Bogotá. Casi 40 millones de ciudadanos podrán elegir hoy a los 32 gobernadores y 1102 alcaldes de Colombia, jornada alrededor de un debate picante que divide a políticos y analistas: ¿son estos comicios un plebiscito sobre la gestión del primer presidente de izquierda en la historia del país?

Con sólo 15 meses en la Casa de Nariño, el mandatario Gustavo Petro ha optado por no intervenir en la discusión, invitando a los colombianos a votar masivamente, pero –sobre todo– a hacerlo a conciencia, sin caer en la vieja y enquistada práctica electoral de cambiar el voto por dinero u otras efímeras prebendas.

Sin apelar a largos discursos para convencer al electorado de no empeñar su conciencia por unos dólares, el mandatario anunció esta semana que el gobierno recompensará por denunciar a compradores de votos, quienes pululan en las barriadas pobres de las ciudades y de los municipios de la periferia, donde pocas veces abunda la comida en la mesa.

El pago por informar de prácticas corruptas, que desde tiempos inmemoriales habitan en las elecciones regionales de Colombia, generó una polémica que dejó en claro la molestia de las fuerzas políticas tradicionales, nerviosas ante la posibilidad de que sus sufragios, siempre cautivos, disminuyan. Fue tal el impacto de la iniciativa, que el fiscal general Francisco Barbosa, criticó la medida y anunció, visiblemente molesto, que la Fiscalía no pondrá un peso para tales recompensas.

¿Medición de fuerzas o de dinero?

Más allá de la eficacia de esta nueva propuesta, el debate que suscitó revela hasta qué punto el resultado electoral puede ser una expresión de apoyo o de rechazo al aún joven gobierno de Petro, y qué tanto se pueden comparar con los resultados del 19 de junio de 2022, en los que el jefe de Estado obtuvo más de 11 millones de votos.

Horacio Duque, analista político y experto en temas electorales, dijo a La Jornada que los comicios lo único que miden es cuánta plata se gastan los caciques políticos de las regiones para obtener los cargos a los que aspiran, así que convertir este proceso en un termómetro sobre la popularidad del presidente es un exabrupto.

La periodista María Jimena Duzán escribió ayer: Como ya los partidos no representan mayor cosa, el poder de la política regional ha recaído en unas estructuras de poder mafiosas que los colombianos conocemos como clanes.

Con cámara oculta, medios independientes han grabado escenas que muestran cómo, a plena luz del día y muchas veces en las narices de las autoridades, hombres y mujeres con mochilas llenas de dinero caminan las polvorientas calles de pueblos perdidos en el olvido, repartiendo dinero por votos. En la costa atlántica, donde los caciques políticos defienden su derecho a llevar un alivio a las familias pobres el día de las elecciones, el voto se paga en 100 mil pesos (25 dólares).

Según Duque, el reparto en realidad son una inversión, pues una vez toman posesión de sus cargos se inicia un verdadero carnaval de contrataciones que terminan multiplicando con creces lo gastado.

Este panorama, sin embargo, es desestimado por las fuerzas políticas de la derecha, que insisten en que los comicios reflejarán el hastío de la gente con el gobierno. Por eso, la senadora María Fernanda Cabal, del partido Centro Democrático, llamó a convertir la jornada en una batalla política contra el gobierno: Hay que salir a derrotar a Petro en las urnas. Es ahora o nunca. Vamos a derrotar el pacto criminal con el que están destruyendo a Colombia, expresó la legisladora.

Votos de opinión

Con más de 6 millones de potenciales votantes, Bogotá concentra la atención de analistas y dirigentes políticos, para quienes los resultados electorales en la capital del país podrán arrojar algunas luces sobre el estado de ánimo de los ciudadanos, pues aquí el voto de opinión prevalece sobre los sufragios contaminados, dice Duque.

Aunque hay nueve aspirantes, tres candidatos disputan el segundo cargo de elección popular más importante de Colombia, único en el país que puede definirse en una segunda ronda en caso de que ninguno obtenga más de 40 por ciento y tome una diferencia de más de 10 puntos sobre sus adversarios.

Según la mayoría de los sondeos, José Fernando Galán, hijo del asesinado líder liberal Luis Carlos Galán, encabeza la intención de voto, seguido por Gustavo Bolívar, un alfil de Petro, y Juan Daniel Oviedo, quien se auto define como tecnócrata apartado de la política.

En un enrarecido clima derivado de actos de violencia a lo largo de la campaña, así como de la existencia de al menos 200 municipios en condición de alto riesgo para el ejercicio del voto, la Registraduría Nacional anunció que los resultados de las elecciones se conocerán a las 7 de la noche, tres horas después de que se cierren las mesas de votación, las cuales abrirán sus urnas a las 8 de la mañana.