De la agonía pesquera a la esperanza del mar: el rol de la colectividad comunitaria
Dicen que en la pesca las reflexiones son bien recibidas si llegan de otro navegante. Por ello, este mensaje está dirigido a todas las personas que integran el sector y emerge de la experiencia comunitaria de Yanett Castro, madre de familia, pescadora por herencia familiar, que se formó en el oficio desde los siete años y que desde 2017 preside una cooperativa de nueve mujeres, además de ser líder activista y vocera de la pesca en Altata, Sinaloa.
En el pasado, un mar próspero y vasto sostenía a los sinaloenses. Sin embargo, la confianza en lo infinito, los excesos, el cambio ambiental y la fuerte presión del mercado, mermaron los recursos pesqueros. En Altata vivieron la proximidad del fin de la pesca y con ello la llegada de la precariedad, los conflictos y la cooptación de la independencia comunitaria.
Hace 10 años, ante las señales de devastación de la pesca, pilar de la alimentación y economía, surgió un cambio que marcaría un futuro más alentador para las siguientes generaciones. Con el acompañamiento de organizaciones de la sociedad civil, la comunidad de Yanett conoció historias de adversidad pesquera de otras comunidades, y el intercambio de experiencias los impulsó a querer recuperar lo suyo y buscar la organización de la gente, el bienestar social y económico.
El trabajo del mar suele asociarse con el acto de extraer, la valentía y hazañas de los hombres, pero a partir del entendimiento alcanzado se ha logrado una nueva reconfiguración del pensar y vivir la pesca. Después de ocho años de múltiples intentos por rescatar la almeja, con lazos comunitarios más fuertes, diversas cooperativas se unieron en 2017 para crear un refugio y emprender un proyecto de mejora pesquera (FIP, por sus siglas en inglés). Además de promover la recuperación de las especies y aumentar el valor de mercado, el proyecto les permitirá adquirir nuevas herramientas de aprovechamiento y manejo para reducir el riesgo de volver a agotar sus recursos y mejorar la administración de todas sus pesquerías.
Ese despegar fue tan solo el inicio de un proceso de constante transformación de su relación con el mar. “Ahora hacemos una pesca responsable, vemos la recuperación de la población de las especies y empezamos a vivir los resultados”, dice Yanett. Se logró en cooperación con organizaciones de la sociedad civil y gobierno, aunque primordialmente con los conocimientos de la gente que pesca, que son quienes llevan el timón del proyecto “porque a nosotros nos gusta sentirnos parte de las decisiones que se toman sobre nuestros recursos, si no, se caen los planes”.
En el sector pesquero, los logros han sido lentos y difíciles, y aún nos enfrentamos a grandes retos, como la necesidad de aumentar los esfuerzos de comunicación para invitar a más miembros del sector a participar y comprometerse a redoblar esfuerzos que respalden las iniciativas de realizar una pesca sostenible “si poquitos estamos logrando mucho, mientras más nos sumemos, más podemos lograr más, la pesca es para ti y todos”.
Otro gran desafío está vinculado con las pescadoras. El reconocimiento de sus derechos es fundamental, pues ellas, igual que los hombres y personas jóvenes, contribuyen día a día para sacar a flote la actividad.
Yanett, como otras mujeres, lucharon por el reconocimiento de los derechos territoriales que les fueron negados y ocultados por décadas, “siempre nos etiquetaban como acompañantes y no como representantes y pescadoras”. Pero al paso de tocar puertas y convencer mentes, han sido reconocidas como pescadoras y ahora también como promotoras de la pesca sostenible “ahora hay pescadoras que buscan sumarse, aun cuando al principio no creyeron en que podríamos lograr arrebatar nuestros derechos”.
Reforzar lazos y crear comunidad para lograr una meta común —la sostenibilidad— se construye a través del diálogo, la participación y el compromiso. Más allá de los beneficios próximos y tangibles, se promueven otros resultados como la autonomía y el pensamiento crítico: “ahora ya no puedes obtener tu equipo, se depende de los apoyos económicos, lo que nos hace ser manipulables desde lo político. Los programas sociales no nos traen bienestar, solo conflictos internos. La base de ser una pesca sostenible nos permitiría tener nuestro propio equipo, casa, techo, seguro social, hasta lograr que la pesca es sostenible”.
“Como comunidad dejamos que nos arrastre la marea y no nos pusimos a pensar que nos acabábamos nuestra fuente, y es momento de hacer algo si queremos vivir de la pesca dignamente. Estamos adaptándonos a nuevos conocimientos, liderazgo, ciencia y nuevas formas de hacer la pesca”.
“Si me dijeras que la generación sustentable será a 2025, diría que no será así, pero como la pesca es nuestra esencia, se lleva en la sangre y la raíz, y veo las historias de mis compañeras, me motivo a pensar que, aunque no sea pronto, pero podremos alcanzar de nuevo esos tiempos de autosuficiencia. Quiero darles a mis hijos el derecho que se nos quiso arrebatar etiquetándonos con atributos de vergüenza, porque no todas las veces el andar enlodado en el mundo es indigno. El salir y venir llena de lodo es lo más orgulloso para mostrar nuestro esfuerzo y trabajo para alimentar a nuestros hijos”. •