El laurel (Litsea glaucescens) es un árbol ampliamente distribuido en los bosques de nuestro país. Aquí le llamamos “laurel mexicano”, pues existe otro laurel mediterráneo (Laurus nobilis) también empleado en la gastronomía y como medicamento, en España, Italia y Francia, principalmente.
Las hojas de laurel son un condimento indispensable en México para elaborar chiles en vinagre, mixiotes, tinga, pozole, entre otras delicias más, enriqueciendo el sabor y olor de nuestra afamada gastronomía. Además, el laurel se emplea en la medicina tradicional para el tratamiento de enfermedades relacionadas al aparato digestivo, sistema nervioso y respiratorio. Por si fuera poco, tiene una importante connotación cultural, pues se emplea en el Día de la Candelaria y el Domingo de Ramos. Por todo ello es considerado uno de los principales recursos forestales no maderables de México. Crece en bosques mesófilos, de pino, de oyamel, de encino y en matorrales. Dependiendo de la región y lengua se le llama: laurel, laurel cimarrón, sufricaya (Veracruz), ziz-uch (Chiapas), ecapatli y cuauhxihuitl (Nahuatl), uich te (Tzeltal), yucú ñesachoetiaá (Mixteco); sanshiño (Mazahua) y ma qu loh (Chinanteco). Tal cantidad de nombres reflejan su importancia biocultural a lo largo y ancho de la república mexicana.
El protomédico español Francisco Hernández en su “Historia de las Plantas de la Nueva España”, elaborada entre 1571 y 1577, escribió: “Del ECAPATLI o medicina del viento. Es una especie de laurel menor que el nuestro y con hojas más pequeñas, pero semejante en lo demás. Curan los indígenas con su sahumerio la parálisis, y su cocimiento administrado en lavatorios y baños alivia el cansancio la epilepsia de los niños. Nace en los montes mexicanos.” Su nombre “ecapatli” en la época prehispánica estaba relacionado con el dios del viento “Ehécatl” y era una medicina “Patli”. Claramente el protomédico advirtió las semejanzas entre los laureles del nuevo y viejo mundo.
El “laurel europeo” crece en las costas del mar Mediterráneo y forma parte de la familia botánica Lauraceae (a la que también pertenece el aguacate y nuestro “ecapatli”). También tiene importancia cultural, pues estaba consagrado al Dios Apolo. Es tan reconocido que ha dado origen al verbo laurear, a los nombres propios Lauro, Laura y a expresiones como “Tesis laureada”. Esto porque es sinónimo de gloria, fama, renombre y elogio. Una corona de hojas de laurel se empleaba en la antigüedad para honrar a poetas, atletas, guerreros y hasta emperadores.
Seguramente Francisco Hernández también notó que las hojas de laurel del Nuevo y Viejo Mundo comparten algunas características organolépticas, como su olor y sabor. Hoy día sabemos que esto se debe a la presencia de compuestos volátiles comunes, entre ellos, el mayoritario, 1,8-cineol o eucaliptol.
El laurel mexicano (Litsea glaucescens) también está en el Códice de la Cruz-Badiano de 1552, cuyo nombre original es Libellus de Medicinalibus Indorum Herbis. Es decir, aparece dibujado en el libro más antiguo sobre plantas medicinales escrito en México y en todo América. En este texto se le nombra “Tlaco-ehecapahtli” que se traduce como “medicina del aire de vara” (“Tlacotl” significa vara). Los brotes de esta planta junto con otras, como el Tzihuac copalli (Bursera bipinnata, copal) se aplicaban cuando “la vena se hincha por la flebotomía”, es decir por un error de un flebotomista europeo, supuestamente experto en sangrar las venas como método de curación. Actualmente, en el Instituto de Química de la UNAM investigamos las propiedades antiinflamatorias de las hojas de laurel mexicano.
Asimismo, los Mazahuas del Estado de México preparan una infusión (té) para tratar la tristeza, nervios, coraje y el susto, la cual incluye hojas de laurel mexicano, toronjil (Melissa officinalis), menta y cedrón (Aloysia tryphylla). En el Instituto de Química de la UNAM hemos investigado las propiedades del aceite esencial de las hojas de laurel sobre el sistema nervioso central, encontrando que tiene actividad antidepresiva en experimentos con ratones al administrarlo por vía intraperitoneal. Los principios activos son dos compuestos volátiles, el linalool y el beta-pineno. Dicha actividad antidepresiva también se presenta al inhalar este aceite esencial que contiene más de 50 compuestos volátiles. Esto puede revisarse en los artículos “Antidepressant Activity of Litsea glaucescens essential oil: identification of β-pinene and linalool as active principles” o en “Essential Oils in Mexican Bays (Litsea spp., Lauraceae): Taxonomic Assortment and Ethnobotanical Implications”. Para saber más consulta: https://acortar.link/yYoTIr
Esta especie tan útil es considerada en peligro de extinción en México, por lo que sus poblaciones están protegidas. El gobierno ha apoyado la formación de Unidades de manejo ambiental para promover su cultivo. Aun así es común el saqueo clandestino de poblaciones silvestres, como ocurre en el Parque Nacional El Chico (Hidalgo). Sus ramas son constantemente extraídas poniendo en riesgo su sustentabilidad. Ahora, en vez de tener árboles de 15 metros, los hay sólo de 1 m de alto. Reglas claras ayudarían a manejar mejor esta dadivosa especie. En el laboratorio de Etnobiología de la Universidad Autónoma de Estado de Hidalgo estudiamos sus usos tradicionales y dependencia de los recursos biológicos en comunidades indígenas y locales, ya que en estas áreas se encuentran la mayoría de los recursos genéticos del planeta. •