La tarde del 13 de diciembre se inauguró en la Ciudad de México la semana cultural de Marruecos en el Complejo Cultural de los Pinos. Un evento impulsado por la Embajada del Reino de Marruecos en México, en colaboración con la Secretaría de Cultura. La inauguración contó con la presencia de la Secretaria de Cultura Alejandra Frausto Guerrero y embajadores de países como Marruecos, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, entre otros.
Dicho evento muestra infografías y cartografías que avalan la ocupación que ejerce la monarquía de Marruecos sobre el territorio del Sáhara Occidental desde1975. En las infografías se hace una descripción de Dakhla y el Aaiún ocupados, que en realidad son parte del territorio que le pertenece de manera legítima a la República Árabe Saharaui Democrática.
Además, en la misma exposición se muestran los trajes tradicionales saharauis como parte del vasto patrimonio cultural del país ocupante, es decir, de Marruecos, lo que es una violación a la Declaraciónn de los Derechos de Pueblos Indígenas de la ONU que protege las expresiones culturales contra la apropiación cultural.
Los elementos que conforman la cultura y tradiciones de los saharauis han sido, son y serán parte de su lucha y resistencia, narran las costumbres y cosmovisión de un pueblo de raíces nómadas y beduinas, árabes y españoles que actualmente vive bajo la ocupación de su territorio, el exilio y la guerra.
La República Árabe Saharaui Democrática no es marroquí y sus tradiciones culturales tampoco los son. Los saharauis llevan resistiendo a la ocupación, el exilio y el olvido mediático casi cincuenta años. Su territorio fue invadido por el rey marroquí en 1975 a través de la Marcha Verde, para robarles a los saharauis sus tierras y explotar las riquezas naturales como el fosfato, el petróleo, el uranio y controlar el banco pesquero que abunda en la región.
La cultura marroquí es muy basta y rica en danzas, artesanías, vestimenta, géneros musicales, gastronomía, arquitectura y costumbres. Sin embargo, no les basta con eso, como a todos aquellos opresores sedientos de poder, siempre quieren más.
El culturicidio y la apropiación cultural son algunas de las estrategias de la ocupación ilegal de Marruecos al Sáhara Occidental, porque a su rey no le basta con usurpar su tierra, violar los derechos humanos de las y los saharauis en el territorio ocupado y mantener en el olvido a más de tres generaciones que viven en los campamentos de refugiados en el sur de Argelia, no es suficiente; también tiene que intentar robar la identidad de un pueblo que resiste a través de sus elementos culturales, su costumbres y tradiciones.
No basta con agredir a las mujeres y hombres que visten esos trajes típicos que la exposición muestra como propios, tener presos políticos y fosas clandestinas en el territorio ocupado ilegalmente; tienen que arrancarles el rostro y el alma para satisfacer su deseo insaciable de poder y riqueza.
México reconoce a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) desde el 8 de septiembre de 1979, respetando el derecho de autodeterminación de los pueblos, el derecho internacional y el derecho del saharaui a decidir quiénes quieren ser. México ha construido relaciones internacionales cordiales y solidarias, lo que ha generado fuertes lazos políticos e interculturales.
“La Secretaría de Cultura no debería ignorar la política exterior de nuestro país. Los mapas que se presentan en el Complejo Cultural de Los Pinos, en ocasión de la semana cultura marroquí, son un insulto a la cuidadosa gestión de la Secretaría de Relaciones Exteriores y al compromiso de los mexicanos con la libertad de los pueblos”, dice Silvana Rabinovich, investigadora de la UNAM. Se pone en riesgo la relación que desde los años setenta México y la RASD han construido, caracterizada por colaboración, solidaridad, empatía y dignidad.
No podemos ser cómplices de la violación a los derechos humanos que ejerce el rey de Marruecos al pueblo saharaui, al muro militar conocido como el muro de la Vergüenza que el país ocupante construyó lleno de minas antipersonales, que separa al pueblo saharaui de su territorio. No podemos ser cómplices y permitir que la ignorancia o la perversidad muestre al pueblo mexicano una cartografía que avala una ocupación ilegal y que en pleno siglo XXI encubre la descolonización inconclusa del Sáhara Occidental.
No podemos permitir que de manera tan burda y superficial se presente una cultura que resiste como lo hace una acacia en medio del desierto, firme y sólida por todos aquellos rasgos que la conforman, que cuentan su historia. Para el pueblo saharaui su cultura y su identidad son un grito desgarrado que surge desde el corazón, buscando siempre la libertad. Los elementos que integran las costumbres y tradiciones de los saharauis han sido, son y serán parte de su lucha y resistencia. No se puede permitir que les roben también su identidad. •