l lunes pasado me visitó la señora Donají. Un vecino le dijo que yo podía ayudarla a resolver el grave problema que tenía: la despidieron de su trabajo en un restaurante de la colonia Condesa. Tenía allí tres años como limpiadora de pisos y, a veces, de los utensilios del restaurante. El motivo del despido: llegar nuevamente tarde y cuando más necesitaban su servicio. Me explicó que los bloqueos a las vías de comunicación en el sur y oriente de la ciudad (vive en Iztapalapa) le impidieron llegar a tiempo al restaurante. Tuvo que buscar otros medios de transporte en el atestado sistema público, y a un costo mayor.
Hablé con el encargado del restaurante y entendió los motivos de la tardanza al mostrarle en mi celular los problemas que ese día causaron unos pocos trabajadores del sector salud que rechazan ser incorporados al programa IMSS-Bienestar y exigen les respeten sus condiciones laborales. Con tal fin bloquearon durante siete horas vialidades importantes y la autopista México-Puebla. Quedaron fuera de servicio varias estaciones de las líneas 1 y 8 del Metrobús y una de la 12 del Metro. El caos vial afectó a miles de automovilistas y otros medios de transporte local y foráneo. La señora Donají tiene una hija que estudia en el Colegio de Bachilleres plantel Iztacalco, y también padece con sus compañeros por los bloqueos.
El martes pasado, dos más afectaron el transporte: uno, en la autopista Toluca-Ciudad de México y otras vialidades importantes; el segundo, ambos sentidos de la calzada Ermita-Iztapalapa. Estos tres casos se suman a los de cada semana por los motivos más diversos. Uno extremo fue el de pueblos de un matrimonio que vacacionaba con sus hijos en Acapulco, Guerrero. Un conductor ebrio mató con su coche al padre y dejó malherida a la esposa.
El acceso al Aeropuerto Internacional Benito Juárez lo han obstruido ex empleados de Mexicana de Aviación, taxistas, familiares de niños con cáncer, empleados de aduanas y del Servicio de Administración Tributaria (SAT). La última vez, quienes defienden las peleas de gallos y las corridas de toros en las ferias y palenques que se realizan especialmente en el centro y norte del país. Ninguna indemnización tienen los pasajeros que pierden sus vuelos.
Los bloqueos permanecen horas hasta que se anuncia que las autoridades y los causantes de la paralización del tránsito dialogarán a fin de resolver sus demandas, no siempre justificadas.No se vuelve a saber más del tema. Apenas en uno la respuesta fue rápida del Ejército y la Guardia Nacional: combatir a los talamontes y los grupos criminales que los protegen. Y la hubo después que los comuneros de Topilejo, en Tlalpan, bloquearon la autopista a Cuernavaca, porque decenas de veces habían denunciado la tala en sus tierras y en Tres Marías y las autoridades citadinas y de entidades vecinas las ignoraron.
Si me ocupo de los plantones fruto de la negligencia oficial y la inoperancia de la fuerza pública y que tienen un elevado costo económico, es porque también dañan severamente la salud de la población. Citaré dos.
1. El aumento de contaminantes en la atmósfera en una urbe que buena parte del año registra mala calidad del aire, como advierten la Organización Mundial de la Salud y los científicos más calificados del país. Afirman que padecemos altas concentraciones de ozono, partículas PM₂,₅ (las más peligrosas) y PM₁₀, y dióxido de nitrógeno, que generan los coches.
2. El estrés. Millones de habitantes del valle de México dedican varias horas a trasladarse de sus hogares al trabajo. Quienes viven en la periferia y laboran en el Centro Histórico, por ejemplo, hasta seis horas al día. Son más cuando hay plantones, lo que afecta su estado sicológico, del cual padecen también los conductores de coches particulares, imposibilitados de poder desplazarse. Está probado que las personas estresadas son muchas veces presas de ira, agresión, mal humor, violencia doméstica.
Ninguna autoridad del valle de México cubre las pérdidas que por los frecuentes plantones sufren diversas actividades; tampoco las afectaciones a la economía familiar y la salud que sufren miles de habitantes. Bien garantizar y atender las protestas ciudadanas, pero éstas no deben darse a costa del bienestar del resto de la población.