Pequeños productores del sur de la Ciudad de México encarnaron a héroes y heroínas, invisibilizados por la emergencia sanitaria, pues han mantenido la cadena de suministros alimenticios.
En la alcaldía de Xochimilco hay varios pueblos que aún practican la agricultura, sea en la zona chinampera lacustre o en la zona cerril, y que ofrecen cotidianamente sus productos para el consumo de las familias citadinas.
Salvo por las estadísticas de contagios y decesos, que destacaron a San Gregorio Atlapulco (SGA) con foco rojo, también pasaron desapercibidas las vulnerabilidades con las que tenían que enfrentar esta crisis sanitaria, económica y social. Acompañaron a los altos niveles de contagio y de pérdidas familiares y vecinales, amenazas climatológicas cíclicas (como las granizadas, las heladas, la sequía) y un entorno socioeconómico de pobreza extrema y moderada en dicha alcaldía, marcado por la ley de San Garabato: compro caro y vendo barato.
Los productores chinamperos se destacan por sus cultivos de hortalizas y flores, hortalizas gourmet y dependen de mercados exclusivos (supermercados, restaurantes y consumidores gourmet), que como sabemos particularmente los restaurantes fueron cerrados total o parcialmente y los efectos económicos sobre la población también repercutió en la demanda de productos gourmet.
En la zona cerril de SGA y Tulyehualco encontramos más bien producción de temporal, una parte para el auto consumo, como son maíz, haba, fríjol, así como forraje, nopal y amaranto, estos últimos también para el mercado.
Dinámicas productivas y de comercialización de los pequeños productores de SGA
Entre los chinamperos se pudo observar que aproximadamente 45% siguió produciendo y 55% paró, particularmente de mayo a julio del 2020, por el cierre de la Central de Abastos y de los restaurantes.
Asimismo, se dio una reconversión productiva, atendiendo lo que el mercado iba solicitando; por ejemplo, se suspendió la producción gourmet incorporando productos más populares e incluso ampliando la producción para su autoconsumo, tanto en la zona lacustre como en la cerril.
La diversidad de puntos de venta de los pequeños productores (mercados sobre ruedas, tianguis alternativos y ferias) se fue cancelando por disposición gubernamental o por la decisión de mantenerse en casa. También a nivel local bajó la venta hasta 80%, pues cambiaron prácticas festivas y de consumo o el poder adquisitivo de los consumidores.
Las redes de cooperativas y las redes sociales enfrentan la pandemia
En otros espacios se evidenció la importancia de los vínculos preexistentes entre productores, o productores y consumidores, que facilitaron la creación de redes de cooperativas tanto en Xochimilco, SGA y Tulyehualco.
Se experimentaron diversas modalidades comerciales: canastas a domicilio transportadas en bicicleta, un punto de entrega los fines de semana, entrega a cooperativas de consumo. Ante el aumento de la demanda, incrementaron el área de producción, lo que permitió la cobertura de “salarios” familiares y creación de empleos. De igual manera se diversificaron los productos y se ampliaron las redes hacia otros tipos de productores de Milpa Alta, Contreras y Tlalpan. Es importante subrayar la forma en que operó la difusión boca a boca y por redes sociales y cómo se intensificaron los acercamientos entre productores y consumidores (informativos, culturales y gastronómicos).
Impactos diferenciados en la comercialización de básicos y los transformados
Algunos de los productos de esta región también se transforman, como el amaranto e incluso el maíz y los nopales.
La demanda de los vegetales de consumo directo decreció en menor medida que los transformados (alegrías, dulces cristalizados, conservas), por su precio y al no considerarse esenciales. También se perdieron mercados ante el cierre de escuelas, gimnasios, cines, por lo que se transitó por un proceso de adaptación y búsqueda de alternativas de comercialización. Se echó mano de nuevas maneras de comunicación (Facebook, whatsapp). Se redujeron las ganancias ante el incremento de los costos y el tener que mantener los precios.
Un impacto positivo de la pandemia fue en el consumo; se empezaron a demandar productos más saludables, con menos azúcar, con más proteínas. Algunos productores empezaron a buscar asesoría en las universidades.
Los apoyos gubernamentales fueron ocasionales o no llegaron, o al no ser significativos, no recurrieron a ellos.
Reconocimientos y aprendizajes
La actividad económica agrícola va más allá de la subsistencia, las y los productores se comprometen con el medio ambiente, con la salud y con la preservación cultural agroalimentaria. Se trata de proyectos de vida familiares, sustentables.
Las relaciones y escalas de producción preexistentes, la dependencia a ciertos mercados, así como la especialización en ciertos cultivos, marcaron los niveles de vulnerabilidad y dependencia de las y los productores.
Fueron fundamentales las estrategias de reconversión y diversificación comercial, la solidaridad social y familiar, la adaptación a una era digital interconectada y se evidenció la inevitable necesidad de reorganizar y colectivizar el trabajo a diferentes escalas, desde el familiar hasta el de organizaciones y cooperativas para sobrevivir y subsistir en tiempos de riesgo y desastre. •