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Adiós al Rey
Arlindo: simplemente era un futbolista de otro mundo
 
Periódico La Jornada
Viernes 30 de diciembre de 2022, p. a12

Para el ex jugador brasileño Arlindo dos Santos, su compatriota Pelé fue el mejor adversario al que se enfrentó, era un adelantado a su época, simplemente un futbolista de otro mundo.

Aunque el autor del primer gol en el estadio Azteca, en 1966 con el América, nunca jugó al lado de O Rei, sí fue su rival en muchas ocasiones, de las cuales, dijo, atesora grandes momentos.

Recordó cuando ambos se enfrentaban “en aquellos memorables partidos entre el Santos de Pelé y el Botafogo de Garrincha, donde yo jugaba. ¡Eran unos duelos tremendos!, se vivían con mucha intensidad y para nosotros era un deleite estar con él en la cancha”.

Orgulloso, el ex futbolista de 82 años cuenta que cada que Pelé venía a México se saludaban y “hasta nos tomábamos un café. Tenía conocidos que me informaban dónde estaba hospedado e iba a verlo. Lo primero que me decía era: ‘ya fui a la Basílica eehh’, porque al igual que yo, era muy devoto de la Virgen de Guadalupe, y ya después platicábamos de muchas cosas, me contaba anécdotas, hacíamos bromas, siempre fue muy atento conmigo, era un honor poder hablar con él”.

Arlindo confiesa que uno de sus mejores recuerdos con el tres veces campeón del mundo fue cuando acudió a recibirlo tras ganar el título en Chile 1962.

Con gran emoción, narra que cuando la selección brasileña regresó a su país luego de ganar el Mundial de Suecia 1958, “yo era muy jovencito y trabajaba en una tienda de electrodomésticos, y el dueño nos alquiló un camión descapotable para ir a ver al equipo, y aunque vimos a los jugadores de lejos, fue muy emocionante para mí.

“Cuatro años después, cuando se coronaron en Chile 1962, yo ya era futbolista y tuve la oportunidad de asistir a la recepción que el gobierno le organizó a la selección. Ahí, pude estrechar su mano y felicitarlo. Compartió unos momentos con los futbolistas que estábamos en la reunión y fue muy grato platicar de sus experiencias y convivir con el resto del equipo.

No podía creer que pasé de ser un simple espectador, en 1958, a estar junto a él cuatro años después celebrando un título mundial para nuestro país. Es algo que recuerdo con muchísimo cariño.