El Suelo de Conservación cubre 51,503 hectáreas del territorio de la Ciudad de México y se ubica en las alcaldías Álvaro Obregón, Cuajimalpa de Morelos, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, La Magdalena Contreras, Milpa Alta, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco. Los bosques en este suelo son proveedores de servicios ecosistémicos para sus habitantes y visitantes. Dichos servicios se pueden agrupar en cuatro tipos: 1) servicios de abastecimiento (bioenergía, alimentos, agua dulce, plantas medicinales y recursos forestales no maderables); 2) servicios de regulación (clima y captura de carbono, filtrado de aire, estabilidad del suelo); 3) servicios de apoyo al hábitat (diversidad biológica, formación del suelo); y, 4) servicios culturales (recreación, educación, bienestar espiritual).
Algunos de los servicios de abastecimiento se comercializan en la Ciudad de México. Sin embargo, muchos hogares dependen directamente de estos servicios para su subsistencia (leña, maíz, frutos, etc.). En este caso, el valor de algunos de los servicios de abastecimiento puede ser mucho más importante del que se refleja en el mercado. Los servicios de regulación como el mantenimiento de la calidad del aire y del suelo o la polinización de cultivos, a menudo son invisibles y, por consiguiente, en la mayoría de los casos se cree que están garantizados. Sin embargo, cuando se ven dañados, las pérdidas resultantes pueden ser difíciles de recuperar. Los servicios de apoyo proporcionan el hábitat necesario para albergar la diversidad de plantas y animales y constituyen la base para la provisión de servicios ecosistémicos. Los beneficios no materiales que las personas de la Ciudad de México obtienen de los ecosistemas representan los servicios culturales. Estos servicios comprenden la identidad cultural, el sentimiento de apego a tierra y la experiencia espiritual relacionada con el entorno natural. En este grupo se incluyen también las oportunidades para el turismo y las actividades recreativas. Los servicios culturales están estrechamente interconectados y a menudo están relacionados con los servicios de abastecimiento y de regulación, por ejemplo, la recolección de hongos o de plantas comestibles en pequeña escala no solo tiene que ver con sus alimentos e ingresos, sino también con su modo de vida. En muchos casos, los servicios culturales figuran entre los valores más importantes que las personas asocian con la naturaleza; por ello es fundamental comprenderlos.
Asimismo, serán primordiales para detectar impactos negativos e indicadores clave de sustentabilidad. Los impactos negativos que interesa conocer son aquellos resultantes del manejo actual, por lo que podrán reducirse o eliminarse, mediante modificaciones, de manera que se logren prácticas sostenibles. En estos SPIFyS, se estudian 43 especies arbóreas, y de acuerdo con los primeros resultados Abies religiosa, Quercus rugosa, Pinus montezumae, Pinus hartwegii, Cupressus lusitánica, Pinus pseudostrobus y Pinus patula, concentran el 60% del valor de importancia ecológica, siendo por tanto las especies las más adecuadas para que sean usadas en futuros programas de reforestación en Suelo de Conservación. •