La producción de alimentos es quizás la actividad más representada del patrimonio biocultural, sin embargo, en la producción de artesanías y arte popular encontramos también sistemas de producción que integran conocimientos tradicionales e indígenas transmitidos de generación en generación y entre abuelas, madres e hijas. En la producción textil, las mujeres trabajan las fibras vegetales y los tintes que dan forma a representaciones simbólicas asociadas a sus entornos ecológicos y sociales. Huipiles, alfombras, bolsas dan cuenta del patrimonio biocultural textil desarrollado mayoritariamente por mujeres de todas las edades. Las artesanías representan un caso emblemático de la riqueza biocultural nacional y una práctica tradicional resguardada por los pueblos indígenas. Aquí se presentan cuatro casos del noroeste de México.
En Sonora, durante la bajamar frente a Isla Tiburón, mujeres, niñas y niños comca´ac recolectan caracoles, almejitas, peces y pulpos que se han quedado atrapados entre el fondo arenoso vacío de mar por unas pocas horas. Con los caracoles, conchas y pequeños huesos animales marinos, las mujeres elaboran collares típicos de este grupo indígena. Las mujeres también elaboran las coritas, cestas de diversos tamaños que encarnan la relación del pueblo comca´ac con el mar y el desierto; del torote salen las fibras y con raíces, cortezas y flores se aportan los colores para tejer, mediante manos y una aguja de hueso de venado bura, las representaciones de mar, desierto y cielo.
En Baja California, las mujeres kumiay elaboran también cestas a partir de los recursos naturales de los valles intermontanos y laderas de los ríos y arroyos. En La Huerta, se tejen cestas con fibra de pino e hilo de palma, mientras que en San José de la Zorra el sauce y el junco son los recursos más utilizados para el tejido de sawiles. Estos recursos provenientes de la naturaleza se han encontrado en diversas piezas arqueológicas, en las narraciones de los primeros españoles en contacto con los pueblos nativos de la península y en la historia oral de sus miembros; el conocimiento, aprovechamiento y técnicas de manejo de estas plantas tiene cientos de años, perpetuándose a través de la transmisión oral entre mujeres de distintas generaciones.
En el Delta del Río Colorado, la parte más norteña del Mar de Cortés, las mujeres cucapá elaboran pectorales con cuentas de chaquira; colores y matemáticas son la clave para elaborar estas piezas representativas de la artesanía indígena que antes de la difusión comercial regional eran elaboradas con piedras, huesos, conchas y semillas recolectadas entre el desierto y los brazos del río Colorado. Aunque la introducción de las cuentas plásticas de chaquira desplazó el uso de las materias naturales, siguen reproduciendo la trasmisión cultural y generacional entre las mujeres cucapá y como en los otros casos, permite un ingreso económico esporádico, a las economías familiares de este grupo indígena.
Así mismo, mujeres rarámuri en la ciudad de Chihuahua, se han organizado como grupos y colectivas para realizar prendas de vestir basadas en una estética rarámuri que puede observarse en sus prendas tradicionales de vestido. Sudaderas, vestidos, blusas y cubrebocas se confeccionan y adornan a partir de un elemento central de esta estética: los triángulos de colores diversos que de acuerdo con algunas de las mujeres rarámuri representan las montañas de la Sierra Tarahumara, hogar poscolonial de este grupo indígena. Además, elaboran también cestería, wares de palmilla, fibras del sotol y agujas de pino, tanto en la ciudad como en sus rancherías y pueblos en la Tarahumara.
Estos sistemas bioculturales incluyen un profundo conocimiento de las características y cualidades de la flora, fundamentales para la recolección de las materias primas, el tratamiento de éstas, la elaboración de las piezas y las representaciones culturales que encarnan. Tradicional o moderna, la artesanía indígena y el papel central de las mujeres en su elaboración, constituye parte del repertorio biocultural de los pueblos indígenas y su documentación, reconocimiento y difusión es prioritaria. •