"La Jornada del Campo"
Número 193 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Sembrando vidas 2

Diálogos con Sembrando Vida

Hallazgos

1-S V es un programa vivo y creativo. Con el tiempo el plan del millón de hectáreas se fue transformando y enriqueciendo. Mi primera noticia del futuro programa fue hace cerca de 20 años en un viaje con López Obrador en que el ahora presidente me habló de lo rápido que crecían las caobas y cedros que había plantado en su rancho. “Habría que sembrar miles de árboles de maderas finas en el sureste para reforestar, para crear empleo y para que los campesinos y sus hijos tengan un patrimonio”, me dijo entonces. Así al inicio de su gobierno nació el programa del millón de hectáreas al que a los maderables originales se le agregaron los frutales y más tarde se le añadió la siembra anual básicamente de autoconsumo en el modelo del MIAF: maíz intercalado con árboles frutales. Ya en marcha se impulsaron los viveros para que los propios campesinos produjeran su planta, las biofábricas con que los sembradores se dotan de los insumos y los pequeños sistemas de riego. Paralelamente se reglamentó el ahorro cuyas modalidades han cambiado y hoy manejan los propios beneficiarios. En el segundo año se prohibió expresamente la admisión en el programa de tierras con quemas o talados recientes para evitar que la gente acabalara lo que le faltaba para las dos y media hectáreas tumbando monte y para flexibilizar ese requisito se autorizaron las aparcerías por las que un campesino puede pedir prestadas las tierras que le faltan para completar a cambio de entregar parte de lo que ahí se coseche cuando estén en producción. Ese mismo año año se estableció que debía haber cuando menos un 20 % de sembradoras y hoy son mujeres más de treinta por ciento de los beneficiarios y más de la mitad tienen cargos directivos en las CACs.

SV no es un programa estático sino uno que va aprendiendo y ajustándose sobre la marcha lo que es una gran virtud. “A los nuevos que ingresen al programa les va a resultar más fácil -dijo un sembrador- ya nosotros cometimos todos los errores y ya los corregimos”.

13-SV diversifica en el espacio. El programa no pone todos los huevos en la misma canasta; no solo impulsa el policultivo ambientalmente sostenible, también promueve la multiactividad socioeconómicamente virtuosa: milpa, frutales, maderables, viveros, sistemas de riego, biofábricas sobre la que se montan las variopintas y creativas iniciativas de los propios sembradores. En cuanto a la biodiversidad su aporte es enorme: hoy se siembran en el programa más de 800 especies y variedades de plantas algunas de ellas casi extintas o inencontrables. El modelo del programa es la milpa una siembra ancestral cuya potencia radica en el entrevero de especies y que devino paradigma de nuestras sociedades agrarias; culturas que “hacen milpa”, cuando van juntos al tequio, cuando toman decisiones en asamblea, cuando celebran carnavales variopintos. Siembren o no maíz, frijol y calabaza el paradigma de las CACs es la milpa y esto es bueno.

4-SV diversifica en el tiempo. Así como impulsa la pluralidad de siembras y actividades en el espació, el programa favorece la diversidad en el tiempo. El policultivo y en general la multiactividad de SV propician la plausible y funcional distribución de los trabajos y también de los ingresos a lo largo del ciclo anual. Mientras que en el monocultivo la carga laboral se concentra en una o dos temporadas y lo mismo sucede con el ingreso, la labor de los sembradores es casi continua, igual que los alcances en especie o dinero que se dispersan a lo largo del año. Los sembradores, como los campesinos de antes, todo el tiempo tienen algo que hacer, lo que dificulta las hoy muy frecuentes estrategias de migración temporal, pero a cambio SV proporciona ingresos mayores y mejor distribuidos. Veremos qué plan de vida es el que gana… o más bien cómo se combinan.

5-SV evita crear dependencia. Las transferencias monetarias y los apoyos de SV son temporales no indefinidos como los de los otros programas para el campo. El subsidio es para que dejen de necesitar subsidio. Algo que los sembradores saben y asumen y que en algunos de los que entraron primero empieza a ser cierto, pues los frutales ya en producción les generan ingresos crecientes.

