En el contexto de la polémica por los libros de texto gratuitos, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) exigió la elaboración de políticas que permitan, incorporen y potencien la creación de materiales desde y para las distintas realidades de estudiantes y comunidades mexicanas, pues aseguró que la educación no debe ser un botín para la clase política.

Tras reivindicar la construcción y aplicación de una educación crítica, humanista e integral, en un posicionamiento político sobre la obra elaborada por la Secretaría de Educación Pública (SEP), enfatizó que nuevamente nos encontramos ante una construcción pragmática e inmediatista para justificar el cierre de un sexenio que prometió una gran reforma en la materia.

Afirmó que el debate sobre los libros que ha proliferado en medios de comunicación y redes sociales representa intereses perversos de la élite conservadora, de gobiernos de derecha, de empresarios como Claudio X. González y políticos interesados en destruir la educación pública, que se empeñan en negar los libros de texto, incluso llegar al extremo de quemarlos, emulando las etapas más oscuras y fascistas de la humanidad.

El magisterio disidente aseguró que serán los maestros y padres los que analizarán la pertinencia de los textos, los cuales distan mucho de ser los materiales que generarán verdaderos cambios en el sistema educativo.

Lo anterior, debido a la larga tradición de educación técnica e instrumental, a lo que se suma la necesidad de modificar la estructura autoritaria de la escuela y garantizar años de formación a maestros, directores y autoridades educativas en un proceso de resistencia y lucha contra el sistema capitalista, como lo viene realizando la CNTE.

Subrayó que los materiales pedagógicos alternativos, elaborados por los distintos contingentes del magisterio disidente en los estados, particularmente Chiapas, Oaxaca, Michoacán y Guerrero, entre otros, son el resultado de construcciones horizontales, dialógicas, contextuales y sociales en procesos de resistencia y lucha.

Por ello, no son construcciones de escritorio diseñados por especialistas, académicos y un reducido grupo de docentes fieles a la tradición educativa positivista simulando ser educadores del paradigma crítico; mucho menos de asambleas improvisadas, foros de consultas y convocatorias abiertas.

Pese a reconocer que la CNTE nunca fue tomada en cuenta para su elaboración ni para emitir una opinión sobre los volúmenes, no nos quita el derecho y deber de defender la distribución de los libros como una conquista histórica de los trabajadores y pueblos; de someter a crítica y discusión los contenidos impuestos por el gobierno en turno.