Crisis y alimentación
os desequilibrios financieros que reportan diariamente los medios de información no reflejan la gravedad de la crisis. Un día sí y el siguiente también nos enteramos de estrepitosas caídas de las bolsas de valores, de la fragilidad de las criptomonedas que están a punto de colapsar, del aumento de precios de materias primas y granos, de la escasez de hidrocarburos y de incrementos excepcionales en el costo del dinero para controlar la inflación.
Pero la pregunta es: ¿cómo se expresan esas variables al nivel de la calle si la mayor parte de la población no tiene relación directa con las variables señaladas? Aparentemente, el ciudadano común no debería preocuparse por la volatilidad de los mercados. Sin embargo, esos desequilibrios lo que expresan es la grave situación que se presenta en la producción, la distribución y el consumo de todo tipo de bienes y servicios.
Concentrémonos en la crisis alimentaria. En estos momentos, hay grandes grupos sociales, principalmente en África Central, que no cuentan con granos para vivir, debido a sus altos costos, a la escasez y a la ruptura de las cadenas de distribución por la sequía y la invasión a Ucrania. Este fenómeno se repite en naciones pobres de todo el mundo, aunque en menores proporciones.
En el caso de México, también se presenta escasez de diversos productos en las regiones más alejadas de los centros de acopio. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de las naciones pobres, nuestro país cuenta con grandes redes de producción y distribución que llegan a los lugares más recónditos y que distribuyen lo básico, incluyendo comidas calientes listas para su consumo.
El caso más sobresaliente en servicios de alimentación es el de Corporativo Kosmos, bajo el mando de Jack Landsmanas, que diariamente entrega 3 millones de comidas por todo el país. Llueva o truene, el alimento llega a donde se requiere en condiciones de higiene y de calidad certificados por organismos nacionales e internacionales como el ISO 9001, NOM, TIF HACCP, Distintivo H o el Sello Plato Limpio. Este tipo de estructuras productivas, muy sólidas y que se han desarrollado a lo largo de décadas, junto con la capacidad gubernamental de compra alimentos en diversas regiones, permitirán que México no padezca una crisis alimentaria de grandes proporciones.