Nuestro actual vocablo chinampa proviene del término chinampan en el idioma náhuatl, el cual se forma a partir de dos raíces, chinamitl y pan, en donde la primera significa “entretejido de tule” y la segunda quiere decir “en, sobre o encima de”; así pues, chinampan tiene por significado: “en el entretejido de tule”. Tradicionalmente se les llamó así a ciertos terrenos rectangulares que se encontraban rodeados de agua por sus cuatro lados y que fueron construidos por los antiguos pueblos mesoamericanos en lagos de poca profundidad. Las evidencias arqueológicas sugieren que el desarrollo de esta agrotecnología mesoamericana tuvo sus orígenes más remotos en la parte meridional de la Cuenca de México; en las zonas ribereñas de los extintos lagos de Chalco y Xochimilco, y sobre todo en el área de Xico, donde existen registros arqueológicos de la ocupación humana ininterrumpida al interior de los cuerpos de agua del Preclásico temprano al Posclásico tardío. Los primeros intentos para ganarle terreno al lago se remontan hasta los 2,000 años antes de nuestra era, cuyos ensayos, a la postre, perfeccionaron la técnica constructiva chinampera. Sin embargo, la expansión masiva de chinampas se llevó a cabo durante el ascenso del poderío tenochca y su total control de la Cuenca de México en el siglo XV, como el principal medio para abastecer de alimentos a los cada vez más populosos centros urbanos y, sobre todo, a la capital imperial de Tenochtitlan, que para aquellos años contaba con una población que oscilaba entre los 150,000 y 200,000 habitantes.
Para desarrollarse el sistema chinampero se necesitan de condiciones bien características, por ejemplo: lagos de agua dulce con poca profundidad y terrenos cenagosos o pantanosos en donde proliferen la vegetación acuática, como las diferentes especies de tules, gramíneas y lirios. La construcción de las chinampas se hacía utilizando la materia vegetal existente en los lagos, se cortaban tiras largas (dependiendo del tamaño de la chinampa) de plantas entretejidas (principalmente ciertas especies de tule, gramíneas (como el xomalli) y lirios acuáticos (como el atzatzamolli y el atlacuezon)) y se iban sobreponiendo una sobre otra en el lugar donde se erigiría la nueva chinampa. A estas tiras se les llamó cintas o céspedes en español y atapalacatl en náhuatl. Después de colocar las cintas se les agregaba una capa de cieno o lodo del fondo del lago, estas dos operaciones se repetían las veces que fuera necesario y el proceso de descomposición de la materia orgánica generaba espacios agrícolas de alta productividad por su gran cantidad de nutrientes. Asimismo, alrededor de los céspedes se colocaban estacas de ahuejote que al paso del tiempo reverdecían y sus raíces se fijaban al fondo del lago impidiendo la movilidad de la chinampa y el desmoronamiento de sus bordes. Las chinampas variaban de tamaño, siendo las prehispánicas y las coloniales muy pequeñas, de 8.46 m2 aproximadamente, y las decimonónicas y actuales muy grandes, de 600 m2 hasta una hectárea. Al tener poca anchura la humedad siempre llegaba a cualquier rincón de la chinampa, logrando que el desarrollo de las plantas cultivadas fuera más rápido y permitiendo cosechar varios cultivos en un solo año.
En Tláhuac, desde su fundación en 1222 y hasta la actualidad, la agricultura chinampera ha sido una constante. Su mayor esplendor, sin duda alguna, lo alcanzó en el siglo XV cuando abastecía de productos vegetales a la metrópoli de los mexihcah. Luego, a finales del siglo XVI, muchas chinampas fueron abandonadas debido a las epidemias que causaron una baja poblacional de hasta el 90%. No obstante, a finales de la centuria decimonónica y principios de la vigésima, se seguían construyendo chinampas, mismas que estaban siendo trabajadas a su máxima capacidad. Éstas eran unas de las principales abastecedoras del mercado de la Ciudad de México y sus cultivos más importantes eran de origen mesoamericano: maíz (autoconsumo), chile y jitomate (comerciales). Si bien es cierto que desde entonces ya se sembraban otros productos de origen europeo.
El declive drástico de la producción chinampera en Tláhuac ocurrió a finales de la década de 1940, cuando sus canales y lagunas se secaron por la sobreexplotación hídrica que provocó la expansión de la capital mexicana. Sin embargo, hasta la actualidad, una parte continúa produciendo alimentos para abastecer a los mercados capitalinos y regionales, aunque en una proporción cada día menor. A pesar del actual paisaje desolador, esperemos que los esfuerzos para reactivar y rehabilitar la zona chinampera de Tláhuac sigan creciendo y logren perpetuar su existencia por muchos años más. Las chinampas son uno de los agroecosistemas más ingeniosos que existen a nivel mundial y uno de los basamentos más importantes en donde se sustenta la cultura lacustre de los pueblos mesoamericanos del sur de la Cuenca de México. Ojalá su futuro sea prometedor. ¡Ma cemihcac nemi chinampan pampa ye yehuatl itech pohui tonelhuayoh, toatlanyuhcatiliz! (¡Que siempre viva la chinampa porque ella forma parte de nuestra raíz, de nuestra cultura lacustre!). •