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Desde otras ciudades

Berlín celebra el cine mundial sin restricciones, tras dos años de pandemia

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▲ Zona reservada para los aficionados en la carpeta roja del festival de cine de Berlín, la Berlinale.Foto Alia Lira Hartmann
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os fanáticos del cine en Berlín vuelven a apostarse en la alfombra roja de la Berlinale en busca de conseguir un autógrafo o una selfi con alguna de las luminarias del cine mundial bajo una atmósfera de normalidad, tras dos años de pandemia.

La Berlinale cobra vida gracias al entusiasmo y euforia de su público, de las salas de cine llenas, de las proyecciones que a tan sólo unos minutos de salir las entradas a la venta quedan agotadas. Quienes asisten al festival llegan a esta ciudad desde diferentes regiones de Alemania y Europa, se toman algunos días de vacaciones para disfrutar de buen cine.

Los aficionados que tienen noticia de sus ídolos en la pantalla y que recorrerán la alfombra roja se congregan desde temprana hora para soportar valientemente las inclemencias del tiempo, la lluvia, la nieve, el viento y un cielo encapotado; el invierno alemán es implacable, el astro rey asoma su esplendor con denotada rareza.

El festival contrata personal de seguridad que se encuentra apostado en cada lugar donde se prevén aglomeraciones, está entrenado para mantener, ante todo, el orden y evitar que se desborden las emociones que pongan en peligro la integridad física de los invitados especiales.

La Berlinale es tal vez el más político de todos los festivales de cine del mundo e incluye un espectro de producciones que van desde el cine de autor a blockbusters, este último sinónimo de películas de gran presupuesto –alrededor de 100 millones de dólares– y éxito en taquillas.

El término proviene de la expresión en inglés busting blocks, que significa rompiendo o destruyendo bloques. Tiene sus orígenes en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, cuando en Alemania se utilizaba el vocablo para referirse al efecto de las bombas que la fuerza aérea inglesa –la Royal Air Force– lanzaba y destruían grandes bloques en las ciudades importantes del país.

La edición 2021 fue enteramente digital; en 2022, bajo estrictas restricciones con medidas sanitarias que obligaban a los espectadores a mostrar su prueba negativa de covid antes de ingresar a las sala de cine.

También la digitalización del festival cobró especial importancia: el tradicional puesto de venta al público en las inmediaciones de la Potsdamerplatz, donde se encuentran la mayoría de las salas de cine, fue eliminado. Las entradas se vendían únicamente por medio del portal del festival.

Mirar la vida con nuevos ojos a través de una película. El cine puede influir de manera incomparable a nivel emocional, perceptual y cognitivo y puede convertirse en un método terapéutico. La vivencia del espectador frente a una pantalla en la oscuridad podría compararse con la experiencia de los sueños activamente al ver las imágenes y de forma pasiva tal vez cuando se proyecta en un personaje. El filósofo francés Félix Guattari definiría al cine como el diván del pobre, al referirse al utilizado por Freud en sus sesiones de sicoanálisis.

Alia Lira Hartmann, corresponsal