os santuarios para animales maltratados o en peligro de extinción poseen una importancia mayor, aunque menos visible que los zoológicos convencionales. También dicen mucho de hasta dónde ha llegado la depredación humana sobre las bestias silvestres. En México vienen a la mente el santuario Ajolote en Xochimilco, y el de burros, Burrolandia, en Otumba, siendo los pollinos una especie amenazada y en creciente desuso. Del ajolote, qué decir. Por ahora, quizá para siempre, sólo sobreviven en cautiverio, in vitro o en estanques controlados. Un caso dramático, antesala del arca de Noé.
En Pastaza, puerta de la Amazonia ecuatoriana, conocí un santuario para monos en gran cantidad y variedad, la mayoría ya incapaces de sobrevivir en la naturaleza abierta, con un pasado en jaulas, cadenas, circos o patios traseros de casas y hoteles; uno podía cargarlos como bebés, dejarlos trepar la cabeza, alimentarlos con bananos, hacerles piojito.
En Tlacolula, Oaxaca, opera (todavía y de milagro) un santuario para grandes felinos, principalmente jaguar, como indica su nombre, Yaguar Xoo. Localizado en Tanivet, resulta la más benigna de las prisiones de la localidad, pues allí se encuentra un penal femenino y otro varonil por los que han pasado no pocos presos y presas políticos y políticas. También queda cerca, por casualidad posmoderna, la ciudad prehispánica de Yagul, sitio de particular interés, asiento de sucesivos reinos y edades zapotecas antes y después de la era cristiana, con su buena cancha para el juego de pelota. Cuevas y grutas con pinturas prehistóricas permiten pensar que compitieron por ellas con el jaguar, de por sí figura presente en la mitología de aquellos zapotecos, pobladores ancestrales de los valles de Oaxaca.
El encomiable santuario de los jaguares sufrió un grave incendio hace menos de un mes, el 24 de octubre. Desconocidos ingresaron de noche a las instalaciones de Yaguar Xoo, robaron equipo electrónico, incluyendo las cámaras de monitoreo para los animales, así como mercancía para los visitantes y fuente de ingreso adicional a los patrocinadores públicos y privados. Así que uno ingresa al recinto a través de estructuras quemadas convertidas en leños y carbón. Lo bueno es que a los animales no les llegaron las llamas, porque están más adentro. La mayoría de sus michos son propiedad de la nación. Fue un incendio en forma, con altas llamas voraces. Usted habrá visto la noticia. Al parecer, por chantaje inmobiliario.
Todo esto para llegar a los grandes gatos allí hospedados. ¿Qué felinos salvajes existen en México? Puma, lince, ocelote, jaguarundi, margay y jaguar, el más grande de todos, rey de la selva en Mesoamérica (por muchos pueblos indígenas llamado tigre
, el famoso tecuán). Considerado especie bandera, o paraguas, su existencia garantiza la de múltiples especies animales, un verdadero subreino de la naturaleza. Donde hay jaguar, la vida silvestre cuenta con agua y floresta, está sana y por ahora a salvo. A cual más bello, nuestro elenco felino es majestuoso: gatos discretos pero canijos, evitan la sobrepoblación de otros mamíferos. Desconfiados y carnívoros estrictos, tampoco es cosa de hacerse su amigo.
En Yaguar Xoo se encuentra un par de jaguares hembras que de cachorritas fueron regalo para una niña que cumplía siete añitos. Luego crecieron y ya no fueron tan lindos gatitos, así que tuvieron que donarlos. Sin colmillos ni garras, estaría en desventaja en la selva. También hay un par de jaguares negros (o melánicos, el mismo jaguar con anomalías genéticas, más mitificados que frecuentes), decomisados en alguna parte. Se suman una pareja de jaguares. Al parecer los seis proceden de Sudamérica. Dos más, capturadas en Calakmul, Campeche, fueron liberadas en Quintana Roo en 2021.
Completan el vecindario otros ilustres miembros del género Panthera, onca el jaguar, una pareja de leones (leo) en apacible tedio y tres tigres de Bengala (tigris), como para William Blake.
También hay pumas, el único felino continental (del Yukón a la Patagonia). Dos hembras, una joven y la otra anciana, se encuentran en exhibición. Tres más, rescatados con su madre moribunda en la Huasteca hidalguense, son mantenidos en aislamiento bajo condiciones lo más silvestres posibles, para facilitar su retorno a la naturaleza sin las taras del cautiverio. El equipo Pumas de la UNAM patrocina en parte este proyecto. Lontal, Dasai y Sama son unos pumas guapísimos. El robo de cámaras ha imposibilitado su monitoreo en las semanas recientes, pero se sabe que están bien.
Completan la población de Yaguar Xoo un ocelote y un lince de la tercera edad, así como un par de melancólicos monos arañas que a saber qué vida tuvieron; se ven meros sobrevivientes. El santuario se propone como el primer centro de rehabilitación y resguardo de jaguares dentro de un área natural protegida, que atiende a felinos en conflicto con el ser humano. Representa la primera población genéticamente viable de jaguares ex situ en el país.
Perezosos y apacibles tras las alambradas, estos especímenes permiten admirar sin prisa el fabuloso tapiz de sus manchas, logro plástico de la naturaleza que ha inspirado a los pintores de Cacaxtla y el sureste maya hasta Diego Rivera, a escultores desde los olmecas hasta los mexicas, a los alfareros de Amatenango del Valle, en Chiapas, y las máscaras de Zitlala, en la Montaña de Guerrero.