n el desamparo y sin opción está hoy quien en la oposición al gobierno busca una alternativa política. Mucho ruido y pocas nueces es lo que, a través de llantos que intentan ocultar la ausencia de un proyecto, ofrece el bloque opositor cuyo Frente Amplio se reduce a diario con una depuración en la que los corruptos son acusados de serlo por los mismos que dentro de su propio grupo formaron parte de las administraciones más corruptas durante las últimas décadas.
El significado que se construye de nada más escuchar la palabra PRI se ha convertido, merecidamente, en sinónimo de lo opuesto a la democracia, honradez e incluso decencia, y a pesar de que dentro de las filas de este partido han militado –y militan todavía– personas de valía, que vaya usted a saber por qué buscaron en el alguna vez revolucionario –y hoy ya ni siquiera institucional– una opción de partido político para desempeñar un cargo público, el PRI pasará a la historia como la organización más nociva en la historia política de México.
En su mayoría los priístas han mostrado y confirmado pertenecer a una clase que en lugar de trabajar en favor del bienestar del pueblo abusa de él para, al empobrecerlo, enriquecerse a sí misma. ¿Qué sucede hoy dentro del PRI que en estampida lo abandonan gobernantes, representantes populares y cuadros de abolengo que acusan a su dirigencia de ser exactamente lo que el mismo partido ha sido siempre? Huyen del nido en que durante tanto tiempo ellos mismos empollaron la impunidad para dar alas a la corrupción.
Políticos como Miguel Ángel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu Salinas o Eruviel Ávila, cómplices durante años de una clase política que se valió del abuso y de las mismas prácticas que hoy dicen repudiar, aparentan despertar de un larguísimo letargo que supuestamente les habría impedido ver durante décadas lo que ahora acusan. ¿A poco apenas hoy el PRI padece de las enfermedades que denuncian? ¡Por favor!
La realidad es que son víctimas del monstruo que ellos mismos crearon, una bestia que al no encontrar más el alimento suficiente para saciar su hambre de poder en el cargo público devora sus propias entrañas en un acto de autocanibalismo. No hay que confundirse, quienes huyen del PRI no son por ello mejores que quienes ahí se quedan. No salen por una causa noble, ni siquiera lo hacen para redimirse, incluso han dejado claro, en palabras de Osorio Chong, que el PRI de antes estará siempre con ellos
y los ayudará a seguir adelante
. ¿Adónde irán a seguir adelante
? De esa pregunta se espera pronta respuesta, pero sin importar si es que la estampida fundará una nueva organización política, o tocará la puerta en una ya existente, la amenaza es clara, el PRI de antes los acompañará
, lo que representa a la guerra sucia, la privatización de los recursos de todos los mexicanos, el dedazo, más rescates bancarios y el intento de una especie carroñera parásita de torpedear cualquier avance con tal de recuperar esos privilegios con los que violentaron los derechos.
Hay señales que parecen indicar que el Revolucionario Institucional es un barco a punto de naufragar, parte de su tripulación comienza a abandonarlo y prefiere quedar a la deriva a hundirse con él hasta el fondo del abismo. Pero el priísmo lejos está de morir, son quienes lo dejan fracturado los encargados de, con otro nombre tal vez, buscar incansablemente el hueso utilizando los mismos métodos que heredaron del PNR.
Se infiltran en otros partidos, cambian de colores, se disfrazan de distintas causas que simulan enarbolar para utilizarlas como trampolín político y acceder al puesto, pero siguen siendo lo mismo, dinosaurios que, a falta de argumentos, acuden a las emociones a través del histrionismo, recurso con el que intentan suplir la carencia de liderazgo. En lugar de ideas ofrecen lágrimas que no son sino copias burdas de los cínicos sollozos que López Portillo utilizó para intentar distraer la atención del desastre que causó.
El priísmo no sólo representa a un partido político, sus métodos e intenciones existen desde mucho antes de la fundación del PNR y permanecerán aun después del día en el que pierda su registro. Tiene la capacidad de trascender a unas siglas, por ello la importancia de tener identificados a quienes con camuflajes encarnan su abyección y no permitirles, jamás, regresar al poder… aunque lloren.