Chalco, Méx., En Pueblo Nuevo, los habitantes están enojados y exigen atender de raíz el problema de las inundaciones. Dicen que la solución la tiene el gobierno a quien demandan cancelar los permisos de construcción de más unidades habitaciones en la ex cuenca lechera de Chalco y entubar el río San Martín, cuyas aguas negras, basura y toneladas de lodo anegaron más de 250 viviendas dos veces en una semana.

La incertidumbre prevalece en Pueblo Nuevo, pues apenas es la primera semana de la actual temporada de huracanes y tormentas tropicales y ya se inundaron en dos ocasiones.

Joel Rosete, vecino del claustro Virgen de la Trinidad, es una de las tantas voces que pide solución a las autoridades de los tres niveles de gobierno, lleva 12 años viviendo en Pueblo Nuevo, y asegura que las empresas inmobiliarias están edificando más casas, y es lo que agravó el problema.

Los afectados piden que se cancelen los permisos de construcción y se entube el embalse que desagua las cuatro barrancas que se originan al pie de la parte alta de la Sierra Nevada.

Ayer continuó la emergencia. Decenas de brigadistas, policías y elementos de la Guardia Nacional, seguían retirando las aguas que el miércoles alcanzaron un tirante de 30 centímetros y hasta medio metro de altura al interior de las casas de esta unidad habitacional.

En un sector importante de los claustros Virgen de la Trinidad, Virgen de Juquilita, Virgen del Carmen y Virgen de La Esperanza, donde más de 250 viviendas se vieron afectadas, los vecinos siguen sacando lodo. Los brigadistas, apoyados con maquinaria pesada y camiones de volteo, no se cansan de retirar toneladas de lodo de camellones, calles y avenidas.

Moisés Gutiérrez brigadista de la colonia Unión de Guadalupe, cumplió ayer una semana ayudando a los habitantes a limpiar sus casas. Trabajamos de nueve a seis de la tarde diario y ya se había secado un poco, pero volvió a llover hace dos días (la primera fue el jueves de la semana pasada) y de nuevo se inundó.

José Sánchez también llegó con su hermano hace una semana. Apoyan a su hija para retirar agua, lodo y tirar todos los enseres domésticos que se convirtieron en basura al contaminarse con aguas turbias.

María Torres Cabrera, de 75 años, vive sola y las dos inundaciones la agarraron desprevenida, tiene pocas pertenencias, sólo perdió su refrigerador, lavadora y ropa, pero, eso ya no importa, sino vivir, exclama con optimismo.