6-SV promueve la organización. El Estado no puede organizar a la sociedad so pena de engendrar un asociacionismo artificial y en el peor de los casos clientelar, pero las políticas y programas públicos si pueden inhibir o incentivar la autoorganización. Y SV sin duda la fomenta. El patrimonio que el programa crea no es únicamente físico, económico y de saberes es también un patrimonio organizacional. Las CACs no son solo la articulación necesaria para operar el programa, son también la semilla de futuras organizaciones autónomas y autogestivas. Digo semilla porque no todas germinarán y fructificarán, pero las que lo hagan serán el tipo de asociaciones rurales sembradoras de vida que necesitamos. Y las necesitamos pues a pesar de que por fortuna las empresas asociativas rurales ya son numerosas, aunque no siempre visibles, nos hacen falta muchas más. Urgen en México del éxodo rural emprendimientos productivos prósperos que devuelvan a los campesinos y quizá a los hijos de los campesinos la esperanza en un futuro sustentado en el aprovechamiento virtuoso de la tierra y del entorno natural.

7-¿Las CAC vs la comunidad? Los sembradores del programa son un grupo dentro del poblado, un colectivo ciertamente privilegiado que recibe apoyos y dinero del gobierno, cosa que los demás vecinos no reciben. Así que, como algunos dicen, el programa “siembra envidias”; provoca fricciones que pueden ocasionar la fractura de la comunidad. Porque es verdad que la diferenciación socioeconómica, más si es propiciada por un programa público, puede dividir a los que estaban unidos. Pero también es cierto que la desigualdad entre los comuneros no es algo nuevo y puede manejarse si quienes se diferencian no rompen sus lazos con el resto y en cambio los estrechan. Participar como el que más en las labores colectivas, compartir parte de los recursos que se tienen, predicar con el ejemplo, abrir brecha transitable para todos son estrategias que muchas CACs están practicando. En la misma línea de extender al resto de la comunidad los beneficios del programa va el que los emprendimientos de las CACs generan empleo y la evidencia de que la derrama de recursos revitaliza a las tiendas y prestadores de servicios de la comunidad. También abonaría a la solución el que SV, que evidentemente no puede ser universal, si se volviera más incluyente flexibilizando el número de hectáreas necesario para entrar. Está bien que haya CACs y que prosperen. “Todos coludos o todos rabones” no es una buena consigna

8-Sv es un programa que mira al futuro. Al enfocarse a la creación de un patrimonio agroforestal el programa mira al futuro, pero paradójicamente un altísimo porcentaje de los sembradores son adultos mayores. Hombres y mujeres quienes ya no les queda demasiado futuro por vivir. “¿Qué es lo que no le gusta del programa?”, pregunté a una sembradora como de mí edad. “Que no se les haya ocurrido ponerlo cuando yo era joven para que le hubiera sacado aún más provecho”, contestó.

La necesidad de contar con tierra, la cantidad y tipo de trabajo que exige permanecer en el lugar y sobre todo el que el proyecto de vida del sembrador sea como campesino no favorecen que los jóvenes con otras inquietudes ingresen al programa. En cuanto a los becarios aun que hay loables excepciones lo más probable es que sean pocos los que quieran y puedan quedarse al encontrar ocupación e ingreso en los emprendimientos de las CACs vueltas empresas autogestivas.

El problema de la deserción de los jóvenes “al gabacho”, a las ciudades, sino es que al narco no es de SV sino del conjunto del campo mexicano. Sin embargo, hay que atenderlo ya pues es muy grave. Y es que la pérdida de un eslabón (o de dos porque esto tiene rato) en la cadena generacional del agro ocasionaría un daño irremediable pues a ser campesino se aprende siendo campesino y cuando se mueran los campesinos que quedan el problema no tendrá solución.

