque hubo que adaptarse al espacio museográfico disponible, menor que en el Centro Rockefeller. Aunque también porque El hombre en la encrucijada… fue un mural concebido para una sociedad estadunidense después de la Gran Depresión de 1929, en el que Rivera plasma su fe en las posibilidades de los obreros, los ingenieros, la máquina y la tecnología. Tenemos en México la adaptación de un documento histórico, reiteró.

Frente a El hombre controlador del universo, apartado culminante de la exhibición, el curador preguntó cómo hubiera sido la vida artística de Rivera de no haberse destruido aquel mural. A raíz de este conflicto, la General Motors canceló la solicitud de un proyecto para participar en el pabellón de la Exposición Universal de Chicago (1933-1934), mientras su salud física se deterioraba.

Diego Rivera: Nueva vida a un mural destruido 1933/1934 se exhibirá hasta el 8 de septiembre en el Museo del Palacio de Bellas Artes (avenida Juárez y Eje Central, Centro Histórico).