Número 188 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
Solidaridad económica
Integrantes del colectivo durante una jornada cotidiana. Celeste Cruz Avilés

Sohuame Tlatzonkime: mujeres en la procura de construir un proyecto

Manuela Martínez Martínez, Leticia Martínez Martínez, Celeste Cruz Avilés y León Felipe Arellano Luna

Somos una organización comunitaria diversa que está integrada en su mayoría por mujeres, campesinas, artesanas bordadoras y tejedoras de los estados de Puebla y Oaxaca; también nos integramos a la organización personas que no somos artesanas pero que realizamos tareas en torno a la comercialización, quienes radicamos en Tlaxcala, Estado de México y Ciudad de México.

Nuestro esfuerzo colectivo se identifica con la educación popular y se enfoca en la divulgación de la cultura de los pueblos de las mujeres artesanas, como son: prácticas, identidad, lengua, indumentaria, procesos organizativos, entre otros elementos de los modos de vida rural y comunitaria.

Decidimos trabajar de forma colectiva en el año 2015, fue en ese momento en el que nos animamos a comercializar los productos bordados de compañeras de diversas localidades de Pahuatlán, Puebla. En este esfuerzo se incorporaron integrantes de los municipios de Hueyapan y San Gabriel Chilac; al mismo tiempo participaron de la organización otras que participaban en la logística, transporte, comercialización de los productos y gestión de espacios solidarios para la venta en diversas ciudades del país.

Lo Agroecológico y la Economía Solidaria

Desde la organización se han recuperado algunas prácticas agroecológicas dentro de la lógica de la economía solidaria.

En primer lugar, está la recuperación de la producción de tintes naturales para el teñido de telas, lienzos, hilos (particularmente de lana); estos tintes naturales implican que en el huerto y la parcela debemos crecer y cuidar árboles que se dan en la localidad, como el nogal, cempoalxochit, sauco, tezhuat morado, capulines, arándanos, muitle, guayabo, gordolobo, ilite rojo, entre muchas otras. Varias de éstas, junto con otras plantas que también crecen y se cuidan en la milpa, las producimos con la intención de teñir en la producción de textiles.

También desde nuestros huertos, cultivamos para comer y usar en nuestra vida cotidiana. Los excedentes nos sirven para intercambiar y comercializar, tal es el caso del maíz, los frijoles, ayocotes, xocoyoes, chiles, arándanos, calabacitas, chayotes y café altura que producimos en nuestra parcela.

Los productos animales que criamos son pollos, conejos, huevo, patos, puercos, borregos, entre otros. Todos los anteriores los producimos para autoconsumo en nuestras casas que es una parte importante de nuestra autonomía económica de consumo; sin embargo, para nuestra autonomía económica de producción también procuramos intercambios no monetarios a partir de servicios que brindamos o productos que tenemos para conseguir aquellos que no tenemos.

Un ejemplo de lo anterior es el servicio de atención a la salud (medicina), el cual es retribuido con productos de este tipo, ya que quienes se atienden viven en la comunidad y municipio. Otro ejemplo es cuando tenemos la posibilidad de salir a vender y nos encontramos con bordadoras y artesanas(os) de otras geografías, intercambiamos tintes o incluso productos como ollas de barro, hilos, lienzos, blusas, vestidos, alimentos y muchas experiencias.

En el aspecto del emprendimiento de Artesanías Textiles, podemos mencionar algunas de las dificultades que consideramos importantes. En primer lugar, nuestras prácticas de intercambio y producción son poco sistemáticas, hace falta mucha organización en cuestión de las cadenas productivas, costos y función de los excedentes; en segundo lugar, lo organizativo, ya que, debido al pequeño tamaño de nuestra organización, las funciones y responsabilidades no están del todo delimitadas (todas hacemos de todo).

Algunas reflexiones sobre nuestro caminar

De varias formas y en distintos momentos hasta la fecha, nos hemos interesado en cuestionar las prácticas de regateo, expropiación, explotación, desvaloración, subestimación y discriminación que sufrimos las mujeres que producimos las artesanías textiles; por esa razón siempre reivindicamos que no solo nos interesa vender por vender, sino establecer relaciones y vínculos que generen reflexiones, miradas críticas en torno a las diversas problemáticas que venimos identificando en el tiempo.

Es muy importante enfocar la mirada en el hecho de que buena parte de las mujeres que conformamos la organización no aspiramos a migrar a las ciudades, para esto es importante que podamos construir otras condiciones de vida, condiciones que permitan desafiar y quizás romper con las formas sociales opresivas, excluyentes, dominantes del capital.

Las economías del cuidado, las economías domésticas, las economías populares son quizás las primeras cuestiones que nos han permitido mirar a la economía solidaria como alternativa económica, en la que las prácticas de las mujeres están al centro, particularmente los cuidados, así como las actividades y trabajos del hogar.

Lo que falta y lo que viene

Hemos aprendido a trabajar entretejiendo redes con otras organizaciones con intereses y necesidades afines para el fortalecimiento de nuestros proyectos en las localidades de origen y las comunidades que dan cuerpo a nuestras organizaciones, es allí donde consideramos que está nuestra base para construir una propuesta económica solidaria, que cabe decirlo, estamos explorando.

Hemos discutido poco del futuro y las ideas que tenemos de permanencia en el tiempo como sostenibilidad, pero en las acciones a mediano y corto plazo vemos un planteamiento importante de esto, estamos considerando una sostenibilidad desde la pluriactividad en nuestras parcelas y huertos, además de lo que hacemos a partir de nuestra práctica textil. Una estrategia de sostenibilidad que tenemos es la educación de las personas consumidoras, con frecuencia estas personas se interesan y compran a partir de lo que compartimos, como nuestras prácticas de producción y comercialización.

Confiamos en la economía solidaria, la autogestión, la aportación colectiva, en el tequio, en el trueque de conocimientos, en el compartir libremente, y así venimos construyendo formas más justas y dignas de vivir. •

Manuela Martínez muestra su bordado artesanal. Celeste Cruz Avilés