Propuestas

1.SV no abona significativamente a la autosuficiencia alimentaria del país pues no es su propósito, pero tiene grandes virtudes ambientales, productivas y sociales de modo que debe continuar el próximo sexenio. Es necesario que todos los sembradores que ingresaron “se reciban”, que culminen el proceso y dispongan de una parcela bien establecida y en producción.

2.En el próximo sexenio SV debe seguir ampliando su padrón de beneficiarios pues hay millones de campesinos en situación de pobreza y con tierras incultas o de bajos rendimientos que podrían mejorar su vida y su producción gracias al programa.

3.El nuevo padrón de SV debe incorporar a parte de quienes en este sexenio fueron beneficiarios del programa Producción para el Bienestar (PB).

4. El programa deberá modificar algunos de sus lineamientos que mostraron ser inadecuados. En particular bebería flexibilizar el número de hectáreas necesarias para ingresar, pues las actuales dos y media resultan un requisito excluyente que propicia prácticas indeseables. Adecuar la extensión necesaria a las condiciones de la tenencia en la localidad o en la región y ajustar el monto del subsidio a estas extensiones serían una buena solución.

5.Sería muy conveniente que los grupos que permanezcan sigan teniendo el apoyo de becarios. Jóvenes acompañantes que para la nueva etapa deberían tener otro perfil, pues los temas agrícolas ya no serán únicos ni quizá centrales. Una apuesta sería que el atractivo de los requerimientos propios de la nueva fase y la mayor capacidad de los emprendimientos para retribuirlos, ayudara a retener a algunos de los jóvenes que hoy terminando la beca se van.

6.Semejantes en sus objetivos y en sus destinatarios SV y PB, pero también el programa de fertilizantes y el de precios de garantía, deberían articularse en una política integral para el campo que potencie las sinergias, evite las redundancias y garantice la continuidad. Política de Estado y por tanto incorporada a las leyes y a la Constitución, pues el nuevo y virtuoso paradigma para el desarrollo rural no remueve en unos cuantos años las inercias de décadas.

7.Política integral cuyo complemento debería ser un rediseño institucional también integrado que contrarrestara la balcanización y el feudalismo característicos de nuestra administración pública.

8.El fin del subsidio y del acompañamiento es un punto de quiebre tras del que las CACs entrarán en un nuevo terreno donde lo deseable sería que se mantuvieran unidas y fueran autosustentables. No todas lo lograrán, pero el número de las exitosas será mayor si por un tiempo siguen teniendo el acompañamiento y soporte necesarios para enfrentar los nuevos retos: comercialización directa o con valor agregado, diversificación de las actividades productivas, certificación de sus cosechas, creación de cooperativas u otras figuras asociativas…

9.Los recursos técnicos, económicos y organizacionales necesarios para que las hoy CACs maduren como organizaciones campesinas autogestivas, serán distintos en cada caso y el acompañamiento del programa deberá ayudarlos a procurárselas. Pero se puede anticipar que una vez que se acabe el subsidio y dependan íntegramente de su producción para subsistir necesitaran capital para transitar a otras etapas de producción, transformación y comercialización. Y dado que no siempre podrán acceder al crédito y otorgar recursos a fondo perdido es indeseable, la opción podría ser el capital de riesgo: que SV o una instancia diferente pero articulada al programa se asociara con los proyectos más prometedores mediante aportes de capital que se recuperarían en la medida en que el proyecto lo fuera permitiendo.

10.La creciente integración económica necesaria para que las hoy CACs reconfiguradas mediante otras figuras asociativas perduren y prosperen, puede ser vertical mediante la articulación de cadenas de valor, pero también horizontal a través de la asociación de grupos y productores que comparten un mismo cultivo y/o un mismo territorio. El enfoque horizontal les permitirá planear su desarrollo impulsando los ordenamientos territoriales participativos y los planes de manejo. El enfoque vertical les permitiría ingresar de ser posible asociados en los diferentes sistemas producto. El ritmo y la vía de esta integración será diferente en cada caso. •