Entre los recursos vegetales que brindan sabores, aromas y colores, destaca el copal, resina aromática de uso ceremonial y, que aun después de 500 años de la conquista, se sigue aprovechando como sagrado en muchos ámbitos de la vida y no falta en las fiestas relacionadas con la agricultura y la religión.
El término copal deriva del náhuatl copalli, el cual refiere a resinas aromáticas de México. Hay numerosas plantas copalíferas, las cuales en su mayoría son de la familia Burseraceae particularmente el género Bursera, que concentra 100 especies en toda la República Mexicana. De éstas, Bursera bipinnata (DC.) Engl. es la más comercializada y conocida como copal, copal blanco, copal chino, copal santo, palo copal, perlate, o copalquáhuitl.
Es un árbol bajo (hasta 8 m), de corteza grisácea y muy ramificado. Habita lugares escarpados en zonas de transición de los bosques de pinos y encinos y de las selvas bajas caducifolias en climas por lo general cálido subhúmedo o seco. También es el taxón de más amplia distribución geográfica de Bursera: se le encuentra desde el sur de Sonora hasta Honduras, sin embargo solo es explotado en ciertas localidades de la región del Alto Balsas (estados de Morelos, Puebla y Guerrero).
El copal se extrae en la época lluviosa del año (julio a octubre), por los “copaleros”, campesinos especializados, con el fin de disponer de la resina para las fiestas de los muertos en noviembre que se celebra en muchos hogares mexicanos. La extracción de la resina de copal implica hacer cortes o rayas con una cuchilla (llamada quichala), sobre la corteza de las ramas más gruesas. La resina que drena de esos cortes es dirigida por una hoja de encino hacia una penca de maguey que le sirve de recipiente. Los copaleros, por disciplina y en aras de la conservación del árbol, realizan los cortes cada tercer día; por el contrario lo dañarían sensiblemente. Después de haber practicado varias rayas y que la penca de maguey se ha llenado, ésta es retirada y cambiada por una nueva y así sucesivamente hasta que deja de fluir la resina. Esta extracción de copal implica que, en muchas ocasiones, los copaleros tengan que trasladarse e internarse en los montes, con todo y familia, durante por lo menos dos meses.
Históricamente, de acuerdo con la información de cronistas españoles como fray Bernardino de Sahagún, en los contextos rituales prehispánicos se ofrendaban tanto la resina de copal y también el humo al ponerla sobre la lumbre. Con el humo se honraba a las imágenes divinas y se propiciaba el anhelado vínculo hombre-entidades divinas. Los dioses eran sahumados con copal varias veces al día, en cada caso los sacerdotes dirigían el humo aromático hacia los cuatro rumbos cardinales y al sol, en un acto ritual de ofrenda de diversos elementos: flores, copal, hule papel, comida, plegarias, etc., para convocar y honrar a los dioses y que ellos respondieran a este culto con beneficios. Estas ceremonias se realizaban con motivos religiosos, militares y del orden civil en varios lugares del México antiguo.
Pero, no sólo se usaba copal en las festividades dedicadas a los dioses dadores, sino también lo utilizaban para reverenciar a los númenes del maíz y a dioses principales: Huitzilopochtli, Tezcatlipoca, Xiuhtecuhtli, etc., pues se hacían rituales con ofrendas y copal para propiciar la buena cacería, pesca, extracción de madera, resinas y piedra de los montes, el establecimiento de las plantas en la jardinería; para honrar a los guerreros por sus victorias militares y asegurar el buen ejercicio y desempeño del poder por nuevas autoridades. La resina de copal era un material de uso en cualquier ámbito de la vida que necesitara de la intervención divina como garante de los resultados satisfactorios, en todas las fiestas de honra a los dioses del agua, sol, fuego, viento, muerte, etc., siempre se ofrendaba copal.
Actualmente muchas comunidades campesinas realizan rituales de honra a sus santos, en el marco de fiestas tradicionales, éstos, aunque reconfigurados a la luz de la religión cristiana, han trascendido el tiempo y se manifiestan, en especial, vinculados al ciclo agrícola del maíz. Las ceremonias y fiestas patronales que están claramente ligadas con la agricultura, se inician, año tras año, con la bendición de las semillas, la cual se hace el 2 de febrero (Virgen de la Candelaria), posteriormente las festividades de petición de lluvias, finales del mes de abril y principios de mayo; unas siendo patronales, en tanto que otras se hacen al margen de la iglesia. Los rituales por la lluvia y otras ceremonias del ciclo agrícola del maíz, se escenifican en las cumbres de los cerros, pozos, manantiales o cuevas, sitios en donde los especialistas rituales entregan como ofrenda el copal, además de flores, comida y sangre de aves, chivos o reses.
Resulta extraordinario su papel como actor principal de los rituales de ofrenda a las entidades divinas antiguas y de la religión cristiana, como vector de comunicación divina que transmite las peticiones de las necesidades para la vida.
In memoriam: Jaime Torres Trejo •