Número 179 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
El campo de la ciudad. Primera parte
Mayordoma con la Virgen y pueblos invitados a la fiesta. Desiree Bonardel

Santa María Tepepan, pueblo originario

La participación de mujeres originarias en las prácticas religiosas

Desiree Bonardel Chaparro  

Historia de origen

En la Ciudad de México existen 141 pueblos originarios, ellos aluden a su raíz histórica mesoamericana y al reconocimiento de sus derechos como parte de la Historia, y el pueblo de Santa María Tepepan es uno de ellos.

Tepepan, como los pobladores reconocen a su pueblo, se encuentra inmerso en el crecimiento urbano. Está ubicado al norte de la Alcaldía de Xochimilco, en la parte más baja de la serranía que bordea el oeste de la región acuífera, cuya cumbre más cercana es la del cerro de Xochitepec a 2, 495 m.s.n.m. Al ser uno de los 14 pueblos de la región, posee una historia sobre su origen y sus tradiciones.

Tepepan en náhuatl significa “sobre el cerro”, y en lo alto del pueblo se encuentra la Parroquia de Santa María de la Visitación. Existen varias versiones orales por parte de los habitantes actuales sobre el origen de su pueblo y parroquia, una versión dice que se construyó sobre la imagen prehispánica de Tonantzin. Otra, la más conocida, cuenta que unos viajeros llevaban consigo a la Virgen de los Remedios, y que estos se detuvieron a descansar en un cerro, pero cuando quisieron seguir el camino no pudieron levantar la imagen, lo que significaba que ella decidió quedarse ahí, por lo tanto, se construyó un templo para ella. Sin embargo, la versión oficial plantea que Tepepan surgió cuando fray Pedro de Gante erigió una ermita y se llevó a varios habitantes xochimilcas para formar el pueblo, aunque se dice que ya había habitantes en esa región antes de la llegada de los franciscanos.

Tepepan pertenecía a un marquesado durante la época colonial y comprendía el territorio concedido por la Corona española a Hernán Cortés el 6 de julio de 1529, en reconocimiento de sus servicios. Este Marquesado duró hasta el 13 de mayo de 1811, cuando surge la guerra de Independencia. Asimismo, como parte de la colonización, los habitantes integraron a su vida nuevas creencias que se mimetizan con su propia cultura, como la mayordomía. El pueblo se fundó en el siglo XVI durante la época colonial y en la actualidad cumple con las características que definen a un pueblo originario.

Mayordomía y comisiones

La mayordomía de la Virgen María de la Visitación es una organización religiosa heredada de la colonia y de la que en la memoria histórica de los habitantes de Tepepan no existe una fecha clara de su origen, los ancianos de 80 años aproximadamente cuentan que desde que eran pequeños sus padres tenían mayordomía, el origen podría estar en el siglo XVI o XVII, cuando los franciscanos fundaron el pueblo.

En la mayordomía existen distintas maneras de participar en el ciclo anual de festividades. Para la fiesta patronal pueden hacerlo en la organización más antigua y heredada de los antepasados de los nativos que son las Mayordomías; o también en la organización más actual, con posible formación hace 30 años por las Comisiones. Estas organizaciones sociales son sustentadas y apoyadas por el pueblo, y la iglesia no tiene control sobre ello.

La mayordomía lucha por subsistir, a falta de participación por parte de algunos pobladores quienes no se interesan en la participación comunitaria. Influenciados por distintos factores externos como el embate urbano, los partidos políticos, nuevas religiones, o desinterés de las nuevas generaciones que no conciben la relación de reciprocidad con su Santa. Sin embargo, la mayordomía y las comisiones generan estrategias para no desaparecer y la participación de las mujeres es parte fundamental en ese proceso de lucha y resistencia que produce nuevas significaciones en la vida comunitaria del pueblo.

Mujeres originarias: roles, generaciones y participación religiosa

La vida de los pueblos originarios tiene detrás un trasfondo histórico que viene desde la cosmovisión mesoamericana y la colonización española, en donde la vida comunitaria se regía por su relación simbólica con el mundo al que veían de forma anímica. El sistema agrícola estaba vinculado fuertemente con la religión, en donde los roles de mujeres y hombres formaban parte de una dualidad que funcionaba por sus creencias, como el mismo origen, pues las deidades eran duales, es decir, existía una concepción dual masculina-femenina que hacía funcionar la vida de los mesoamericanos.

