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Ciudad perdida

La traición que mató al PRD

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▲ Un muerto, dos lesionados y dos detenidos fue el saldo de la agresión, en la colonia Tabacalera, a un menor que acudió con su padre a comprar un teléfono celular que vio anunciado en redes sociales.Foto Alfredo Domínguez
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o es verdad, el PRD no murió, lo mataron a traición. Nadie pensó, aquel 5 de mayo de 1989, que el partido que llevó por primera vez a la izquierda hasta niveles de gobierno nunca antes logrados fuera entregado al prianismo para que se pudriera en sus manos.

El crimen se fraguó una mañana de julio de 2012 en una casa que había rentado la Fundación Equipo, que planteaba el reforzamiento de la izquierda en el país. En la reunión estaban Andrés Manuel López Obrador, Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Camacho, Marcelo Ebrard, Jesús Ortega y Jesús Zambrano, y hay quien asegura que también asistió Juan Ramón de la Fuente.

En esa reunión se presentó el Pacto por México, el mismo que fue rechazado por ser contrario a los intereses nacionales, pero para el chuchismo significó la oportunidad de subirse al camión de los triunfadores y corrieron a entrevistarse con el entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para ofrecerle el documento.

En aquel momento el PRD murió para la izquierda con las reformas estructurales –educativa, energética y fiscal– que se impulsarían en el gobierno de Peña Nieto. Aunque más tarde los amarillos decidieron abandonar el pacto porque implicaba el ingreso de la IP en el área de los energéticos, cosa que sabían desde que llevaron el acuerdo a Bucareli, trataron de engañar con su acción demagógica.

Muchos militantes protestaron por las acciones de la cúpula del partido, entre ellos el entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, pero el mal ya estaba hecho. El PRD había cavado su propia tumba.

Muy pocos pudieron ver que el virus de los chuchos tenía infectado al organismo. Los gritos de alerta nunca fueron escuchados, cuando algo aún se podía hacer por ese partido, o tal vez esos pocos lo desahuciaron muy pronto y se dedicaron a observar cómo aumentaba el mal día con día.

No eran pocos los decididos a la traición. Ortega, Zambrano, Acosta Naranjo, los mismos que se decían salvadores, escondían el puñal entre el ropaje de la demagogia y se lanzaban como la Nueva Izquierda a apoderarse del partido, auspiciados por la debilidad que acusaron otras corrientes, como la de René Bejarano, reinante hasta el episodio de las ligas.

Ese momento marcó una honda traición: la de Rosario Robles, con la colaboración del empresario argentino Carlos Ahumada, quien aún tiene deudas con el gobierno de México. A ella se le consideraba un muy importante activo dentro del partido del sol azteca.

Amalia García, militante de siempre en las luchas de izquierda, tenía a su resguardo la otra corriente fuerte: Foro Nuevo Sol, que fue absorbida, por decirlo de alguna manera, por el chuchismo, que avanzó en el camino que le marcaron los intereses panistas, con lo que ya empezaban los acuerdos.

Pero nada como el descaro de aquel inicio de los trabajos del Constituyente de la Ciudad de México. Esa mañana, la reunión con el grupo perredista que se efectuó en uno de los salones del Palacio de Minería, en el Centro Histórico, produjo sorpresa en muchos de los asistentes.

Jesús Ortega, quien recientemente había perdido a manos de Dolores Padierna la elección para convertirse en el líder de la bancada amarilla, llegó a la reunión algunos minutos tarde, pero antes de tomar su lugar amenazó con que o se iba en acuerdo con el PAN o no habría Constitución.

El PRD de aquel momento no hizo caso de la amenaza de Ortega y los trabajos continuaron sin acuerdo visible con los azules, aunque eran muy obvios los acercamientos entre ambos colores.

Entonces ya se sabía quiénes eran los criminales y hubo quienes pretendían salvarlo, pero al partido ya lo habían declarado con heridas que provocan la muerte por necesidad.

De pasadita

No cabe duda, si de lo que se trata es buscar las formas de engañar a la gente este gobierno de la ciudad pide mano. Resulta que ahora, en una acción que puede considerarse certera, inicia una cruzada en contra de los lugares en los que se vende alcohol a menores de edad, lugares que no llegan ni a permiso de apertura.

Lo malo es que las mismas autoridades se niegan a decir quiénes son los dueños de esos lugares. Así que esta vez cerrarán algunos, pero mañana se abrirán otros que serán de los mismos dueños. ¿De quién se quieren burlar?