Los primeros grupos nahuas que venían del norte de Mesoamérica, llegaron a la Cuenca de México aproximadamente en el siglo XII, instalándose alrededor del lago de agua dulce y salada, rodeados por amplias zonas de bosque de donde obtenían su sustento; caza de mamíferos y aves migratorias, pesca, recolección de plantas, semillas e insectos y luego la agricultura, esta última practicada en zonas de riego y de temporal, la primera practicada en medio de los lagos por medio de las técnicas de chinampa en la cual se construían camellones y ocupando los innumerables manantiales para regar sus tierras. Estos cultivos se complementaban con la agricultura que necesitaba de la lluvia, ubicada en terrenos planos y en las faldas de las elevaciones montañosas, aplicando la técnica de terrazas agrícolas construidas en las faldas de los cerros que rodeaban a los cuerpos de agua.
Recordemos que, dentro de las primeras impresiones de los cronistas europeos sobre el paisaje de la Cuenca de México, ellos señalan la existencia de centros urbanos erigidos sobre islas dentro del lago y grandes avenidas que comunicaban a los diversos pueblos que lo rodeaban, las obras hidráulicas que controlaban los cuerpos de agua y aprovechaban el agua de los manantiales y el gran número de canoas que circulaban.
Por su parte, el fraile Torquemada nos dice que todas las faldas de estas sierras que cercan esta famosísima ciudad, refiriéndose a Tenochtitlán, son labranzas. En este mismo sentido, Clavijero posteriormente escribe que el sistema de milpas permitía cultivar las faldas de las montañas y su productividad era elevada debido al trabajo intenso en la siembra.
Así convivían dos tipos de agricultura en la Cuenca, que se combinaban y complementaban mutuamente y proporcionaba excelentes resultados productivos, las chinampas en el lago y las terrazas en los cerros que rodeaban a las zonas cubiertas de agua, ambas técnicas de cultivo respondían a la necesidad de ganarle terreno al lago que cubría un amplio territorio y la otra, la de aprovechar la mayor cantidad de agua disponible con fines agrícolas. Podemos decir que había varios tipos de terrazas, unas que aprovechaban directamente el temporal, sus escurrimientos y almacenamiento, y aquellas que se mantenían por la presencia cercana de algún manantial o río.
En este sentido Ángel Palerm nos habla que, en la época prehispánica, existían sistemas de irrigación relativamente pequeños, originados en los manantiales permanentes, por lo general al pie de la montaña alta. El agua era capturada en su mismo nacimiento, usando con frecuencia “cajas” para regular el flujo enviado por los canales y también a veces para elevar el nivel del agua y regar mayor cantidad de tierra. Estos sistemas de riego están combinados con obras muy extensas de aterrazamientos con fines agrícolas. Estas tierras escalonadas se construyeron en muchas partes de Mesoamérica incluyendo Milpa Alta y Xochimilco.
Los xochimilcas son de los primeros grupos nahuas en llegar a la parte sur de la Cuenca de México alrededor del 1100 después de Cristo, para los pobladores de Milpa Alta hay menos datos de su origen, pero por lo regular se hablan de ser chichimecas y anteriormente toltecas, lo que sí se puede ver es que convivieron ambos pueblos relativamente en paz y quizás aceptada una subordinación al Estado xochimilca durante muchos años. En términos geográficos, aparentemente no se presentan fronteras y más bien sus divisiones son de índole cultural y político, su paisaje terraceado de ambos pueblos se ve desde distintos puntos de cada uno de ellos.
El territorio de los xochimilcas inicia en lo que se conoce como el Lago de Xochimilco, con sus principales centros urbanos en sus islas y su peculiar forma agrícola de producir sus alimentos bajo la técnica de chinampas, que le permitía obtener hasta cuatro ciclos de cultivo al año, principalmente de vegetales, verduras, plantas medicinales y de ornato y flores, cuyo perfume, que se desprende en las noches, fue captado por los primeros cronistas europeos, quienes relataron el suceso. El extenso cuerpo de agua permitía la pesca de moluscos, peces, tortugas, ajolotes, ranas, serpientes y la caza de aves migratorias como patos y garzas que permitían también la posible existencia de una producción de artículos de plumas.
