Opinión
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Jazz

Los Pablos

E

n el México contracultural de todos tan conocido (bueno, casi todos), y de algunos tan temido, han sucedido y suceden encuentros con aroma de prodigio. Tal cual sucedió cuando el pianista Pablo Castro, el contrabajista Pablo Flores y el baterista costarricense Pablo Loaiza formaban la sección rítmica del cuarteto Bad Lemur. En 2019 el guitarrista deja el proyecto y los tres Pablos continúan como trío. Las rutas se replantean. El nombre ya estaba dado.

Poco tiempo después de aparecer en escena, Los Pablos eran ya una fuerte referencia en el circuito del jazz nacional. No sólo se trataba de tres excelentes instrumentistas, cada uno de los tres también componía y, ya en ensamble, dialogaban e improvisaban en una suerte de jazz fusión contemporáneo, con inclinaciones confesas hacia códigos tipo Brad Mehldau o Esbjörn Svensson.

Eran (son) parte central de la nueva generación del jazz en México. Muchas de estas nuevas agrupaciones han emergido de entre las múltiples fronteras del rock, cuando los pulsos creativos de este mismo lenguaje roquero los orilla a cruzar cercas y líneas para lanzarse al más allá. (y no porque el más acá no valga la pena, sino porque en el más allá encuentran horizontes y gramáticas más extensas, más elásticas, con más rutas para abordar, más terrenos por descubrir, más colores por decantar.

Aunque habrá que decir que el rock, por supuesto, siempre ha sido y será una de las músicas más creativas e importantes en la historia de nuestra especie.

Pero estábamos hablando de jazz. Y de Los Pablos.

Desde sus cimientos hasta cada una de las habitaciones con que van construyendo sus mil entramados, sus propuestas, sus argumentos musicales, el trío, por momentos, logra pasajes muy cercanos a la exquisitez. Y así, con dos discos en las alforjas, están por iniciar una gira (el 26 de junio) con 22 conciertos por diferentes ciudades de México y Costa Rica. El calendario completo se encuentra en TikTok @LosPablos.

Platicamos entonces un poco con Pablo Flores.

En sus inicios, el trío tenía una propuesta con más riesgos, más contemporánea; no recurrían prácticamente al swing tradicional. Pero de repente tú empezaste a componer menos denso, con un tenor un poco más clásico; en tus mismos bajeos empezaste a recurrir a esas caminatas tradicionales. ¿Por qué lo hiciste?

Creo que es un proceso un poco natural. Como compositor, uno empieza hacerlo desde sus primeras influencias. Yo, como mucha gente que se dedica al jazz, empecé en el rock; entonces, esas primeras composiciones reflejaban eso. Ahora estoy llegando a esa parte en que ya interioricé más clásico, más jazzero.

En los previos no dejaba de ser jazz, aunque en las rutas de la vanguardia.

Sí, de jazz moderno, de vanguardia, que fue mi primer acercamiento a esta música improvisada.

¿A qué compositores te acercabas entonces?

Me acuerdo mucho de Brad Mehldau, de Robert Glasper, un poco también Pat Metheny, o Bill Frisell tocando covers.

¿Tienen detectados a los públicos jazzeros a donde van de gira?

Esa es una muy buena pregunta. No. Vamos a foros que sabemos son de jazz, pero realmente vamos a presentar nuestra música esperando que haya una buena acogida. No sabemos a qué público vamos a llegar. Tenemos algunos amigos de la escena, nada más.

En el jazz siempre hay problemas para conseguir tocadas, pero ustedes, desde que aparecieron como Los Pablos, tocan con cierta frecuencia. ¿Cómo le hacen? ¿Cuál es la fórmula?

Nos lo preguntan mucho. Yo responsabilizo 100 por ciento al baterista, Pablo Loaiza, que tiene esa facilidad, ese don; le viene muy natural. Más lo poco que podemos aportar los otros dos Pablos. Para que nos abran el foro, creo que es importante tener una propuesta como Los Pablos, que no es el proyecto solista de alguien, sino que es una banda consolidada.

En el volumen 3 de la Enciclopedia Fonográfica del Jazz en México, al abordar a Los Pablos, se puede leer: Pablo Castro estudió composición en la Escuela Nacional de Música y tiene una tradición bien impresionista; trabaja mucho con acordes; muchas de sus piezas son desarrollos largos de motivos y eventualmente se llega a un solo. Pablo Loaiza, por el contrario, es un gran compositor de melodías muy simples, muy sencillas, pero que siempre se quedan en la cabeza del escucha; él tiene muchas influencias del indie rock. Y yo compongo piezas muy abiertas a la interpretación; muchas cosas inspiradas en Ornette Coleman, en Thelonious Monk y en el free jazz también. Presento ideas y confío en ellos para que las desarrollen y lleguemos a buen término. Salud.