Lunes 2 de enero de 2023, p. 22
Río de Janeiro. Tras completar su gabinete, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva inició ayer un tercer mandato con el desafío de recomponer a un país fracturado, mejorar sus relaciones internacionales y luchar contra la pobreza con una economía que a duras penas logra recuperarse. Una tarea hercúlea
, según Geraldo Alckmin, futuro vicepresidente de la potencia regional de 215 millones de habitantes.
Según el equipo de transición de Lula, cuatro años de gestión irresponsable
bajo el gobierno de Bolsonaro dejaron a Brasil en un estado lamentable: penuria y retrocesos en materia social, educativa, de salud y medio ambiente.
La formación del gabinete de Lula fue la más laboriosa de las últimas tres décadas. Semanas de arduas negociaciones permitieron finalmente poner de acuerdo a los aliados de izquierda que facilitaron el triunfo electoral con sectores centristas clave para asegurarse el futuro respaldo parlamentario.
El Congreso resultante de las elecciones de octubre tiene más representantes y senadores derechistas que antes, pero ello no necesariamente impedirá al pragmático Lula gobernar mediante alianzas, desde la extrema izquierda a la centro-derecha.
Un país partido en dos
Pero Lula se topa con un país partido en dos, con 58 millones de brasileños que no votaron por él. Dos meses después de las elecciones, bolsonaristas radicales siguen acampando frente a los cuarteles para reclamar una intervención militar.
La victoria de quien dijo querer hacer feliz a Brasil de nuevo
fue por estrecho margen: apenas 50.9 por ciento de los votos, contra 49.1 por ciento contra su adversario de extrema derecha Jair Bolsonaro.
Lula deberá además pacificar las relaciones con la Corte Suprema, el pilar de la democracia brasileña blanco de duros ataques bolsonaristas. Antes de asumir su cargo, el futuro ministro de Justicia, Flavio Dino, extendió la mano a los jueces.
Las primeras medidas de Lula serán sobre medio ambiente, educación e igualdad racial. También restringirá la posesión de armas, que se incrementó fuertemente bajo el mandato de Bolsonaro. A menudo popular en el exterior, Lula buscará reconciliar a Brasil con los países que tuvieron malas relaciones con el gobierno ultraderechista.