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Argentina, la amenaza de la ultraderecha
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educir al Estado a su mínima expresión, eliminar los derechos sociales, revertir conquistas de género y derechos de las minorías, desestimar a la educación como simple adoctrinamiento, acotar a la ciencia y la tecnología y abandonar la agenda ambiental, son parte medular de la oferta política de la ultraderecha, representada por su candidato Javier Milei, en el proceso de sucesión presidencial en Argentina. El rostro pleno de la involución, en la tercera década del siglo XXI.

Fue apenas la elección primaria, pero el hecho de que Milei haya sido el precandidato más votado, con 30 por ciento de los sufragios totales y mayoría en 16 de las 24 provincias argentinas, habla del riesgo de que la tercera economía del subcontinente latinoamericano, y la segunda de América del Sur, sufra un choque, de consumarse lo que hoy es una grave amenaza, y la población retroceda décadas en su desarrollo económico, cultural, social y humano.

La Libertad Avanza es el eufemismo usado como membrete por la extrema derecha, como redición de la ley de la selva, un esquema de individualismo a ultranza, en que desaparece todo vestigio del estado de bienestar, derechos colectivos resguardados, desigualdad social atemperada, piso mínimo de satisfactores y diversidad cultural tutelada. Ya no hablemos de la responsabilidad global y compartida sobre la conservación de la casa común de todos, el planeta Tierra, pues denomina al cambio climático una simple mentira socialista.

Un video distribuido por el equipo de precampaña de Milei retrata de cuerpo entero la arcaica ideología del abanderado de la ultraderecha: Esta es la foto del Estado que tenemos hoy, señala el triunfador de las elecciones primarias. El primer ministerio, el de Turismo y Deporte… afuera. “Ministerio de Cultura… afuera”. La misma suerte, afirma, correrían: el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el de Mujeres, Género y Diversidad, el de Obras Públicas, el de Ciencias, Tecnología e Innovación, el de Trabajo, Empleo y Seguridad Social y el de Educación, que etiqueta como de adoctrinamiento. Igualmente, quedarían proscritos, el Ministerio de Transporte, el de Salud y el de Desarrollo Social.

El gobierno nacional argentino quedaría reducido a ocho ministerios, pues ni siquiera la educación pública y obligatoria de los niños sería una responsabilidad del Estado, sino una atribución y potestad soberana de cada padre de familia.

El potencial gobierno de Milei no sólo suprimiría subsidios, becas y otros derechos adquiridos paulatinamente por la población argentina. También eliminaría el otro derecho social fundamental de los estados democráticos con un mínimo de responsabilidad social, el derecho a la salud, pues se opone a que sea un derecho garantizado por el Estado, sino que cada quien pague por su salud. Lo más que tutelaría el Estado sería, un esquema todavía a revisión, un seguro nacional para enfermedades de alto costo.

Otras de sus propuestas son abolir el Banco Central de la República Argentina, la adopción del dólar y la virtual renuncia a la soberanía monetaria, la privatización masiva de la economía, la abrogación del derecho de las mujeres al aborto y la libre portación de armas.

Para tratar de hacer realidad esta agenda de gobierno, se prevé que La Libertad Avanza haga un frente común con Juntos por el Cambio, de la activista Patricia Bulrich, quien tiene como discurso y propuesta principal aplicar la mano dura, como la aplicaron las dictaduras militares que gobernaron Argentina y todo el Cono Sur, desde la década de los 60 hasta los 80.

Por supuesto que la mesura y el raciocinio al final pueden prevalecer. La oferta económica y social del candidato ultraderechista argentino, no tanto la educativa y cultural, es muy semejante a la que hace 33 años el escritor Mario Vargas Llosa presentó en Perú, al frente de un bloque de fuerzas de derecha, y al final no pudo convencer al electorado, después de llevar una cómoda ventaja durante la mayor parte del proceso.

En aquella ocasión el candidato de la derecha también ganó la primera ronda de la elección presidencial, en abril, pero perdió la elección constitucional definitiva, frente al candidato independiente Alberto Fujimori, en junio de 1990.

En lo económico, el denominador común de aquella oferta y la actual, de Milei, es tratar de hacer realidad el recetario del llamado consenso de Washington, en la década de los 80, documento inspirado por el FMI, la escuela de Chicago y la derecha mundial, para dejar la conducción de la economía a las fuerzas ciegas del mercado.

Por lo pronto, esa oferta económica radical y trasnochada que triunfó en las elecciones primarias generó más incertidumbre que optimismo, pues la moneda argentina se devaluó 22 por ciento un día después y la inflación aceleró su ritmo los días posteriores. Tampoco las principales consejerías internacionales de inversión observan buenas perspectivas.

En suma, hacia las elecciones presidenciales del 22 octubre, las fuerzas progresistas y aun las moderadas de Argentina tienen el reto de evitar el triunfo de una expresión radical de derecha, que cancele derechos sociales consolidados, como la educación y la salud, garantías individuales de rango constitucional y derechos humanos a la libertad y la diversidad que son el núcleo de los derechos humanos, universales y atemporales.

*Presidente de la Fundación Colosio