uelve la amenaza de guerra. Y con ella el deterioro que causa este tipo de política; incertidumbre, barbarie de alta tecnología y oportunismo, características que describen a no pocos gobiernos miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Como corolario, esta nueva etapa de ataques sistemáticos a Rusia está sostenida con argumentos inciertos que permiten esconder la verdadera situación de la región y de sus intereses comerciales e intervencionistas.
No olvidemos que la OTAN –sur-gida 1955– está compuesta oficialmente por 12 naciones y, aparentemente, está en ventaja como organización internacional que se formó después de la Segunda Guerra Mundial. El objetivo fue y es –según ellos– la defensa de la seguridad y la libertad de los países miembros, por la vía política y militar ante cualquier agresión proveniente de otras naciones.
En realidad, la supuesta amenaza al mundo libre
era la existencia y el futuro prometedor e influencia política creciente de la entonces Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS). Por tanto, era necesaria
una organización que mantuviera el equilibrio geopolítico. Actualmente, la OTAN la forman Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Francia, Reino Unido, Italia, Portugal, Países Bajos, Dinamarca, Luxemburgo, Islandia y Noruega y cuenta, además, con varios países aliados.
En tanto, la comunidad socialista de entonces tenía derecho a defenderse de posibles agresiones por parte del otro mundo libre
. Así surgió el Pacto de Varsovia, llamado Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua. Esta organización existió hasta el primero de julio de 1991, como preámbulo a la desintegración de la URSS.
Y, aunque la guerra silenciosa en contra de la ideología marxista no ha dejado de existir, el socialismo sigue como una alternativa realista para una forma de vida diferente a la capitalista o neoliberal, más humanitaria y civilizada. De hecho, la lucha contra el capitalismo tampoco ha dejado de existir.
Después de la desaparición del Pacto de Varsovia, surgió la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), con el acuerdo de apoyarse mutuamente desde el punto de vista político y militar. Su lema es similar al del Pacto de Varsovia: fortalecer la seguridad y la solidaridad de los países miembros con la defensa colectiva, en caso de agresión de cualquier otra nación.
Es importante hacer hincapié en que los voceros de la OTSC declararon que esta organización no es resultado de una respuesta a la continuación de la OTAN. Los integrantes la OTSC provienen de Europa y Asia Central: Rusia, como convocante y organizador, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán.
Con la carta constitutiva de la OTSC se reafirma el compromiso de todos sus integrantes para abstenerse de cualquier alarde militar y para no recurrir a la amenaza como arma. Algo importante es que para todos sus miembros la no participación en otras alianzas o fuerzas militares es un pacto inviolable: “los signatarios no podrán unirse a otras alianzas militares o a otros grupos… mientras que la agresión contra uno de sus integrantes sería percibida como una agresión contra todos. Con este fin, la OTSC realiza ejercicios de comando militar anuales para que las naciones que la integran tengan oportunidad de mejorar la cooperación entre las organizaciones…”.
La no intervención y agresión a países con gobiernos legítimos por parte de miembros de la actual OTAN no se ha cumplido. Los motivos siguen siendo los mismos de siempre, la voracidad capitalista y la especulación internacional, la competencia desmedida y el temor al desarrollo de potencias como China, la misma Rusia y otros países con gobiernos progresistas y socialistas, como Cuba, Venezuela, Ecuador, Perú e incluso, México.
El principal infractor es el que actualmente acusa a Rusia de invadir a Ucrania. Pero ¿quién tiene negocios nada claros en ese país? Casualmente un familiar del presidente Joseph Biden. La contratación de Hunter Biden por parte de la empresa gasera ucrania llamada Burisma ha sido rechazada por los mismos estadunidenses, concretamente, por el Partido Republicano. ¿Qué país ex soviético se quedó con una importante reserva nuclear perteneciente a la desaparecida URSS y negocia con gas ruso?: Ucrania.
Por su parte, Rusia defiende su derecho a temer por su seguridad. Si Ucrania se integra a la OTAN se convertiría en una clara amenaza militar cercana a sus fronteras. Estamos ante un aparente dilema ¿quién está invadiendo a quién? Los intereses económicos y de seguridad para Rusia son legítimos.
Y recordemos que una de las finalidades de esta organización del Atlántico Norte es precisamente la de defender a un país miembro. Estados Unidos es integrante fundador de la OTAN, pero ¿por qué tiene que apoyarlo esta organización? Si nadie está invadiendo su territorio. Y, en el caso de Ucrania, tampoco puede ser defendida militarmente porque no es integrante de la OTAN. A nadie le conviene iniciar una tercera guerra mundial por defender a una nación que no es integrante de un frente como lo es la OTAN.
Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, señaló que Rusia no se cierra a un pronto diálogo diplomático justo y congruente con Occidente, sugiere volver al derecho internacional y a los compromisos internacionales
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Como podemos ver, son muchos los intereses económicos de Estados Unidos y compinches, como para canjearlos por verdades.
Twitter: @Antonio.Gershenson