Observaciones que surgen del documento del Instituto de Ecología de la UNAM sobre maíz producido por el subsector campesino
Es muy cierto que el subsector campesino es el verdadero mayordomo de los recursos fitogenéticos nativos de Mesoamérica: maíz, frijol, calabaza y otras, así como de arvenses toleradas útiles. Recibe sus semillas en herencia, las usa y mejora genéticamente conservando su biodiversidad mediante el Mejoramiento Genético Autóctono (que incluye el intercambio local de semillas, la introducción de progenitores geográficamente distantes y selección para optimizar su uso cultural como alimento) y las entrega a sus descendientes. También es mayordomo de los suelos, en su mayoría marginales debido a la pobre comunicación terrestre, a las pendientes desde moderadas hasta abruptas y a la frecuente baja calidad del suelo y de su régimen de temporal para uso agrícola.
Cerca del 70 % de la superficie dedicada al maíz se siembra con maíces nativos y con “híbridos acriollados” (maíces comprados como semilla híbrida y cultivada permitiendo el cruzamiento con los maíces nativos, y mejorándose por el Método de Mejoramiento Autóctono), se estima que un poco más de 5 millones de ha, cada año se cultivan con estos maíces. Casi el 66 % de la superficie nacional cultivada con maíz al año, se siembra en pequeñas unidades de producción con menos de 5 hectáreas cada una.
La aportación en el total de producción de maíz en México de esta superficie es de 16 a 17 millones de toneladas de un total de 24 millones de toneladas, entonces la agricultura con maices nativos, así como híbridos y variedades mejoradas acriolladas, aporta 60% a 67% de la producción nacional total. La relevancia de esta producción es que la diversidad genética y recombinación cada año en 2.3 millones de unidades de producción, permiten que la selección autóctona favorezca la resiliencia, que es una garantía ante el cambio climático. El consumo de los mexicanos implica el uso de 13 millones de toneladas de grano de maíz, la mitad en uso tradicional de nixtamalización y la otra parte en fabricación de harina, por lo que se cubre con la producción nacional.
En esta superficie y tipo de agricultura donde se considera la agroecología, agricultura convencional, orgánica y diferentes alternativas sin duda tiene sustento y respaldo el decreto presidencial, donde se señala con claridad la limitación del uso de glifosato y siembra de semillas transgénicas, así como la limitación de maíz transgénico en la alimentación de los mexicanos.
Sin duda, la importación de grano de maíz amarillo, podría evitarse, porque en México puede producirse, ya que se cuenta con tecnología, tierras, productores, variedades nacionales, que con apoyo de la 4T y las instituciones nacionales podría ser una realidad. Al respecto se han propuesto alternativas para avanzar hacia la suficiencia en la producción como es Granos del Sur, respaldo a la producción de maíz amarillo en Sinaloa, incentivos en algunas regiones, etc.,
Desde el sexenio Salinista, el gobierno considera a la agricultura en pequeño (con menos de 5 ha) como inviable, tanto económica como ecológicamente, y sólo le asigna un tratamiento asistencialista, sin acceso al crédito, seguro agrícola, asistencia técnica e investigación. Este tratamiento, ya de 30 años ha coadyuvado a la crisis que vive el subsector campesino.
El desempeño productivo del sector campesino puede mejorar intensificándose sustentablemente, para lo que hay en juego tres alternativas que están siendo aplicadas en la actualidad: a) la agricultura de conservación con monocultivo de maíz, b) la agroecología y c) la plataforma milpa intercalada en árboles frutales (MIAF). La alternativa de la agricultura de conservación se ha venido aplicando por la SAGARPA desde el sexenio Calderonista, y continúa en el actual sexenio. En cambio, las otras dos alternativas se inician con el actual sexenio. La agricultura de conservación está siendo ampliamente adoptada en el mundo en el tipo de agricultura empresarial o agricultura industrial, en medianas a grandes unidades de producción. Tiene amplia base de investigación y es sustentable pero su utilidad depende de la escala de operación. La experiencia muestra que no es adoptada permanentemente en las pequeñas unidades de producción en México, aún después de considerable gasto público durante casi 12 años. Esta alternativa implicaría la desaparición de los maíces nativos activamente cultivados. Los habría, aunque con una muy limitada biodiversidad en los bancos de germoplasma.
Hay amplio interés mundial en la alternativa agroecológica, por sus promesas tanto de sustentabilidad como por su compatibilidad con la ecología, la salud humana y con la reducción paulatina del uso de agroquímicos. Hay observaciones puntuales en México basadas más en el desempeño por parte de los pequeños productores y de mayores unidades de producción, que en el de cotejos científicos de plazo largo. Se está impulsando fuertemente dentro del programa de gobierno “Sembrando Vida”.
La plataforma MIAF también forma parte del mismo programa. De esta alternativa, sí tenemos evidencia científica de su utilidad para el subsector campesino, que prueba la sustentabilidad ambiental, así como el incremento muy significativo del ingreso familiar, mantiene la biodiversidad y aumenta la fijación de carbono atmosférico. En las dos figuras siguientes se sustentan esas afirmaciones.
Los datos presentados de producción de maíz en el documento de INECOL se apoyan en los datos del Censo de 2010, no se pueden refutar con información que no sea de los propios Censos; la del Censo del 2020 no está disponible. Ese tipo de información no se puede obtener del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), porque éste tiene confundidos los tipos de agricultura dentro de las categorías de temporal y de riego. Sin embargo, lo que es claro es que está subestimada la producción campesina, que lejos de ser 25.5% estimamos que el valor corresponde a 66%. •