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En La prisión en invierno, Héctor Manjarrez evoca su reclusión en la España franquista

La novela recupera un pasaje estrujante de su juventud y transmite un sentido de lo absurdo de ese régimen, refirió Tania Huntington en la presentación

 
Periódico La Jornada
Domingo 12 de marzo de 2023, p. 4

En su novela más reciente, La prisión en invierno, Héctor Manjarrez (Ciudad de México, 1945) recupera un pasaje doloroso de su juventud: su estancia en una cárcel de Burgos en la España franquista. Para mí, es un texto terriblemente personal al igual que lejano, manifestó el narrador y poeta en la presentación del libro en la Casa de Ediciones ERA.

Manjarrez empezó a escribir el texto en la cárcel, en 1970, labor que continuó durante muchos años hasta que lo terminó en 2019. En un principio lo escribió en primera persona hasta que muchos años después se dio cuenta de que debía ser en tercera persona. En el último capítulo, ya fuera de la cárcel, regresa a la primera persona.

Para el también dramaturgo y docente, más que autobiográfico, es un texto testimonial: Hablo de la prisión, no de mi persona. Cuento lo que un tipo que sabía leer y escribir, escribió sobre lo que vio. Me apegué lo más posible a cómo eran esos extraños personajes.

Reconoció que él también era un ser extraño, “un mexicano de cabello largo. El primer mexicano que veían en su maldita vida, los otros, como Pedro Infante, los habían visto en películas. Era un ser tan extraño que ni siquiera se atrevieron a cortarme el pelo. Cuando le decía al director de la prisión que trabajaba para la BBC de Londres –radicaba en la capital inglesa y trabajaba en la embajada de México– y escribía cosas sobre América Latina y España, me creía y no quería meterse en problemas”.

Manjarrez tardó años en hacer un texto “muy desnudo, parco, con sentido del humor. Después, como autor, no supe qué hice, cómo, ni para qué lo hice. El libro se escribió sólo, puse un poco de oficio para organizarlo. Un día allí estaba, luego se había publicado. Inventé personajes, otros los dejé tal cual, otros los fundí. No me acuerdo bien. España era un país muy pobre, ignorante, analfabeta y campesino.

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▲ Para el también dramaturgo y docente, más que autobiográfico, es un texto testimonial: Hablo de la prisión, no de mi persona.Foto Yazmín Ortega Cortés

Para mí, es un libro profundamente conmovedor. Es una novela con humor; sin embargo, muy estrujante.

En la presentación, el autor estuvo acompañado por la escritora y artista Tanya Huntington, para quien, a diferencia de su título desolador, es una botana discreta, un paréntesis que incluso puede resultar gozoso. Transmite un sentido de lo absurdo, de lo surreal, del franquismo. Manjarrez, no obstante, no suelta el impulso de ver el humor en cualquier situación, por injusto o lamentable que sea. Incluso, la falta de humor, o el humor torpe, de los españoles.

La situación del protagonista, Juan Cristóbal, no es a primera vista para reír: “Se encontraba en un país bajo una dictadura, donde no tenía parientes, ni embajada, dado que México rehusó siempre reconocer a la España franquista. Como la orden de aprensión en su contra se había girado por una falta menor ocurrida seis años antes –en un primer viaje–, su caso cayó en un hueco burocrático que tardó en resolverse. Sin embargo, a través del ingenio de su predicamento suena al mismo tiempo como la introducción de una broma”.

A final de cuentas, ésta es una novela de aventuras porque, como anota su protagonista, tenerlas consiste en hacer cosas que uno no ha hecho antes. Sé que no es una novela satírica o cómica en sí; sin embargo, siento que en varias cosas que Manjarrez escribe el humor es como un arma secreta. Un mecanismo de defensa. Una forma de volver soportable lo insorportable, aseguró Huntington.