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Cae expectativa de movilidad social

Educación de masas redujo el valor del título universitario, según experto

Los hombres encuentran más trabajos relacionados con su carrera // El porcentaje de egresados que consiguen un empleo regresa a niveles prepandemia: UVM

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▲ Estudiantes de la UNAM en un momento de recreación en las islas de Ciudad Universitaria.Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Sábado 30 de marzo de 2024, p. 8

Aunque Fernanda Ibarrola sigue amando a la arquitectura, no es esa pasión por los materiales de construcción y los planos la que le ayuda a pagar las cuentas del día a día. La manutención de su hijo y la de ella misma es un aspecto que nunca pudo conciliarse con una carrera de la cual egresó con muy buenas calificaciones y muchas expectativas.

Al entrar a estudiar arquitectura a la UNAM, hace ya varios años, ella ignoraba el escenario de precariedad que, dice, es tan común en esa disciplina. En general es complicadísima, porque aunque trabajes fijo para un despacho, nunca te dan un contrato, en algunos casos no te pagan, no te dan prestaciones de ley. Estás siempre como una persona externa, aunque tengas horario y espacio de trabajo designado.

Las cosas se volvieron aún más difíciles cuando Fernanda decidió embarazarse, porque lejos de tener el apoyo de la empresa para la cual trabajaba en ese entonces, fue despedida sin recibir ninguna liquidación. No había flexibilidad para hacer mi trabajo correctamente y al mismo tiempo cuidar a mi hijo, lamenta en entrevista.

Los años pasaron y, entre empleos donde los mismos trabajadores debían cubrir los gastos básicos de la empresa, los proyectos que nunca le pagaron, y ofertas de trabajar para despachos consolidados sin recibir sueldo, sólo para hacer currículum, Fernanda decidió que era suficiente y dejó de ejercer su carrera.

Todo eso causó un daño profundo en mis finanzas y una decepción brutal de la profesión. Por un lado, era una labor muy demandante que no daba a cambio ni la mitad de lo que una aportaba, y por el otro, la impotencia porque no te dieran ninguna prestación, no te cumplieran lo acordado y después no te pagaran, así, con la mano en la cintura. La combinación de todo eso va haciendo que una aborte la misión, cuenta Fernanda, quien hoy se dedica a la elaboración y venta de joyería.

Me encanta lo que hago. También es súper inestable, pero es mi propio negocio, estoy en mi casa y puedo hacerme cargo de mi hijo. Ahora mi preocupación es que no tengo un quinto para la jubilación y no sé qué va a pasar conmigo cuando sea adulta mayor.

Inflación en el mercado laboral

Como Fernanda, hay miles de profesionistas en México que no sólo no encontraron en sus títulos universitarios una forma solvente de ganarse la vida, sino que, además, tuvieron que incursionar en actividades muy distintas a las que le dedicaron años de formación.

Cristóbal Villalobos, académico de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, estimó que este fenómeno puede considerarse como una especie de inflación de los títulos universitarios, pues más allá de no permitir un cierto retorno económico individual (para los estudiantes graduados), no hay posibilidades de que las personas utilicen esos conocimientos para las sociedades, porque terminaron empleados en un sector de servicios, de alimentos o una plataforma como Uber.

En un escenario de masificación del acceso a la educación superior en América Latina (región donde en menos de 50 años se pasó de un par de millones de estudiantes a casi 100 millones), los títulos dicen poco de lo que una persona puede hacer o hace en el merca-do laboral.

A diferencia de décadas anteriores, indicó el experto, esa promesa de que sólo con estudiar uno podía tener todos los bienes que necesitaba, se va deshaciendo, y eso genera un problema de expectativas muy grande. Se pierde la idea de que la educación superior era un camino para la movilidad social.

La situación laboral de jóvenes mejora, pero crece el autoempleo.

Si bien el fin de la pandemia de covid-19 marcó un punto de mejora para las condiciones laborales de los egresados universitarios, quienes lograron encontrar más trabajos relacionados con sus carreras, dichas oportunidades siguen beneficiando más a hombres que a mujeres y continúan dependiendo, en gran medida, de las relaciones sociales y familiares de los jóvenes, según estudios sobre el tema.

De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Egresados 2023, que incluye a instituciones de educación superior públicas y privadas, realizada por de la Universidad del Valle de México (UVM), el año pasado el porcentaje de egresados empleados aumentó después de la caída registrada en los años de pandemia: 39.8 por ciento tiene trabajo en el sector privado (9.4 por ciento más que en 2022) y 23.2 por ciento en el público (6.4 por ciento mas que en el año previo).

Por lo que se refiere a la afinidad del primer empleo de los estudiantes encuestados con su carrera, dicho índice aumentó a 57.4 por ciento en 2023, desde 51.1 registrado en 2022, lo cual puede ser un efecto del fin del episodio sanitario.

Los egresados con mayores posibilidades de encontrar empleo de su área de especialidad son los de salud, veterinaria y agronomía, mientras que los de menores opciones son los de ciencias sociales, artes y humanidades.

Sin embargo, por no estar satisfechos con las condiciones laborales que encontraron como asalariados, o por vocación, cada vez más egresados de universidades terminan trabajando como profesionistas independientes: en 2020 fueron 17 por ciento; en 2021, 19; en 2022, 24, y en 2023, 27.2 por ciento.

Aunque según la encuesta de la UVM 83.8 por ciento de los profesionistas independientes se dijo contento con este esquema de trabajo, 73.1 también admitió que dejaría esta condición si pudiera entrar al sector público o privado.

Un factor que determina la obtención o no de un empleo son las relaciones sociales de los alumnos, pues 35.9 por ciento de quienes lograron ser aceptados lo hicieron gracias a la recomendación de un familiar, amigo o conocido.

Además, los hombres continúan teniendo mayores oportunidades, como lo demuestra el hecho de que fueron ellos quienes tuvieron más opciones para adquirir experiencia en el sector privado, público o como profesionistas independientes, así como mayor acceso a promociones o aumentos salariales, según el estudio de la UVM.

Pese a que muchos jóvenes universitarios siguen sin poder ejercer plenamente su carrera y vivir de ella, el investigador Hugo Aboites, experto en temas educativos, es optimista sobre lo que aportan a la sociedad los egresados de las casas de estudios superiores, aunque trabajen en áreas diferentes a las de su especialidad.

“Lo primero que hay que aclarar es que (su conocimiento) no se pierde. Un joven que fue a una universidad de amplios horizontes no es una pérdida para el país, a pesar de que se diga que ‘terminó siendo taxista’”, recalcó.

Quienes tienen la oportunidad de formarse con una perspectiva amplia del conocimiento y aprenden a aprender, suelen tener relaciones familiares más respetuosas, darle más importancia a la formación de sus propios hijos y tienen capacidad de desarrollar proyectos productivos, como lo describió el investigador Carlos Muñoz Izquierdo.

“La lección es que el conocimientosirve. Nunca sabe uno exactamente para qué, pero está ahí. Si estos jóvenes tienen intereses amplios, pongámoslos a trabajar en problemas concretos y ahí se desarrollará su creatividad, pero tenemos que trascender la inmediatez y el pensamiento lineal de ‘usted sabe esto, y entonces sólo puede hacer esto’”.

Villalobos coincide: no se discute mucho el retorno social: si hay más personas con educación superior en una sociedad, hay mayores posibilidades de innovación, de crecimiento productivo y de desarrollo de nuevas tecnologías. Hay un crecimiento de las potencialida-des sociales.