Las relaciones de género cambiaron con la llegada de los españoles, el desprendimiento del tejido simbólico dual de hombres y mujeres por la introducción de la religión católica con la imagen mariana de la Virgen, trajo consigo una concepción distinta del ser mujer para los pueblos originarios. Se introduce en el imaginario de las mujeres a través del mito mariano los símbolos y las representaciones genéricas que deben asumir, es decir, las mujeres son moldeadas en su subjetividad a través de la Iglesia. Por lo tanto, su misma participación en las prácticas religiosas y su reconocimiento se desarrolla dentro de una organización social, económica, política, religiosa y cultural en donde hombres y mujeres tienen diferentes atribuciones normadas por la construcción social del género, en donde existen relaciones de poder y que, en el caso del pueblo originario de Santa María Tepepan, dichas atribuciones culturales están mezcladas de la religión cristiana y mesoamericana. Este entendimiento habita en el cuerpo de las mujeres y rige las normas y las reglas, que serán entendidas de formas similares y transformadas de acuerdo a las experiencias de vida de cada generación, la cual tiene un proceso diferente de aprendizaje sobre la vida y los saberes. Esto influye en la forma de ver el mundo, ejercer su participación en las mayordomías y comisiones y su religiosidad dentro del pueblo; ¡Uy! mi esposo nunca me dijo nada de salir a la iglesia, ahí no le dicen nada a una, y gracias a eso conocía otras mujeres, y yo ando solita de arriba abajo, yo nada más le digo a mi esposo ya me voy, o ya llegué (ríe) él no dice nada, ya es grande y mientras haya futbol ni se mueve del sillón y ni me molesta. Yo no puedo estar encerrada, yo siempre ando buscando que hacer, a quién ayudar, como mi virgencita, y ahí ando de arriba abajo y gano mi dinerito de buena fe (mujer, 77 años).

Para esta mujer originaria, la Virgen le permite acceder a un espacio público que es aceptado por el pueblo; ella cumple con su posición de madre, esposa y abuela dentro del hogar y enseña a las mujeres de su familia a honrar a la Virgen, gana prestigio entre los habitantes y su voz es escuchada, su conocimiento del mundo lo adquiere de los símbolos y las creencias que se le dieron desde la infancia. Las mujeres generan desde sus propias vivencias, en este caso se ve el acceso al espacio público de las mujeres de manera positiva en la participación femenina. Las mujeres devotas no solo participan en el pueblo originario de Tepepan como mayordomas y partícipes de la fe cristiana, también están las rezanderas que acompañan a los mayordomos y mayordomas en los rosarios. Son de edad adulta, entre los 60 y 70 años, cantan y enseñan los rosarios o dan clases de catecismo a los niños del pueblo. También están las hermandades, las Dolorosas y las Guadalupanas, con mujeres de entre 50 y 60 años.

La participación de las adultas mayores y de las adultas es mayor que la de las jóvenes, se les ve constantemente en las misas, talleres y encuentros organizados por la iglesia. La colaboración de las jóvenes se halla en las clases del catecismo, muchachas de entre 18 y 20 años que le enseñan a las niñas y niños, y se les ve activamente participando dentro de la iglesia. También está la comparsa de chinelos de Tepepan en donde la participación de los niños y las niñas es muy concurrida “Vamos a brincar con el Niñopa, con nuestra Virgen, a Chalma, siempre estamos brincando” (Mujer, 25 años).

Para que la vida religiosa del pueblo subsista, la participación de las mujeres es fundamental y su participación en el ciclo ritual de Tepepan, el compromiso o servicio fortalece su permanencia y existencia en su pueblo a través de los lazos de reciprocidad e intercambio que generan con la Virgen. Las mujeres que participan en la mayordomía y las comisiones tienen distintas formas de sentir y entregar su servicio a la Virgen, para algunas significa ejercer un liderazgo social y servir de ejemplo ante el pueblo, como interlocutoras de su santa, lo que les genera respeto dentro del hogar, el pueblo, la mayordomía y las comisiones. Los originarios se expresan hacia ellas como “las mayordomas”, aunque los rituales oficiales dentro de la mayordomía son para el varón, de esta manera el reconocimiento del pueblo significa estatus, donde ellas demuestran su espiritualidad y construyen respeto.

Tepepan es un pueblo originario que sobrevive ante el despojo territorial y cultural, pero que gracias a la participación de hombres y mujeres resisten con sus tradiciones, y es en este caso de estudio que el papel activo de las mujeres en las prácticas religiosas mantiene la cohesión del pueblo desde sus enseñanzas heredadas de la colonia con raíz mesoamericana, característica de los pueblos originarios.

La mayordomía, como sus prácticas, son muestra de la resistencia de los habitantes por mantener su identidad en un pueblo inmerso en la gran ciudad. •