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De la otra ciudad

Uniformes escolares son la especialidad

Maquiladora familiar crea su propia marca de ropa

El matrimonio Aguilar Arellano forjó el sueño de tener su empresa en casa cuando se conocieron

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▲ Su especialidad son los uniformes, desde jardín de niños hasta secundarias, mercado en el que buscan clientes al mayoreo.Foto Pablo Ramos
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▲ Desde la sala de su casa, en la colonia Castillo Chico, la cooperativa encabezada por los esposos es minuciosa en todo el proceso.Foto Pablo Ramos
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▲ Desde la sala de su casa, en la colonia Castillo Chico, la cooperativa encabezada por los esposos es minuciosa en todo el proceso.Foto Pablo Ramos
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▲ Desde la sala de su casa, en la colonia Castillo Chico, la cooperativa encabezada por los esposos es minuciosa en todo el proceso.Foto Pablo Ramos
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de junio de 2024, p. 25

La experiencia de 35 años, calidad y precios accesibles definen la línea de uniformes escolares y prendas que confecciona el matrimonio conformado por Irma Arellano y Agustín Aguilar en un domicilio de la colonia Castillo Chico, en las faldas del cerro del Chiquihuite, en Gustavo A. Madero, que en 2016 decidieron constituir la cooperativa Fabricación y maquila de ropa Los Aguilares.

Su finalidad es diseñar más productos y ampliar las ventas al mayoreo, por lo que con el apoyo de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo por 120 mil pesos compraron nuevas máquinas de coser y una plancha de vapor.

Además de la línea de uniformes y pants para escuelas de educación básica, la cooperativa se dedica a la confección de lo que los clientes de la zona soliciten, como son sudaderas, pijamas, filipinas, batas para personal que labora en estéticas, laboratorios, consultorios médicos, panaderías y centros de lavado de automóviles, así como playeras tipo polo.

Entrevistados en el taller de costura habilitado en la sala y comedor de su vivienda, Agustín asegura que las prendas de la cooperativa, que llevan una etiqueta con la marca Pauled, son de calidad.

Define que las diferentes creaciones se confeccionan a partir de las plantillas que realizan diseñadores, se elaboran con tela e hilos nacionales, además de que cada una tiene de 10 a 12 puntadas por pulgada en la costura e innovaciones como bolsas ocultas y micas con cierre para colocar las credenciales de los estudiantes.

Hacemos trabajos profesionales porque las faldas, pantalones, jumpers, suéteres, lo que realicemos no tienen huecos en la costura, lo que hace la diferencia con otros productos que se descosen al primer uso o de los que son confeccionados con telas e hilos de China e India, explica.

Irma, originaria del poblado Real de Tepantitlán, municipio de San Miguel Totolapan, Guerrero, recuerda que desde niña empezó a utilizar la máquina de coser de su mamá, pero ante la falta de oportunidades emigró a la Ciudad de México para trabajar en diferentes maquiladoras, donde conoció a Agustín, quien nació en Querétaro, y decidieron abrir su propio taller.

La tierra de uno no es donde se nace, sino donde la pases y vivas mejor, señala la mujer, quien acude dos veces a la semana a un tianguis de la colonia para ofrecer los uniformes escolares y los modelos de ropa que confeccionan, junto con su hija y nuera, entre otros integrantes de la cooperativa.

Piden competencia justa

Sin embargo, el matrimonio lanza un llamado a las diferentes autoridades para que se les permita vender los uniformes sin restricciones en las inmediaciones de las escuelas, al señalar que se han enfrentado a la competencia desleal, ante supuestos acuerdos entre funcionarios de las instituciones educativas y proveedores externos que obstaculizan la apertura del mercado.

Nos hemos encontrado de todo, pero ahí vamos en la terquedad de querer ser fabricantes, dice Agustín al expresar que tiene algunos clientes que viajan desde Zumpango, estado de México, hasta la colonia Castillo Chico, donde esta su taller.

Coinciden en que el reto es fortalecer el negocio a fin de contar con clientes frecuentes a los que manufacturen uniformes al mayoreo, por lo que prevén que con el siguiente apoyo que reciban comprarán una máquina especial para realizar ojales en pantalones, conocida como ojal de botella, que cuesta 270 mil pesos.

A largo plazo la meta es tener un local en calles del primer cuadro de la capital, al destacar que los padres de familia pueden conseguir los uniformes a precios accesibles de las tallas tres a la ocho, en 340 pesos, mientras los pants con pantalón, chamarra y camiseta en 450, así como tallas que llegan hasta los 16 años y medidas especiales.