Lo biocultural nos remite, entre otras cosas, a la interconexión entre los seres humanos y la naturaleza; al empalme entre diversidad biológica y cultural; a la compleja, rica y vasta diversidad de prácticas, creencias, rituales, manejos, que el ser humano mantiene con el entorno que le rodea; a los paisajes naturales que distintas culturas han aprovechado y resguardado. Asimismo, biocultura nos lleva a los espacios creados por el ser humano, en donde proyecta el patrimonio biocultural, y que éstos devienen de la construcción de territorios de vida en donde aún se conserva la memoria y riqueza biocultural.
En este sentido, desde el origen la humanidad tuvo que conocer y aprender acerca de las diversas especies de plantas y animales que le concedía la naturaleza, con la finalidad de suministrar alimento, vestimenta, casa, entre otros. Así pues, los pobladores al formar su vivienda fueron incorporando también espacios que daban cabida a diversas especies de plantas y animales que les resultaban provechosas.
Desde esta óptica, tradicionalmente se consideran a los espacios de labranza y trabajo campesino, las parcelas y solares, como espacios bioculturales, pero no son los únicos. Desde hace algunos años hemos empezado a entender y reconocer a los patios como territorios de confluencia biocultural. El patio es ese pequeño o gran espacio con el que cuentan muchas de las familias, dotado de plantas y animales, pero que también es un espacio dinámico que se reconfigura constantemente en su dimensión material y simbólica: un espacio de recreación y esparcimiento que evoca a los recuerdos. Pues los patios no solo contienen diversidad biológica, son además poseedores de diversidad cultural que encontramos a través de las prácticas, saberes y creencias que mantienen y resguardan las familias, por ello, cada planta, cada flor, cada árbol, o cada ave, tiene distinto sentido y significado.
Los patios de Soledad Etla, Oaxaca
Oaxaca quizás es el estado poseedor de la mayor diversidad biológica y cultural de nuestro país. Los Valles – o Valles Centrales- es territorio de los pueblos zapotecos, mixtecos y mixe principalmente, y hace patente, al igual que las otras siete que configuran Oaxaca, esa diversidad. La región debe su nombre a la confluencia del Valle de Etla, el de Tlacolula y el de Zimatlán- Ocotlán.
Enclavado en el Valle de Etla se encuentra el municipio de Soledad Etla, que con sus poco más de 6000 habitantes forman parte del área conurbada. Si bien, cada vez hay menos población indígena, Soledad Etla posee un arraigo campesino importante y sus características permitieron que gran parte de la población del Valle Eteco se dedicará, hasta hace unas décadas, por completo a la ganadería y a la agricultura. Sin embargo, este talante ha experimentado cambios importantes.
Hace un par de años, invitados por su comisariado Ejidal, nos dimos a la tarea de dar cuenta de la diversidad presente en los patios de Soledad. Creíamos que esto sería una tarea sencilla pues no es precisamente una población reconocida por su diversidad biológica, de hecho, a simple vista se presenta como un espacio más bien cercano a lo árido: gran error ¡Logramos documentar 236 especies en unas 70 casas! De esas, unas 210 fueron de plantas y 26 de animales, una cantidad que resultó ser sorprendente ante el territorio que se visualizaba.
Los árboles como limón, guayaba, níspero, aguacate fueron los que más se pueden encontrar. Pero la gente también tenía plantas como la rosa, sábila, guayaba, ruda, geranio, hierba buena y hierba santa. Los usos más prevalecientes de las plantas fueron ornamental, alimenticio, medicinal y como sombra; en menor frecuencia, pero igual de significativas, los usos como condimento de alimentos, para los rituales y como cercas vivas. Las especies de animales más comunes fueron perros, gallinas, cerdos, vacas y borregos. En comunidades de talante campesino, los animales de patio tienen funciones relevantes, así mientras los perros se encargan del cuidado del hogar, el resto de los demás animales son para reproducir, garantizar algo de alimentos o para la venta cuando es necesario. La venta es generalmente entre las casas y pobladores del mismo municipio, aunque también con los municipios aledaños.
Cabe mencionar además que la mayoría de las familias expresaron sus saberes acerca de las plantas medicinales, conocimientos que recuerdan por sus madres o abuelas y que siguen conservando. Las plantas medicinales más usadas son la ruda, hierbabuena, sábila, hierba santa, árnica, estafiate, romero, albahaca y guayaba. Estas plantas son utilizadas principalmente para aliviar enfermedades estomacales y respiratorias; también para combatir las malas energías y sustos —ruda, albahaca y romero —; y atenuar heridas —sábila, árnica—.
De la misma forma, hay plantas esenciales para preparar alimentos, la hierba santa en los tamales de frijol, la hierba buena en diferentes caldos, la hoja de aguacate para los frijoles, la flor de calabaza para las empanadas, entre otras. Además de las plantas esenciales para festividades tan importantes en Soledad Etla, para el día de muertos —níspero, caña, cempasúchil, borla, calabaza, tejocote—; la bugambilia y chilacayota para la samaritana; y animales para festividades como la Virgen de la Soledad —guajolote, gallina, chivos, borregos y cerdos—. Asimismo, algunas familias acostumbran juntar y comer insectos que ocasionalmente se encuentran en los patios como chapulines, chicatanas, abejas y gusanos de maguey.
En Soledad Etla encontramos que, a pesar de la dinámica de las casas y el cada vez mayor crecimiento del modo de vida urbano, los patios siguen siendo esenciales para la vida. El 54% de los hogares encuestados y entrevistados conserva su patio porque es un complemento económico, el 52% porque es una tradición familiar que les gusta conservar y reproducir, un 48% porque lo percibe como un medio de terapia, y un 26% porque lo considera como un medio de integración familiar. Algunos patios presentan aún las estructuras de corrales para la crianza de animales grandes; y varios hogares aún se dedican a la ganadería de traspatio, como una actividad familiar complementaria, o porque la ganadería fue su sustento principal durante varias décadas y les resulta difícil desprenderse de esa actividad. Para el 96% de las familias con las que logramos platicar, el patio sigue siendo un complemento sustancial para su economía, pues el 89% utiliza la producción para autoconsumo familiar y comunal, y el 56% vende además la producción.
Además, en Soledad el patio es un espacio construido y conservado fundamentalmente por mujeres. En los patios de Soledad Etla conviven plantas nativas e introducidas, plantas que diversas familias conocen acerca de sus usos medicinales —desde el tallo hasta la hoja—, plantas que son compartidas cuando se requieren entre la comunidad, plantas que significan distintas cosas a cada familia y que son conservadas por los recuerdos familiares y comunales. Asimismo, la crianza de animales resulta ser una actividad común a pesar de que las familias se dediquen a labores completamente distintas. En ese pequeño municipio consideran al patio esencial para el hogar y difícilmente dejarían de tenerlo. •