Acapulco, Gro., A ocho días del azote del huracán Otis, el sistema de transporte Acabús reinició actividades con recorridos gratuitos en cuatro de sus rutas, mientras las tarifas de los camiones urbanos subieron de 12 a 20 pesos.

En la nueva economía posterior al meteoro, una lata de refresco se vende entre 20 y 35 pesos, un litro de agua congelada envasada cuesta 30 pesos.

Algunos comerciantes reanudaron actividades. En la playa Condesa se expenden latas de cerveza fría desde 30 y hasta 45 pesos. Al ver a clientes en una miscelánea, un reportero gráfico comentó que compraban cerveza como si fuera el último día que fueran a beber.

Viaje callado

En el trayecto entre la colonia Icacos y la glorieta de La Diana, de la ruta Farallón-Cruces, la mayoría de los pasajeros viajan en silencio, y algunos recuerdan las primeras horas del 25 de octubre, cuando Otis fustigó a Acapulco.

Llegué a mi casa a las 11 de la noche y en ese momento comenzó a llover más fuerte, cuando empezó lo bueno, narra una pasajera a un varón, quien relata que unas lanchas amanecieron arriba de su casa.

Otra usuaria elude contar lo sucedido y, a pesar de las preguntas de una adulta mayor, apenas hace comentarios.

Muchos viajantes van con la mirada perdida. Algunos miran en silencio por las ventanas durante el trayecto del camión, una unidad con aire acondicionado, mientras en el exterior se observa un panorama devastador.

Demasiado daño

Ocho días después del impacto, la basura se acumula en la avenida Costera Miguel Alemán, y el mal olor se expande en la franja turística. La pestilencia es insoportable.

Afuera del hotel Playa Suites, en la zona Dorada, se acumula casi una tonelada de desechos y el panorama se repite en cada esquina. Hay montones de basura suelta y en bolsas de plástico revueltas entre escombro, palmas secas, restos de semáforos, vidrios rotos, colchones, marquesinas, paradas de autobús destruidas.

Brigadas del gobierno de la Ciudad de México desarrollan trabajos de limpieza, pero el daño es demasiado.