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Propopone el alcalde eliminar más de 10 mil pisos para viajeros

Degradación por el turismo masivo pone a Barcelona en la encrucijada
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▲ Autoridades de Barcelona pretenden eliminar todos los departamentos de alquiler turístico que hay en la ciudad en un plazo máximo de cinco años.Foto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 23 de junio de 2024, p. 19

Madrid. Marc Ripoll es un escritor barcelonés que nació y creció en la ciudad, con lo que ha sido testigo de su evolución al menos las últimas cinco décadas, vive en pleno centro, donde es más sonora la ebullición del turismo masivo.

Vivo desde hace 25 años en el centro de la ciudad, a dos minutos de plaza Cataluña y de las Ramblas, y la invasión turística ha cambiado mi barrio por completo. En los últimos 15 años aproximadamente han cerrado seis librerías, tres pastelerías, una ferretería, dos anticuarios, una mercería, dos colmados y otros pequeños comercios de proximidad. En la actualidad casi todos los comercios que hay son grandes cadenas de ropa o tiendas de souvenirs.

Es el precio que ha pagado la ciudad por su éxito como destino turístico, que tan sólo el año pasado registró datos históricos: alrededor de 15 millones 600 mil personas visitaron Barcelona durante 2023, dejando un benefició económico de 9 mil 600 millones de euros, lo que representa alrededor de 9 por ciento del producto interno bruto de la capital catalana.

Pero ese turismo masivo ha dejado en evidencia la paulatina degradación de la ciudad y la expulsión de los barrios históricos de los vecinos habituales, efecto colateral en el mercado de la vivienda, que no sólo ha incrementado su precio, tanto de alquiler como de venta, más de 70 por ciento en un lustro, sino que hace de la escasez su condición habitual si se trata de buscar un departamento en renta.

Por esta razón, el nuevo alcalde de Barcelona, el socialista Jaume Collboni, decidió adoptar una medida radical y a largo plazo: eliminar de un plumazo todos los departamentos de alquiler turístico que hay en la ciudad –más de 10 mil– en un plazo máximo de cinco años. Es decir, que se prevé que en 2029 ya no operen, al menos de forma legal, este tipo de alojamientos, la mayoría administrados desde plataformas internacionales como Airbnb.

Marc Ripoll relató a La Jornada ese proceso de degradación, que en estos momentos está en su punto más álgido: En el mercado de la Boquería, mi lugar habitual, más de la mitad de las paradas se han transformado para ofrecer productos de consumo inmediato, claramente orientadas a los turistas. Algunos días desplazarse a pie por la calle es engorroso debido a la densidad de gente. Y las paradas de transporte público (bus, metro y taxi) suelen estar abarrotadas. Además, vivo en una calle estrecha que suple a la perfección la falta de urinarios públicos de la ciudad.

Además, advierte que en Barcelona, tal y como sucede en otras ciudades, el turismo está concentrado en unas pocas zonas, las cuales claramente se han degradado debido a la afluencia masiva de visitantes. Además, convertir áreas de la ciudad en parques temáticos quita atractivo para turistas más interesados en temas culturales, tradicionales o históricos.

Una de las señales que alertaron al ayuntamiento de Barcelona de que algo andaba mal, que volcarse en el turismo sin otra alternativa al final podría ser una catástrofe irreversible para la ciudad, fueron los datos del éxodo paulatino, pero continuo, que se ha registrado en años recientes en uno de los barrios históricos de la ciudad, El Raval, donde ahora hay un grave problema de convivencia por la incesante movilidad de los vecinos y la huida de los habitantes más añejos.

Barcelona tiene poco más de 10 mil departamentos de uso turístico y se sospecha que los pisos ilegales que se usan para este mismo fin son también miles. El plan del alcalde Collboni se basa en aprovechar al máximo la regulación autonómica para este tipo de alojamientos, que exige la renovación cada cinco años, para que en cuanto pueda se anulen las 10 mil licencias que están en vigor y, por tanto, dejar de concederlas a partir de este año.

Además, la normativa autonómica fija un límite de 10 departamentos turísticos por cada 100 habitantes, lo que permite a un gobierno local incluso aumentar sus pisos turísticos. Porque con ese límite, Barcelona podría permitirse hasta 160 mil pisos turísticos. En el plan del alcalde esos más de 10 pisos turísticos se convertirán en viviendas para uso familiar.

El testimonio de Marc Ripoll es elocuente, ya que él ha sufrido en carne propia la proliferación de este tipo de alojamientos, que por otro lado se han convertido en uno de los más utilizados por los turistas: En el edificio contiguo al mío hay numerosos pisos turísticos, donde a menudo hay fiestas en días laborables hasta altas horas. La mayoría de los turistas son respetuosos, pero con tal cantidad, es elevada la probabilidad de que te toque cerca alguno que no lo es. Y tal y como he comentado antes, el cierre de comercios de barrio resulta incómodo y la falta de urinarios públicos es un problema bastante desagradable. Y muchos vecinos se han visto forzados a mudarse a otros barrios por el aumento en el alquiler de los pisos.

El plan del ayuntamiento todavía tiene que resolver varias cuestiones antes de que concluya con éxito, entre otras las numerosas demandas que tendrá que resolver la justicia y que ya anunciaron las asociaciones de propietarios de pisos turísticos, que alegan que es un sector vital para la ciudad.

Desde la Asociación de Apartamentos Turísticos de Barcelona se emitió un comunicado en el que señaló al alcalde Collboni de hacer un llamamiento para que la ciudad se llene de pisos turísticos ilegales, al sostener que con la desaparición de los pisos turísticos se perderá la totalidad del turismo familiar, el cliente principal de este tipo de alojamiento. Además, señalan que los pisos turísticos suponen 0.77 por ciento de las viviendas que hay en la ciudad, por lo que considera que el anuncio del alcalde es una cortina de humo por su fracaso en política de vivienda, que el consistorio ahora repercute expropiando a los pequeños propietarios que con su actividad económica dan trabajo a unos 5 mil empleados en Barcelona.

Entre vecinos, como el propio Marc Ripoll hay dudas sobre la forma en que se llevará a cabo el plan: Si realmente lo llevan a cabo (cosa que dudo) estoy convencido de que ayudará un poco al problema del precio de la vivienda, que es uno de los más graves de la ciudad. Y también podría servir para frenar la avalancha turística, siempre que se mantenga la moratoria a la construcción de nuevos hoteles en las áreas con más densidad turística. Además, el plan debería ir acompañado de alguna medida contra las viviendas de uso turístico ilegales, que son muchas.