Lo que tenemos que hacer para salvar al planeta, según John Bellamy Foster
n entrevista, de J. Molyneux y O. McCormack en octubre, publicada en Monthly Review (diciembre 2021), John Bellamy Foster (JBF) dio su opinión sobre lo que debe hacerse para salvar la civilización ante el cambio climático (CC). En español puede verse en: https://www.jussemper.org /Inicio/Recursos/Info.%20econ/Resou rces/JBFoster-JMolyneuxOMcCor mack-ContraEscenariosDiaJuicio.pdf. JBF señala que debemos evitar escenarios del día del juicio final
en el sentido de ofrecer una visión fatalista. El movimiento ambiental, en particular el ecosocialismo, busca combatir la tendencia actual de destrucción ecológica, y el secretario general de la ONU dijo que el CC es un código rojo para la humanidad
, lo que no constituye un pronóstico fatal, sino un llamado a la acción, dice JBF. A las preguntas sobre si todavía hay tiempo para evitar el desastre y si tiene esperanza en que el sistema y los poderes existentes serán capaces de evitar el desastre total, responde que si bien lo que tiene que llamarse catástrofes, derivadas del rebasamiento de muchos límites planetarios, el más grave de los cuales es el CC, son ya inevitables, todavía podemos evitar caer al precipicio de consecuencias irreversibles y fatales para la humanidad, si emprendemos suficientes acciones sociales que eviten llegar al punto de inflexión climática, lo que supone no rebasar el aumento de 1.5°C o 2.0°C de temperatura media planetaria. Pero añade que eso sólo será posible si, como señala el fragmento filtrado de la parte III del Sexto Informe de Evaluación del IPCC, estamos dispuestos a llevar a cabo cambios estructurales fundamentales, que incluyen alterar dramáticamente el lado de demanda de la ecuación, es decir, el monto y estructura de lo que se produce y consume, incluyendo un cambio a rutas de baja-energía, y no depender sólo de la masiva ecomodernización de los sistemas de energía. Dado el corto tiempo que disponemos, señala, las estrategias del lado de la demanda son las únicas que pueden efectuarse a tiempo en la escala requerida. Nuestra primera prioridad tiene que ser disminuir las emisiones de CO2 lo más rápido posible, lo que en los países ricos significa hacerlo a tasas anuales de dos dígitos. Esto requerirá planeación ecológica y social, lo que podría parecer utópico, pero esta categoría no aplica cuando estamos en medio de una emergencia planetaria que amenaza a la presente y a las futuras generaciones
. A la pregunta de si los ecosocialistas deberían promover el decrecimiento JBF responde:
“Si decrecimiento significa que: tenemos que disminuir nuestro impacto en el Sistema Tierra; que menos es más; que la acumulación exponencial de capital a escala mundial no puede ocurrir en un Sistema Tierra finito; que tenemos que movernos hacia una economía estacionaria (con menor peso que la actual) que promueva desarrollo humano sustentable; que necesitamos una economía socialista democráticamente planeada que enfatice las soluciones de baja-energía y disminuya el desperdicio y la destrucción; que el mundo debe moverse hacia niveles iguales de uso de energía per cápita, alrededor de las de Italia hoy (permitiendo que los países pobres se emparejen); que tenemos que enfatizar producir comunidad en vez de mercancías, entonces sí, apoyo la noción de decrecimiento, aunque con reservas, pues captura un aspecto esencial del problema: que el patrón capitalista de crecimiento ya no es posible. Pero el concepto de decrecimiento mismo tiene problemas. Es una inversión simple de la noción de ‘crecimiento’ la más poderosa metáfora del sistema vigente. Decir que lo que estamos promoviendo como alternativa es el decrecimiento, arriesga aumentar la confusión, tratando el problema ecológico sólo como una cuestión de escala y reduciéndolo a sus aspectos cuantitativos, sin relación alguna con las cuestiones cualitativas, como las relaciones sociales. Es como si pudiéramos seguir igual, pero a menos escala, capturando sólo un aspecto del problema. (Los más sofisticados teóricos del decrecimiento se dan cuenta de esto e incorporan preocupaciones cualitativas en sus análisis). También se cae en el problema de argumentar, como lo hace el economista francés Serge Latouche, que el decrecimiento es compatible con el capitalismo, como si el capitalismo no fuese un sistema de acumulación de capital al infinito. Creo que la única respuesta real es hacer el ecosocialismo el foco central y no el decrecimiento”.
A la pregunta sobre si ha llegado el momento para el sabotaje y/o la violencia, JBF responde que son preferibles las protestas masivas no violentas. Sin embargo, añade, vivimos en el contexto del estado capitalista que se define a sí mismo en términos de un sistema legal autorreferenciado, diseñado para proteger y legitimar el orden explotador vigente. Con frecuencia responde a amenazas con el uso de la fuerza y la violencia incluyendo ley marcial y estados de emergencia y guerra imperial, que hoy se han vuelto permanentes. Hay una dialéctica de la violencia en cómo opera el sistema y a través de lo cual se constituye. Sabotaje, y ataques a la propiedad privada, serán necesariamente parte de una revolución ecológica, dado que los propietarios de los medios de producción (los ricos y las corporaciones) están destruyendo la Tierra para expandir sus tenencias financieras. Cita a Nelson Mandela: ‘Convoqué a la protesta no violenta en tanto fuese efectiva como táctica que debería ser abandonada cuando ya no funcionase’. Me parece inevitable que a medida que lo que está en juego aumente, más y más personas inevitablemente tomarán esta postura, reconociendo que la sobrevivencia (y la libertad) humanas están en juego. No podría ser de otra manera si el sistema rechaza responder a las necesidades hasta el punto de poner en peligro la sobrevivencia humana. La defensa legal en EU ha usado (en el caso de los cierres de válvulas en ductos) con éxito el argumento de la defensa necesaria, argumentando que no tenían otra opción, que el cierre estaba moral y legalmente justificado.
Sobre las metas y demandas del movimiento climático, señala que la meta mínima es mantener la temperatura del planeta debajo de 1.5°C de incremento para 2040, para lo cual prioriza las estrategias de baja-energía que pueden reducir el uso total de energía en 40% y las emisiones negativas mediante desarrollo forestal mejorado y manejo del suelo, manteniendo en él la materia orgánica, sin bioingeniería. “De cualquier manera que lo veamos, significa o una revolución ecológica, que afectará las relaciones sociales en una escala más allá de lo que la humanidad ha visto jamás, o no sobreviviremos. Como dijo Marx, ‘ruina o revolución’. La carga debe recaer primariamente en los países ricos, que son los que han gastado nuestro presupuesto de CO2, y tienen la más alta riqueza per cápita y el consumo per cápita de energía más alto. Es decir, los países capitalistas ricos tienen una deuda ecológica con el resto del mundo. Tienen entonces la mayor responsabilidad de arreglar el problema poniendo sus economías en línea con el consumo mundial promedio de energía para salvar al planeta como hogar de la humanidad’. La entrevista concluye con JBF señalando que las revoluciones son una enorme ‘aceleración de la historia’; en la revolución ecológica la humanidad se movilizará en gran escala, basada en el proletariado medioambiental. Los pueblos serán otra vez obligados a tomar la historia en sus propias manos, en una lucha que será tormentosa y caótica, pero que también demostrará el poder y creatividad sin fin de la humanidad y abrirá la posibilidad de un renacimiento ecológico.
Deseo a mis lectores, y a todos los habitantes de México y el mundo, un año de toma de conciencia y de lucha para salvar a la humanidad.