Sin embargo, Xochimilco no solo fue lago, y es poco conocido que también fue montaña, donde se practicaba la caza y la recolección de semillas y leña, insectos, hongos y producción de pulque y en lo que fue un extenso bosque que se extendía desde las orillas del lago hasta cubrir todo el territorio montañoso de Milpa Alta. En este amplio territorio la forma de ocupar el suelo con fines agrícolas fue a través de la construcción de terrazas agrícolas para aprovechar la abundante agua de temporal, aprovechando las intensas lluvias que todavía en la actualidad se producen en la región sur de la Cuenca de México, y ocupando los intermitentes ríos, escurrimientos de agua y manantiales existentes.
Al hablar de terrazas no nos podemos enfocar solamente a lo que sucede en la geografía de Milpa Alta y demás pueblos sureños de Morelos, también en Xochimilco se ocupó esta técnica combinada con la chinampa, por ejemplo, en el sitio arqueológico de Cuahilama ubicado en donde inicia el bosque y donde se labraron hermosos relieves que nos comunican la forma de ver el mundo de los xochimilcas, se terraceó todo el cerro y algunos biólogos proponen que, en ellas, se cultivaban plantas medicinales.
En Milpa Alta se talaron grandes extensiones de bosque para liberar tierra para cultivo agrícola, los cerros se terracearon para ganar terreno al territorio y se trabajaron creando plataformas escalonadas en las faldas de los cerros, se construyeron bardas no muy altas con pequeñas piedras volcánicas medianamente trabajadas que limitaban sus superficies para mantener la humedad y prevenir el deslave. Se construyeron escaleras para comunicar los niveles y drenajes para dirigir los flujos de los torrentes de agua de lluvia y sus escurrimientos, se hicieron caminos de piedra que comunicaban las zonas de cultivo para acceder a ellas o para sacar el producto de la siembra, en muchos de estos accesos peatonales se construyeron cercas de piedra para separar espacios con diferentes actividades.
Las bardas que limitaban las terrazas eran gruesas y en algunos casos eran tan anchas que se podía circular arriba de ellas, y se podían utilizar como caminos que las comunicaban, había también pequeñas entradas entre una y otra, en algunos casos se presentaban huecos en las paredes y en sus bordes se construían pequeños recintos con un acceso y en ocasiones con ventanas, a estos cuartos pequeños se les conocen como tecórbitos, que hasta el momento no se ha podido saber su uso, pero las hipótesis más repetidas, es que eran refugios para la tormenta, que servían para guardar herramientas y semillas, que eran pequeñas capillas donde se instalaban las esculturas de deidades agrícolas, puntos de vigilancia del territorio y ocupados como temazcales o instrumentos astronómicos y calendáricos siguiendo el sol en el horizonte.
Dentro de las terrazas de un sitio se construían viviendas unifamiliares y colectivas de los que trabajan la tierra, con patios, habitaciones en la cima de las lomas, también se instalaban altares y en el centro se ubicaban pirámides, plataformas y palacios reales, todo esto comunicado por accesos peatonales. A lo largo de los caminos que comunicaban las diferentes instalaciones se labraban petroglifos con formas geométricas, cruces punteadas que servían para ubicar emplazamientos urbanos, réplicas en miniatura de montañas terraceadas, con sus sistemas hidráulicos formados con pocitos y canales, y pequeñas escaleras que simbolizaban templos, todos estos petroglifos ocupados en rituales de fertilidad y como puntos de observación de puestas y salidas del sol en puntos importantes del paisaje, registrando fechas anuales importantes. Todas estas instalaciones y construcciones nos hablan de la existencia de un Estado bien organizado y capacitado para dirigir un complejo plan que permitía la actuación de grupos de trabajadores ocupados en los procesos constructivos de grandes extensiones de terrenos terraceados y con este fin la tala de bosques. •