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Hotel Nirvana explora en escena el contraste entre la utopía y una realidad alterada

La obra en el Cenart aborda la complejidad de 11 personajes bajo los efectos de un sicotrópico llamado logos

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▲ A cargo de la CNT, tendrá temporada del 4 al 21 de abril en el Teatro de las Artes.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Domingo 31 de marzo de 2024, p. 4

El ficticio hotel Nirvana es el sitio de la exploración, orquestada por el investigador Tom, de la droga logos, que exacerba el lenguaje. El montaje teatral con el mismo nombre es un vistazo estremecedor a los profundos conflictos y virtudes de 11 personajes en el momento en que son más vulnerables y honestos: con los efectos del sicotrópico.

La obra de teatro, que remite a los años 60 del siglo pasado en un imaginado Zihuatanejo, tendrá temporada del 4 al 21 de abril próximo en el Centro Nacional de las Artes (Cenart).

Es la reflexión sobre la utopía y la realidad marcada por la infelicidad, donde la breve, y al parecer infructuosa experiencia con sustancias enteógenas, remarca una máxima irreductible: si ves una chispa significa que la luz existe.

El eje es Tom, inspirado en el sicólogo estadunidense Timoty Leary (1920-1996) y su investigación de la dietilamida de ácido lisérgico (LSD) en el guerrerense hotel Catalina, mientras el mundo se convulsionaba por la irrupción de las sustancias que expandían las puertas de la percepción.

El diseño sonoro y escenografía, así como el vestuario y maquillaje de la obra de teatro llevan al espectador al tiempo en que se exploraba la liberación sexual, la sicodelia, el pacifismo y se profundizaba la crítica al sistema de cosas de la contrastante década que fue hito en la historia occidental.

El escenario se basa en una sencillez significante: cuatro habitaciones con paredes de caña móviles que permiten el atisbo a lo que sucede en la coral exhibición de tensiones entre sus personajes, que van desde las relaciones poligámicas, el examen del mundo exterior e interior y la búsqueda de sentido en la existencia, acechadas por la guerra y los sistemas de gobierno.

Hotel Nirvana, escrita por el narrador y cronista Juan Villoro, explora los secretos y posible sanación de un ex militar traumatizado por lo que hizo en la guerra, una filósofa obsesionada con las ideas y en conflicto por su sexualidad, el antropólogo que ha hecho del entendimiento y crítica de la realidad su motor vital hasta lo destructivo y la hija de un millonario cuya aspiración enardecida es tener una vida normal.

En la presentación a la prensa de la obra se pudo apreciar el desarrollo de otros personajes: el joven que alardea de su pertenencia indígena, el político priísta de vocación indisoluble, la mujer cuya endurecida búsqueda es la cercanía de su padre y líder del grupo, el adalid de esa congregación de personas en busca de sentido, la chica cuyo amor/odio por su progenitor converso la convenció de hacerse monja y al homosexual enamorado de Tom.

Los seres que habitan en este momento de la ficción teatral llevan en sus venas el impulso y dolores inyectados por una sociedad que los niega aunque aparente necesitarlos. Representan los dolores y engaños naturalizados y prontos a explotar. El tratamiento recae en el humor y la parodia de los absolutos.

Una de las riquezas de la puesta en escena de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) es construir las relaciones de esta variedad de personajes cuya complejidad excede en mucho el somero boceto para desarrollar las emociones poderosas en un lugar escénico cuyo propósito es asumirlas y superarlas, a pesar de que para ello se tenga que enfrentar el núcleo mismo de la aflicción.

Tom es claro en que la utopía es el conflicto y está en el fango, es un charco de orines que refleja las estrellas. No se trata de conseguir un diamante, sino de enfrentar el basural en cuyo centro está la piedra preciosa. Y destaca: nos une la fragilidad, pero por eso nos tienen miedo.

Además de la casi simultánea acción en las cuatro habitaciones y un espacio común, se dan dos espacios conectados pero autónomos: la realidad que propende a las mistificaciones y las sesiones de experimentación con logos, cuando el lenguaje adquiere libertad irrestricta.

Logos, explican los personajes en una definición coral, es comprensión del idioma, eres tú, es el discurso sin ambages, es una huella y no una palabra, es la posibilidad; es la potencia, es una purificación del lenguaje, es la palabra razonada, es la sabiduría anterior al Dios encarnado y la transformación a través del pensamiento hablado. El lenguaje, se dice, es un fármaco que es cura o veneno.

La palabra se erige en la parte central del montaje. Los términos miedo, odio, sexo, cuerpo, valentía, amor, herida, víctima, ideas, Zapata, son la base de una trama de significados que se transforman con velocidad en un caleidoscopio mental que recorre las historias personales de los protagonistas. Imaginación y hechos se entrelazan en la puesta en escena de discurso interior.

Mientras, el entorno confabula para proscribir estos inicios de entendimiento de logos; el gobierno mexicano cede a los dictados de Washington para prohibir estas indagaciones; la droga se enlista entre las restringidas, y así se construye el futuro, que ya es el presente.

La cita es en el Teatro de las Artes del Cenart (Río Churubusco 79, colonia Country Club) del 4 al 21 de abril. Los jueves, viernes y sábados a las 19 horas, y los domingos a las 18 horas. El costo de entrada es de 150 pesos.