Aunque este árbol no es de esta tierra sino traído de la Nueva España, hay tanto aquí, que no hay pueblo donde no le hayga. Los indios lo llaman calachuchi.
Ignacio Mercado, Libro de medicinas…en estas islas Filipinas (1672)
Siempre está floreciendo, y las flores son olorosas […] Se cree que este árbol ha venido de América.
Manuel Blanco, Flora de Filipinas (1837)
Entre los árboles tropicales que migraron de México a Filipinas a través del Galeón de Manila (1565-1815), el sacalasúchitl (Plumeria rubra) es de los más emblemáticos. Hoy en día, forma parte del paisaje cotidiano filipino, desde Luzón (en el norte) hasta Mindanao (en el sur). Ya desde el año 1672, el agustino Ignacio Mercado incluía al sacalasúchitl dentro de la farmacopea filipina, lo que nos habla de su rápida incorporación en la vida cotidiana de los isleños. Asimismo, desde el siglo XVI este árbol tropical originario de Mesoamérica se diseminó a través de los océanos Índico y Pacífico tras el establecimiento de factorías portuguesas, holandesas, francesas e inglesas en esa zona del mundo, lo que dio como resultado su rápida propagación y normalización en los paisajes locales, considerada actualmente como la flor nacional de Laos. Estas breves páginas están dedicadas a esta curiosa planta viajera, a través de un breve recorrido histórico y etnográfico por Filipinas, donde se le conoce como kalachuchi.
Una planta medicinal
Llama la atención que, desde el siglo XVII, el sacalasúchitl ya formaba parte de la farmacopea de las islas Filipinas. El agustino Ignacio Mercado registró diversos usos medicinales de este árbol hacia 1672, en su manuscrito Libro de medicinas de esta tierra y declaraciones de las virtudes de los árboles y plantas que están en estas islas Filipinas, entre los que destacan el combate a los dolores de estómago y la hidropesía y “para bajar la regla”. Asimismo, el también agustino Manuel Blanco reportó diversos beneficios para la salud del sacalasúchitl en su Flora de Filipinas de 1837, en el que señaló que los nativos, especialmente los de Ilocos (al norte de Luzón), usaban la corteza como purgante, mientras que la leche que emanaba de los tallos se aplicaba en el ombligo también como purgante, pero si se aplicaba en otras partes de la piel combatía la sarna. Ambos religiosos detallaron el procedimiento y las formas de aplicación de estos remedios, en que echaban mano de la corteza, las flores y las hojas (ver ilustración 2).
Cabe señalar que existen diversas similitudes entre los usos medicinales reportados por Mercado y Blanco en Filipinas, con aquellos que registró Francisco Hernández para la Nueva España en el siglo XVI, especialmente en los padecimientos relacionados con el estómago. Es muy probable que algunos remedios novohispanos se conocieran en el archipiélago gracias a la circulación de la obra de Hernández en aquella parte del mundo, y no únicamente por la experiencia de misioneros, soldados y otros personajes que primero vivieron en tierras americanas y luego pasaron a Filipinas.
Simbolismo y estética
Desde el siglo XVI, los españoles que llegaron al Nuevo Mundo comenzaron a registrar los usos ceremoniales y protocolarios del sacalasúchitl, así como sus beneficios medicinales. Francisco Hernández, protomédico de Felipe II, señaló en su Historia Natural de Nueva España que estas flores eran “grandes, hermosas y de grato olor… se hacen con ellas ramilletes, guirnaldas y coronas, cosas muy usadas entre los indios y tenidas en tal estimación, que nunca se presentan ante una persona principal sin ofrecerle previamente algunos de estos obsequios”. En Filipinas, el aroma y la estética del sacalasúchitl dieron paso a su utilización como adornos las mesas los días de fiesta, o al recibir alguna visita. En la foto observamos un ejemplar de esta flor que acompaña una taza de chocolate caliente (sikwate), lista para degustarse en las primeras horas de la tarde (ver ilustración 3). En esta escena, es interesante destacar esta doble incorporación de plantas de raigambre mesoamericana en la vida cotidiana de los filipinos, pues también el cacao (Theobroma cacao L.) llegó a las islas gracias al Galeón de Manila.
Se cree que fueron los misioneros católicos quienes introdujeron en el sudeste asiático la práctica de sembrar sacalasúchitl en los cementerios, la cual se extendió a otras religiones, como el hinduismo y el islam, de ahí que se conozca como “árbol del templo”. En Zamboanga, isla de Mindanao, es posible observar en la actualidad la presencia de Plumeria rubra entre lápidas musulmanas, según lo pude constatar en el cementerio contiguo a la mezquita de ese lugar (ver ilustración 4).
Cabe señalar que la flor de sacalasúchitl se arraigó con éxito en una sociedad filipina cuya flor nacional por excelencia es la sampaguita (Jasminum sambac L.), de fragantes y blancos pétalos. Es decir, en el archipiélago ya existía una preferencia previa por una flor nativa de similares características que la que llegó desde México, y allí podríamos encontrar una posible explicación a su preferencia entre la sociedad filipina. Hoy en día, en Filipinas es posible encontrar incluso nombres de calles denominadas “kalachuchi”, y como decía el padre Ignacio Mercado desde el siglo XVII, “aunque este árbol no es de esta tierra sino traído de la Nueva España, hay tanto aquí, que no hay pueblo donde no le hayga”. No cabe duda que nuestro sacalasúchitl tomó carta de naturalización del otro lado del Pacífico, al igual que otras plantas que se llevaron desde México hasta el archipiélago asiático, como el cacao, el tabaco, el achiote, el camote, la papaya y la guayaba. Queda toda una historia por contar. •