eí la noticia de que es posible que cierren las residencias públicas para enfermos siquiátricos; la verdad es que se me encogió el corazón. La primera de los nietos de mis abuelos paternos, y bastante mayor que nosotros, los primos, fue una niña muy bella, rubia de ojos azules y facciones armoniosas. Por el trabajo de su padre vivieron en ciudades de provincia.
Cuando Marta y sus papás venían, aquí a la ciudad, mis dos primos y yo sentíamos que llegaba una princesa de cuento de hadas como Blancanieves. Y no nos enterábamos de nada grave, más allá de que era geniuda por estar muy mimada, ser hija única y la primera nieta.
Así se sucedieron los años, sólo tuvimos, los primos, vagas noticias de sus berrinches.
Pasó el tiempo y sus desplantes crecieron. Lo que supe, en ese entonces, es que golpeaba al novio en turno, pero que por su hermosura, rápidamente aparecía otro. Y así se fueron los años. Marta se casó y tuvo un hijo, y los problemas siguieron.
Sus padres murieron, ella se divorció y, de Cuernavaca, donde vivió mucho tiempo, antes y después del divorcio, y, al no tener ingresos, se vino aquí a la ciudad, a casa de nuestra abuela y de dos de sus hijas solteras. La convivencia fue muy violenta.
Ya muerta mi abuela y una de sus hijas, me llamaron porque Marta había atacado con una navaja a la tía octogenaria después de años de conducta muy agresiva. La ambulancia llevó a mi prima a un hospital siquiátrico en la ciudad de Cholula, Puebla. No era (o es) un nosocomio público, ahí fue internada, como lo fue posteriormente, su hijo.
¿Qué habría hecho la familia de Marta sin un sitio donde ingresarla? Como el hospital siquiátrico no era público, toda la familia cooperó para que ahí la cuidaran. Posteriormente, el padre de su hijo internó ahí también al muchacho.
Pero, qué habría sido de ellos de no haber existido un sitio, en este caso, costeado por la familia con dos enfermos esquizoparanoicos? Y si no, ¿qué?
La familia de Marta apoyó la estancia de mi prima, pero, suele no haber voluntad o sustento económico, entonces, ¿qué se hace con un paciente muy trastornado que precisa de un hospital que lo acoja?
Hay enfermos que necesitan atención médica a toda hora, ¿se les negará dicho apoyo?
Los hospitales siquiátricos públicos son un sostén indispensable para dichos pacientes y sus familiares. Su cierre provocaría muchos, muchos dramas muy terribles.
Ojalá que se repiense cuidadosamente el posible cierre de estas instituciones por el bien del paciente y de su familia. No es asunto fácil que el paciente tome, motu proprio, sus medicamentos y, para quien lo acoge, en muchas ocasiones su casa se convierte en un infierno.
*Escritora