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Apuntes postsoviéticos

Guerra indirecta

D

esde que el Kremlin se anexionó Crimea en 2014, Rusia y Estados Unidos, este último al frente de la OTAN, libran una guerra indirecta o guerra a través de otro país, en este caso Ucrania, que es la verdadera víctima. Tres meses después de iniciada la invasión rusa en territorio ucranio –que está dejando un creciente saldo de muertos, mutilados, refugiados, ciudades devastadas y poblados arrasados–, esta también llamada guerra subsidiaria amenaza con salirse de control y podría acabar en enfrentamiento directo y, como consecuencia, en hecatombe nuclear.

Esperemos que se imponga el sentido común y se evite un conflicto nuclear, pero no deja de ser temerario apostar, como hacen altos funcionarios de Washington y Bruselas, a que Ucrania –con armamento cada vez más potente, información satelital de inteligencia y los efectos de las sanciones económicas– pueda derrotar a Rusia. Quienes lo creen enumeran los errores de estrategia y logística cometidos por los mandos militares del Kremlin, hablan de las numerosas bajas que está sufriendo el ejército ruso, mencionan que se está terminando su armamento de alta precisión, entre otros aspectos que ralentizan lo que se concibió como una rápida incursión.

Igual de insensata llega desde Moscú la advertencia de lo que podría hacer Putin de verse acorralado y sentir que está perdiendo la guerra: sólo hace falta prender el televisor cualquier noche para ver exaltados expertos que a grito pelado amenazan con hacer desaparecer Gran Bretaña con un solo misil o convertir a Estados Unidos en polvo radiactivo o exterminar a los nazis que, para ellos, son todos los habitantes de Ucrania que no quieren ser anexionados por Rusia.

Entre tanto, los fabricantes de armas se frotan las manos, y no sólo en Occidente: el Kremlin recibe cada día entre 800 y mil millones de euros, dependiendo de los precios de los energéticos que exporta, y buena parte de ese dinero se destina a la industria militar rusa.

Para lograr un alto el fuego, obviamente hace falta tener voluntad de negociar y ser realista. Pero a Rusia, que está ocupando la franja terrestre que une el Donbás con Crimea, no le conviene negociar ahora y Ucrania insiste en reclamar Crimea y el Donbás y no parece consciente de que si continúa por ese camino, puede terminar cediendo más territorio.