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Elecciones en Guatemala

Obtiene inesperado arrastre

Arévalo defiende un país libre y sin corrupción

Desata intenso conflicto prelectoral

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▲ Bernardo Arévalo, candidato presidencial del partido Movimiento Semilla, cerró su campaña con un mitin en la capitalina Plaza de Constitución.Foto Ap
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Periódico La Jornada
Sábado 19 de agosto de 2023, p. 22

Guatemala. El 25 de junio por la tarde, domingo de votaciones de la primera vuelta, el candidato Bernardo Arévalo pasó tomándose selfis del recuerdo en lo que pensaba que sería el fin de una aventura extraordinaria. A las 8 de la noche entró al salón de la casa de campaña el experto en conteos de Movimiento Semilla y anunció: Pasamos a segunda vuelta.

Lo platica Bea Gallardo, una periodista todo terreno que trabaja con Arévalo desde la formación de su partido. Hoy “el tío Bernie”, como le dice ya todo el mundo, pasó sus últimos 60 minutos de campaña en una reunión con una veintena de tiktoqueros del interior del país que transmitieron una singular conversación en tiempo real en redes sociales a todo el interior del país.

A pesar de enfrentar días de un intenso conflicto prelectoral en el que algunos analistas incluso anticipan un escenario pregolpista, este hombre con pinta de profesor, que según las encuestas podría ser el próximo presidente de Guatemala, que no pierde oportunidad de acariciar a un gato que pasa constantemente cerca de su silla y que despliega con cualquier pretexto su fino humor chapín, disfruta la compañía de los comunicadores veinteañeros, culpables en buena medida del inesperado arrastre que ha tenido Arévalo entre la juventud.

El medio guatemalteco No-Ficción – otro producto típico de la generación digital nata— publica un perfil del diplomático que súbitamente está en el ojo del huracán guatemalteco. Como su contrincante Sandra Torres, tiene 67 años. Nació, en efecto, en Uruguay cuando su padre, impulsor de lo que Luis Cardoza y Aragón llamó la revolución civilizada, estaba exiliado después del golpe militar contra Jacobo Arbenz.

Fue registrado en la embajada guatemalteca. Su familia se mudó cuando tenía apenas 10 meses a Caracas. Luego a México. Luego a Chile. Estudios en Israel. Trabajo internacional en solución de conflictos, fuerzas armadas en proceso de transición a la paz (temas por demás sensibles y trascendentes para su país, siendo él mismo de la generación del conflicto armado) en Chipre, Liberia y Palestina.

Luego de un tiempo en Ginebra haciendo trabajo internacional en su especialidad, regresó al fin, a su país. Y por influencia de un sociólogo fundamental para todo Centroamérica, Edilberto Torrez Rivas, fundó con otros intelectuales el Movimiento Semilla. Fue parte de su primera bancada en el Congreso.

El domingo, en el parque central de Guatemala, entre su magnífica catedral y el Palacio Nacional que ya casi nadie llama “el guacamolón”, pronunció su último gran discurso de campaña poniendo a la gestión de Arévalo, su padre, el prócer, en perspectiva: Yo no soy Juan José Arévalo. Pero sí tengo sus mismos anhelos, sus mismos ideales.

Y hoy, últimas palabras frente al TikTok masivo y pluricultural, repitió ese anhelo suyo: Aprovechar la oportunidad histórica para cambiar a Guatemala, hacerla un país libre de ataduras y libre de corrupción. Y remató citando muy a su manera el Popol Vuh, libro grande de los mayas: Para que nadie se quede atrás.