El general Felipe Ángeles se destacó por su compasión, reserva, sentido crítico, dignidad y valentía
Miércoles 3 de julio de 2024, p. 3
El héroe revolucionario Felipe Ángeles (Zacualtipán, Hidalgo, 13 de junio de 1868-Chihuahua, Chihuahua, 26 de noviembre de 1919) nunca fue un personaje fácil de encasillar para uno de sus principales biógrafos, el historiador de origen argentino Adolfo Gilly.
En el prólogo de la biografía Felipe Ángeles, el estratega, el investigador y politólogo sostuvo: “Como es ley para los vencidos, el barniz opaco del silencio –tal vez de la calumnia– la ha cubierto a través de los años. Los intentos de rescate han venido de voces aisladas”.
Refirió que el personaje “incómodó a sus colegas del Ejército federal, combatió a los zapatistas en Morelos sin éxito y sin saña; estuvo junto a Madero hasta las últimas horas de la Decena Trágica; se apartó con desagrado de Venustiano Carranza y sus políticos, y halló en cambio su lugar al servicio de las tropas tumultuarias e indóciles de la División del Norte, con las que colaboró para conseguir sus más grandes triunfos hasta la toma de Zacatecas, punto culminante que decidió el destino de la Revolución Mexicana’’.
En su volumen, Gilly (Buenos Aires, 1928-CDMX, 2023) mostró los rasgos del militar porfiriano devenido en estratega de Francisco Villa: compasión, reserva, dignidad, sentido crítico, determinación y valentía, marcados por una disciplina ineludible. En él encontró una noción de lealtad y desobediencia necesaria, con una visión científica de la guerra aunada al ideal romántico de vida heroica y bella muerte.
El artillero Ángeles fue un héroe popular de la Revolución mexicana que, según las crónicas de su fusilamiento, mantuvo la entereza en ese último momento, eligió el lugar de la ejecución y se negó a que le vendaran los ojos.
Hijo del coronel Felipe Ángeles Melo, a los 14 años ingresó becado al Colegio Militar del Castillo de Chapultepec, donde demostró vocación para el estudio y dotes como intelectual. Se convirtió en profesor de matemáticas y de otras disciplinas, además de apostar por una educación humanista centrada en el libre albedrío dentro de la institución castrense.
La investigadora Odile Guilpain, en El general Felipe Ángeles: humanismo y educación militar, sostuvo que el afán de superación intelectual es una de las características de Ángeles y un elemento clave en su trayectoria poco común. Por un lado, fue y se asumió profundamente militar, pero jamás decayó en él la imperiosa necesidad vital, espiritual, ética, del pensamiento libre
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Participó de la Revolución mexicana y tras el triunfo del constitucionalismo, Ángeles se exilió en Estados Unidos en 1916, pero regreso en 1918 para continuar al lado de Villa. Fue capturado por una traición y ejecutado en noviembre de 1919.
Durante su juicio sostuvo: Mi muerte hará más bien a la causa democrática que todas las gestiones de mi vida. La sangre de los mártires fecundiza las buenas causas
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