Opinión
Ver día anteriorLunes 21 de agosto de 2023Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a morir

Una serie muy seria

E

n Dios confían, pero acumular ansían, sería un lema menos piadoso aunque más realista del imperio estadunidense y su desenfrenado sistema comercial, que antepone las utilidades al daño que puedan ocasionar a la naturaleza y en las personas, tanto dentro de sus fronteras como fuera de ellas, pues la pueril voracidad del capitalismo no conoce límites y la credulidad de la gente, tampoco.

Las policías del mundo tienen una certeza: insalvables escollos impiden que drogas de todo tipo continúen entrando a Estados Unidos por tierra, mar, aire o nuevos túneles, gracias a la creciente demanda de intoxicantes legales e ilegales, demanda cuyos antecedentes son las empresas farmacéuticas que indujeron a grandes sectores de población a consumir enervantes disfrazados de analgésicos oportunos y sedantes benévolos. En ese país hoy son millones los preadictos que dan ejemplo y generan crisis en su organismo y su entorno, a ciencia y paciencia de autoridades y legiones de médicos motivados.

En el basurero que constituye la programación televisiva de entretenimiento, si uno se arma de paciencia y una buena lupa, puede encontrar incluso películas o series de calidad. Es el caso de la recién estrenada en Netflix Medicina letal, breve y sustanciosa serie de seis capítulos que exhibe, sin tapujos, a todos los implicados en el fomento cotidiano a las preadicciones entre la población estadunidense en particular y parte del resto del mundo en general, escudados en la legalidad nociva de ciertos fármacos. Es la siniestra historia de Purdue Pharma, propiedad de la familia Sackler, y su producto OxyContin, poderoso analgésico a base de clorhidrato de oxicodona que alivia dolores de moderados a severos en bursitis, neuralgia, artritis y cáncer, produciendo entre otros efectos una euforia similar a los de la heroína, por lo que muchos, en vez de tragar entera la tableta, prefieren masticarla, pulverizarla, aspirarla o disolverla en agua e inyectarla.

Cuando la adicción los rebasa, estos millones de usuarios legales recurren a anfetaminas, coca, heroína o fentanilo, y la ley responsabiliza a otros de envenenar a su gente. Con estas maniobras legaloides de la libre empresa y los jugosos estímulos a promotores y médicos, instituciones como la DEA y la Corte Suprema del país vecino quedan en entredicho. Apúrese a ver Medicina letal; pronto la pueden quitar.