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Piloto Miguel Gutiérrez

El ala delta te regala la experiencia de ser ave

Por ser un deporte de alto riesgo exige una preparación minuciosa y el empleo de equipo adecuado

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▲ Los vuelos de ala delta duran entre 20 y 30 minutos en promedio, aunque el clima, las condiciones orográficas y la pericia del piloto pueden hacerlos variar.Foto cortesía Miguel Gutiérrez
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de abril de 2024, p. a12

Tener la posibilidad de acariciar las nubes mientras se planea con la suavidad de una pluma, solamente con la ayuda de un papalote de metal, es una experiencia que pocas personas en el mundo consiguen. Aquellos que son capaces de hacerlo viven una realidad más cercana a la dimensión de las aves que a la de los humanos menciona Miguel Gutiérrez, uno de los primeros pilotos de ala delta (hang glider) en México.

Considerado un deporte extremo o de alto riesgo, debido a que quienes lo ejecutan ponen en peligro su vida, tiene como principal propósito mantenerse e ir ascendiendo en el aire, al utilizar principalmente las corrientes térmicas de la forma en que lo hacen las aves.

Existen múltiples competencias alrededor del mundo de esta disciplina. A finales de febrero se celebró en el estado de México la Carrera Clásica El Peñón, en Temascaltepec, en la que participaron pilotos de múltiples nacionalidades, entre ellos siete mexicanos, de acuerdo con la plataforma especializada Airtribune.

Las hang gliders son estructuras metálicas triangulares de aproximadamente 35 kilogramos, dependiendo el modelo y material empleado para su fabricación; regularmente están hechas de aluminio y se complementa con una vela de dacrón, que es una fibra sintética que evita que se rasgue la tela en caso de sufrir daños.

El ritual de esta disciplina comienza con largas caminatas de los pilotos con su equipo a cuestas en la búsqueda del sitio ideal para lanzarse al vacío. La ansiedad se incrementa cuando arman el artefacto, a veces tan deprisa por la emoción que les genera estar ya en el cielo. La altura adecuada para iniciar el vuelo depende en gran medida de las condiciones del viento y si el intrépido viaje se va a realizar a nivel del mar. Hay quienes prefieren subir en vehículos hasta el punto de despegue.

El siguiente paso es sujetarse bien el arnés, supervisar que todo está en su lugar, verificar el variómetro, ese instrumento que avisa cuando se pierde altura y hace lo propio mientras el piloto asciende. Después, los voladores corren sobre la pista de despegue y en un parpadear ya no tienen más los pies en la tierra.

Antes de elevarte y mientras corres a toda velocidad se apodera de ti un sentimiento indescriptible, la boca se seca, no existen palabras para comunicar lo que se siente, relata.

La disciplina es catalogada como un deporte de vuelo libre, debido a que se realiza mediante el uso de un planeador capaz de ser transportado y despegado a pie, empleando únicamente la energía y las piernas del piloto, de acuerdo con lo establecido por la FAI (Federación Aeronáutica Internacional).

Te das cuenta que estás en el aire cuando se siente un jalón del arnés, ahí es cuando debes tomar el control. Eres tú y el papalote en la naturaleza. ¡Eres libre!

Los riesgos de volar

Como en cualquier deporte existen riesgos, pero en el ala delta los incidentes podrían ser fatales. Para poder volar, los pilotos deben aprender diferentes teorías que incluyen principalmente aerodinámica y meteorología.

Recuerdo a muchos chavales que se sentían muy bravos y se iban de hocico contra los pastizales, algunos de ellos se zafaron los codos en las caídas, una lesión común, detalla Tonatiuh Camacho, piloto de este deporte.

Con el ala delta se alcanza en promedio una velocidad entre 40 y 60 kilómetros por hora.

Por su parte, Gutiérrez cuenta a La Jornada que existen dos formas para poder ganar altura, “una es con el viento laminar que pega en una montaña de frente, a esto se le llama barlovento, mientras la otra se consigue al tomar las corrientes de aire termales que vienen desde el suelo, las cuales se calientan con el sol y son aquellas que los zopilotes toman para ganar altura, por lo que los pilotos pueden guiarse con ellos.

Cuando estás a unos mil metros de altura desde el punto de despegue, el mundo se ve diminuto, los pastizales de donde saliste se perciben como simples parches verdes, describe Camacho.

El promedio de duración de los vuelos es entre 20 y 30 minutos y depende de diversos factores, entre ellos el clima, la experiencia de los pilotos y si se utiliza un tándem, el cual es un artefacto que se sujeta al soporte de la estructura y permite llevar un acompañante.

De acuerdo con la FAI, existen dos clases de ala delta. Al primero se le denomina como flexible, el cual simula a la vela de un barco y su precio se encuentra entre 40 y 60 mil pesos, mientras al otro se le conoce como rígido por contar con un mayor soporte. Tiene un costo aproximado de 100 mil pesos. También existen modelos motorizados.

Al formar parte de una familia de pilotos, la adrenalina en Miguel Gutiérrez corre por sus venas desde muy pequeño.“Mi papá fue pionero de la aviación en México, se llamaba Agustín Gutiérrez Peláez y le decían El Gato”, expresa con gran entusiasmo. Gracias a esa herencia, ahora te puedo decir que soy privilegiado de volar como las aves, agrega.

Uno de sus más grandes éxitos fue conseguir un sexto lugar mundial en una competencia campo traviesa en California en 1993, cuya finalidad es recorrer determinadas distancias en el menor tiempo posible. Otras categorías de competencias son por ganancia de altura, distancias en línea recta y acrobacias. Existen varios torneos de ala delta en el mundo, aunque los más importantes son los campeonatos del orbe, donde México fue sede en 2015.

Así como Gutiérrez ha disfrutado a lo largo de los años poder acariciar el cielo volando al practicar el ala delta, uno de sus principales propósitos en la actualidad es transmitirlo a la gente y enseñarles ese sitio empíreo que solamente se alcanza con esta disciplina.

Volar representa mi vida, desde siempre he hecho esto y lo seguiré haciendo. Mi empresa se encarga de instruir a jóvenes en ala delta y parapente para que también puedan disfrutar como yo de volar como las aves.