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71 Festival de San Sebastián
Dos realizadoras en el extremo del espectro
E

l día comenzó de forma lánguida y perezosa, con la coproducción entre España, Portugal y Bélgica titulada O corno (El cuerno), segundo largometraje de la española Jaione Camborda. Situada en 1971 en la isla de Arousa, la historia se centra en María (Janet Novás), quien trabaja de partera, además de pescadora. La hija adolescente (Julia Gómez) de una familia en la que acaba de dar a luz la mamá, le pide a María que la ayude a abortar. La chica muere en la operación y la partera se da a la fuga, huyendo de la isla.

Desde la secuencia inicial en que vemos el doloroso proceso de un parto, apreciamos que la capacidad de síntesis no es el fuerte de la directora. Todas las secuencias están sobradas de tiempo. Quizá el editor Cristóbal Fernández se quedó dormido o dio mucha manga ancha a la directora, pero el muy trillado asunto se pudo haber resumido tranquilamente en un mediometraje.

Ahora bien, cosa misteriosa: O corno concursó antes en Platform, la única sección competitiva del festival de Toronto. O sea, alguien se saltó las reglas de los festivales competitivos triple A. Y eso podría ser grave.

En el registro totalmente opuesto, encontramos a la desopilante producción australiana The Royal Hotel, de la directora Kitty Green. En pleno reventón australiano, dos jóvenes gringas (Julia Garner, Jessica Henwick) consiguen trabajo en un remoto pub situado en medio de la nada, donde podrán ganar dinero suficiente para seguir en la fiesta. El lugar es la peor pesadilla de cualquier persona consciente de la dignidad y los derechos de la mujer. La clientela recurrente es una horda de borrachos perdidos que destilan testosterona salvaje sobre la barra.

En su anterior película, La asistente (2019), Green había explorado con inspirada contención el dilema de trabajar para un jefe tóxico en una oficina. Ahora la directora se va al otro extremo tonal y consigue un delirio a medio camino entre el thriller y el cine de horror para describir a sus paisanos machos.

No hay violencia letal en ninguna de las acciones. Sin embargo, la tensión acumulada en el torrente de groserías, atropellos e intentos torpes de seducción va llenando esta olla de presión hasta llegar a un final totalmente catártico.

El festival ha pasado la mitad de su duración y no se perfila ninguna favorita clara para la Concha de Oro. Ya sólo faltan tres títulos a ser estrenados. Las concursantes locales (Un amor, de Isabel Coixet; O corno, de Jaione Camborda; El sueño de la sultana, de Isabel Helguera—no han convencido. Las estadunidenses independientes tampoco han cautivado, si bien el jurado puede irse con la finta y premiar All Dirt Roads Taste of Salt, de Raven Jackson. Al menos reúne las condiciones de la corrección política: la directora es mujer, negra y su película es un ejercicio en lirismo desatado. Mi favorita personal es The Royal Hotel, pero no es el tipo de propuestas que gana premios.

X: @walyder