Problemáticas chinamperas y alternativas en San Gregorio Atlapulco, Xochimilco
La zona chinampera de Atlapulco atraviesa una crisis ambiental y una devastación ecológica y cultural que tiene sus inicios en el siglo pasado, pero ha tomado fuerza en las últimas cinco décadas debido a la Revolución Verde y la entrada de los paquetes tecnológicos a México. La política general de nuestro país fue aumentar la producción en una forma de industrialización del campo, lo que disminuyó las capacidades bioculturales de las y los campesinos.
Uno de los principales problemas que se enfrentan en la actualidad es lo relacionado con el agua, tanto la escasez como la mala calidad para el riego. En contradicción, abundan las descargas de aguas negras que se vierten al sistema de canales provenientes de los pueblos vecinos de la montaña (Milpa Alta), así como descargas locales de las viviendas que colindan con la zona chinampera del pueblo. Esto se agrava debido a las pésimas condiciones de la red de drenaje y la mala planeación de las obras realizadas por SACMEX. Mientras hay chinampas que no cuentan con agua en los apantles debido a la sobre extracción y a los hundimientos diferenciados, otras se encuentran inundadas, con pocas probabilidades de ser cultivadas.
Existen diversas formas de contaminación en la zona chinampera de Atlapulco, una de las más visibles es el uso de insumos plásticos, como son las charolas de germinación, las cubiertas de invernaderos o los acolchados plásticos que además de contaminar el agua y la tierra, modifican el paisaje y desplazan las prácticas ancestrales como son los chapines, los manteados y las asociaciones de cultivos. Durante la Revolución Verde, no solo se sustituyeron los insumos locales y sustentables por productos sintéticos e importados de otros países, también se propició una ruptura entre la identidad chinampera y su relación con el entorno. Un claro ejemplo fue la percepción que teníamos de las plantas arvenses, como los quelites, que pasaron de ser alimento o medicina a ser “malas hierbas”. Estos cambios, que parecieran sutiles, dieron entrada a los agroquímicos que son usados indiscriminadamente en la zona sin un buen manejo y que tienen consecuencias fatales en la agrobiodiversidad, la salud de los y las chinamperas, y quienes consumen lo cultivado en esta zona.
Ante el panorama mencionado nos cuestionamos si la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural de la Ciudad de México (CORENADR), encabezada por Columba Jazmín López Gutiérrez, está cumpliendo con las atribuciones y responsabilidades que de su cargo emanan. Dentro de las acciones que ha llevado a cabo, encontramos la distribución de insumos contaminados, como es el caso de la composta que repartieron en algunos parajes de Atlapulco, atestada de padecería de todo tipo de plásticos, vidrio, metales e incluso elementos peligrosos como pilas. En los últimos 3 años han realizado reforestaciones sin previo aviso ni integración de las y los chinamperos, que no cuentan con supervisión en el momento del trasplante ni seguimiento, a pesar de que hay una plaga de muérdago bastante grave en los ahuejotes de más edad. De igual forma, la Alcaldía de Xochimilco distribuye semillas modificadas genéticamente a través de sus programas de apoyo al campo, propiciando la pérdida de semillas nativas o bancos locales de semillas criollas.
Aunado a esto, ambas instituciones mantienen vicios de corrupción al condicionar, a través de personal de CORENA u operadores políticos de la Alcaldía, programas de gobierno, ya sea a través de la solicitud del voto, asistencia a marchas o concentraciones organizadas por el gobierno en turno, reunir firmas de apoyo o incluso limitar la organización comunitaria que caracteriza a los pueblos originarios de Xochimilco.
Las y los chinamperos de San Gregorio Atlapulco denunciamos abiertamente que las autoridades han actuado de forma insensible e irresponsable para atender los problemas sustantivos de la zona chinampera y del Área Natural Protegida, pues deliberadamente no ejercen sus facultades en virtud de que esto implica numerosas investigaciones, erogación de recursos y, principalmente, la aplicación de las leyes y reglamentos en materia ambiental. De manera reciente se han apropiado del discurso agroecológico por medio del “Sello Verde”, que orienta a productores en cultivar sin agroquímicos sin considerar los aspectos socioculturales.
Desde nuestra perspectiva, una transición agroecológica no es solo una cuestión técnica, se debe repensar la tenencia de la tierra (históricamente atribuida a los varones), recuperar las formas tradicionales de siembra, considerar la restauración de los agroecosistemas integralmente, además de incluir a las y los chinamperos en todas las etapas. Pensamos que una transformación de este tipo no puede surgir de las instituciones que históricamente han violentado a la población xochimilca.
Nuestra propuesta va más allá de la producción y distribución de alimentos, nos enfocamos en sembrar nuestro buen vivir. Solo podemos lograrlo fortaleciendo las instituciones comunitarias con raíces históricas y culturales profundas, como las asambleas, pues son fundamentales para cualquier proceso de toma de decisiones. De igual forma, la recuperación de las faenas como actividad comunitaria de reciprocidad, cuidado colectivo o forma de contribuir a resolver problemas compartidos; es necesario como parte de la vida comunal de los pueblos y la reconfiguración de un sentido de comunidad e identidad basada en el territorio, la naturaleza y la agricultura.
No es suficiente nombrar la agroecología como un horizonte, sino pensar para qué la queremos y partir de ella desde una perspectiva de transformación política y social. La sola producción de alimentos orgánicos no es agroecología. Si la producción de alimentos beneficia solo a los habitantes de la ciudad mientras que las y los xochimilcas continuamos consumiendo verduras con agroquímicos, sin agua de calidad, no es agroecología, sólo es greenwashing. •