l 26 de abril de 1986 se registró el accidente nuclear más grande de nuestra historia en la planta de Chernobyl, ubicada en Ucrania cuando ésta hacía parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Una serie de errores al probar los sistemas de seguridad de la planta, dieron por fruto que estallara uno de los reactores. De él se escapó una nube radiactiva muy tóxica que los vientos se encargaron de esparcir por los países europeos. Entre ellos Irlanda, donde la radiación afectó al sector agropecuario. Las partículas tóxicas se adhirieron a los cultivos y pastos de los cuales se alimentaban miles de vacas. Su leche y su carne se convirtieron en un peligro para la salud de quienes los consumieran.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una alerta internacional para que se suspendiera la importanción de productos alimentarios de Europa. Irlanda intentó vender en América uno de ellos: leche en polvo. Brasil no lo quiso. Sin embargo, y pese a las advertencias que hicieron a México funcionarios brasileños y la OMS, el gobierno del presidente Miguel de la Madrid adquirió 40 mil toneladas en 1987 por medio de la Comisión Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), que las distribuyó en el país entre las familias más pobres. México compraba a Irlanda leche en polvo desde los años 60 del siglo pasado.
La población beneficiada con esa leche desconocía su procedencia y que estaba contaminada. Pero de ello sí informó al gobierno federal nuestro embajador en Irlanda, Antonio González de León. Lo ignoraron. Mientras el de Irlanda mintió al garantizar que la leche que exportaba cumplía con los estándares de la Unión Europea.
Ese producto llegó al puerto de Veracruz y las autoridades sanitarias no exigieron ningún certificado de seguridad. Destinada a la Conasupo, sin embargo fue objeto de robo por personas vinculadas con la aduana. Unos días después de la llegada de dicha leche el vicealmirante Manuel Rodríguez Gordillo, jefe del Estado Mayor de la Tercera Zona Naval con sede en esa ciudad, fue informado de que varios integrantes de la Base Aeronaval de Las Bajadas, estaban enfermos del estómago.
El jefe de la cocina le explicó que los productos alimentarios eran de la mejor calidad, y que habían comprado leche en polvo a trabajadores del puerto. Era parte de la robada. Procedió a revisar el cargamento de dicho lácteo que estaba en las bodegas de la terminal y descubrio que procedía de Irlanda.
Preocupado por el descubrimiento, el vicealmirante solicitó al jefe del laboratorio de la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde, el físico Miguel Ángel Valdovinos, realizar pruebas a dicha leche. El especialista comprobó que rebasaba 10 veces los límites de radiactividad permitidos. Contenía rastros de estroncio-90 y cesio-137, partículas altamente contaminantes y peligrosas, cuyo periodo mínimo de vida es de 30 años. El consumo de ambas sustancias ocasiona cáncer, cirrosis y malformaciones en los fetos.
Respetuoso de las formas institucionales, el vicealmirante comunicó el hallazgo a sus superiores en la Secretaría de Marina. Lo ignoraron, argumentando que el producto ya estaba preparado para su hidratación. Ante la insistencia del vicealmirante, los altos mandos desaparecieron los expedientes y acusaron a Miguel Ángel Valdovinos de escasa capacidad intelectual
y lograron que lo cesaran en Laguna Verde.
A la vez el poder naval se ensañó con el vicealmirante Rodríguez Gordillo. Lo acusaron de difamación y otros delitos. Le inventaron fechorías y lo acusaron de traición a la patria y liberar material radiactivo. Fue detenido y sometido a juicio. Fue removido de su cargo y lo nombraron como castigo encargado de las islas del archipélago Revillagigedo, en el océano Pacífico.
Una de las personas que más lo atacaron fue el almirante Luis Carlos Ruano Angulo, de los primeros funcionarios que supo de la importación de leche contaminada. Ocultó el caso. En el sexenio siguiente, fue designado titular de la Secretaría de Marina. Retomo el lunes el tema de la leche con residuos radiactivos, los efectos nocivos que tuvo entre los más pobres y el valor del vicealmirante Rodríguez Gordillo al denunciar su hallazgo a sabiendas de que tocaba intereses muy poderosos.