orges advirtió que la cartografía podría alcanzar tal perfección que un mapa desmesurado coincidiría puntualmente con el tamaño de una ciudad, una provincia y hasta un imperio. Afirma que generaciones siguientes declararon que dicho mapa era inútil y, por tanto, lo entregaron a las inclemencias del sol y los inviernos. Así que, en los desiertos del oeste perduran despedazadas las ruinas del mapa, habitadas eso sí, por animales y mendigos.
El territorio, que es real, difiere del mapa que es una metáfora o una interpretación. Lo supo pragmáticamente Alfred Korzybski, cuando en la Gran Guerra cayó con sus compañeros en una zanja que no aparecía en el mapa que seguían. Luego lo aplicó al estudio de la semántica.
En México se ha distorsionado en demasía la distinción entre el territorio y el mapa, con severas consecuencias políticas y económicas. El mapa de la pobreza no coincide con los territorios que ocupa. Lo mismo pasa con la violencia, la inseguridad y la impunidad que se extienden por el país de modo rampante.
Las estadísticas que se producen periódicamente sobre la producción; la ocupación; los ingresos y los gastos; los precios; los rasgos principales de la población, o bien, los relativos a la educación; la salud o el clima, son especies de representaciones, asimilables a los mapas. Pero han de contrastarse con los territorios, entendidos como materialidad, a los que se refieren. Todo esto rebasa la idea referida a la ubicación y asociable con el mapa. El territorio es otra cosa. Lo que refiere al mapa no es lo que pasa en el territorio. La noción de archipiélago que se ha usado en la geografía parece muy útil para pensar esta representación.
Fenómenos económicos como las actividades productivas se asientan en los territorios, como sucede a las claras con el turismo, los puertos, la minería o ciertas industrias. A partir de ahí se encadenan otras cuestiones como los servicios, las comunicaciones, los transportes, la vivienda y demás. Hay algunos fenómenos que se generalizan espacialmente, como la informalidad fiscal de más de la mitad de la población que trabaja. Esta es una referencia territorial.
La inflación, por su parte, se mide de muchas formas y se exhibe asociada con un determinante urbano o rural: el mapa. Pero aun así la cobertura en función del territorio no es suficientemente explicita, se diluye en un aspecto más abstracto. En todo caso, a partir de esos datos se toman decisiones que impactan de modo reiterado la configuración del territorio y de sus habitantes, aunque el mapa no se altere.
La cuestión tiene que ver con aspectos de distinta índole. El debate sobre la política monetaria de los bancos centrales se centra en la gestión de las tasas de interés. Éstas suben como medio para reprimir la inflación, pero en el proceso generan una recesión productiva, desempleo y caída del gasto de consumo e inversión; reduce además los ingresos públicos.
El impacto de las tasas de interés más altas no se expresa de modo homogéneo en términos territoriales, aunque la discusión se abstraiga en gran medida de tal cosa. Mientras dura el proceso las distorsiones aumentan, cuando cesa, no se vuelve al punto original de partida. Las relaciones se transforman.
Una vez desatada la inflación se trastoca el proceso de formación de los precios y con ello su nivel; ritmo de crecimiento y la asignación o apropiación de los recursos. El instrumento de las tasas fuerza un ajuste con repercusiones socialmente y económicamente diferenciadas, algunos agentes pueden subir sus precios para protegerse usando su poder de monopolio
, otros especulan.
Las medidas antinflacionarias deben operar en el corto plazo, es una de política de choque, para preparar un nuevo ciclo de expansión. La inflación acaba siendo recurrente, como las mismas crisis.
La inflación que se registra ahora tiene una expresión territorial bastante definida. Se trata de las restricciones de la oferta, que son una de las fuentes identificables del proceso.
La pandemia trabó la disponibilidad de una serie de productos, por ejemplo, los chips
para la industria automotriz. El puerto de Shanghái, o el de Long Beach, –mapa y territorio–, estuvieron copados y se interrumpió la distribución de muchos bienes en el mercado mundial.
El aumento del gasto público y la primera fase de recuperación en las economías avanzadas, sostuvieron el nivel de la demanda y los desajustes con la oferta presionaron los precios al alza.
Otra fuente más reciente de la inflación ha sido la guerra desatada por Rusia en Ucrania y la restricción de trigo y fertilizantes que se ha provocado, lo que tiene una clara referencia territorial.
Hoy, el ajuste antinflacionario está en plena operación. Esta fase es aún inicial e incierta por sus repercusiones en el valor de muchos activos, desde bienes raíces hasta las acciones de las grandes empresas tecnológicas. También impacta de modo severo al precio de los bonos públicos y privados. Esto sucede en la altura de los mercados financieros, los corredores de los bancos centrales y comerciales y los ministerios de Hacienda. Pero al final de la línea está el territorio en sus múltiples manifestaciones.