n julio de 1965 las fresas y los espárragos estaban listos para cosecharse en el Valle de Salinas, California, pero no había trabajadores. Resulta que un año antes el gobierno de Estados Unidos había roto las negociaciones con México y cancelado de manera definitiva el Programa Bracero, que había funcionado a lo largo de 22 años.
Ante la escasez de trabajadores, la Secretaría del Trabajo decidió organizar un programa nacional para reclutar a 20 mil estudiantes de 17 y 18 años para trabajar en las cosechas de California, Texas y otros estados. Y al igual que escogían a los braceros también seleccionaron a los estudiantes: descartaron a los nerds y optaron por los deportistas y fortachones. Les pagarían el salario mínimo más extras por productividad, vivirían en barracones de madera y no tendrían permitido salir o regresar a sus casas.
El proyecto se llamó A-TEAM ( Athletes in Temporary Employment as Agricultural Manpower) y se presentó a los medios en una conferencia de prensa en Washington.
Así llegaron a Salinas varios camiones con jóvenes bullangueros y felices de pasar una aventura, los que fueron reclutados en Iowa, Kansas y Nuevo México. La prensa reseñó la salida de los muchachos y al mismo tiempo comentaba que trabajar en el campo, en la pisca y cerca del suelo, requería de una gran motivación (por dinero, hacer ejercicio o por hambre).
El proyecto fue un fracaso total. El primer día los atletas terminaron exhaustos e insolados, a los tres días estaban adoloridos, llagados, hartos y molestos. Se quejaban de todo, la comida, las camas, el calor y el salario misérrimo. A las dos semanas se declararon en huelga y se fueron a sus casas.
Uno de los protagonistas y testigo del experimento fue Randi Carter, que luego sería cineasta y director en Hollywood, con relativo éxito en varias películas. También era guionista y trató de hacer una película sobre sus vivencias en los campos de Salinas, la cual fue aceptada en dos ocasiones, pero nunca llegó a realizarse.
Varios de estos muchachos aprendieron muy rápido lo que cuesta cosechar lechugas, espárragos, fresas y demás productos donde no se ha podido mecanizar la cosecha. También se dieron cuenta, en unos pocos días, que por todo ese trabajo se ganaba muy poco. Y sí, el peor salario se paga en la agricultura.
Se trata de un episodio vergonzoso para el gobierno estadunidense, que es incapaz de hacer una autocrítica, reconocer y remunerar el trabajo de los mexicanos en la agricultura. Asimismo, es un episodio que quedó olvidado u oculto y que develó en 2016 la historiadora latina Lori A. Flores en su libro premiado Grounds for Dreaming: Mexican Americans, Mexican Immigrants, and the California Farmworker Movement.
Hace medio siglo de eso y el asunto parece de película, queda pendiente quien la retome.