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Despertar en la IV república

El PRI, ¿todo fue malo?

P

ara mí sería muy fácil aprovecharme de la situación desastrosa en que se encuentra el PRI para volcarme en una crítica feroz, y aunque es complicado defenderlo, haré acopio de serenidad para resaltar los méritos que tuvo y señalar también el peor de sus defectos. Como uno de los grandes méritos del viejo partido se encuentra “la pax priísta”. Aunque haya tenido resultados dudosos, a partir de Lázaro Cárdenas las insurrecciones violentas se redujeron en el país y durante 10 sexenios México mantuvo estabilidad política. Es cierto que Cárdenas logró imponer al régimen del partido hegemónico con un fraude electoral y que ninguno de los demás presidentes, hasta Ernesto Zedillo, se destacaron por una vocación democrática, pero no puede dudarse que esta paz permitió la modernización del país, aunque sin justicia social, como lo señaló Daniel Cosío Villegas.

Otro mérito fue la creación de instituciones sólidas, que permitieron dotar de servicios públicos a las poblaciones de zonas urbanas y de algunas rurales, por ejemplo, la Secretaría de Salubridad y Asistencia, el IMSS, el Issste y la SEP; también la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, el Programa de Desayunos Escolares, el Programa de Abasto Rural de Diconsa, el Infonavit, Fovissste, Pemex, CFE y otras.

Entre sus peores defectos se encuentra la creación de un sistema autoritario sostenido gracias a la corrupción y a continuos fraudes electorales. El sistema reaccionó incluso violentamente a protestas ciudadanas como en 1968. Sexenios como el de Miguel Alemán se caracterizaron por la corrupción de sus altos funcionarios públicos. Incluso esos abusos fueron criticados por presidentes priístas como Ruiz Cortines, quien reprochó los excesos del sexenio alemanista, pero no hizo nada para sancionar a su predecesor. La corrupción de los gobiernos priístas cobró tal dimensión que De la Madrid implementó una campaña de renovación moral, que nunca llegó. En 2016, rumbo a las elecciones presidenciales de 2018, 83 de cada 100 ciudadanos percibía al PRI como el partido político más corrupto debido a los grandes escándalos en que se vieron envueltos los funcionarios públicos cercanos al presidente.

El PRI, reconocido como el más longevo de los regímenes políticos a nivel mundial, parece a punto de quebrar. En 2012, gobernaba a 57.3 por ciento de los mexicanos, ahora sólo a 3.8 por ciento. La corrupción y el autoritarismo terminaron cobrándole factura al que fuera el partido hegemónico del país por más de 70 años.